Indagando su oscuridad

Capítulo 31. Pensamientos insensatos

Eiren:   

Lo que sucede no está bien y estoy consciente de ello, aun así, no logro entender por qué sigo deambulando en zonas que desconozco. Provoca abofetearme porque soy una imprudente, precipitada, alguien que no piensa un poco las cosas para evitar dolorosas consecuencias; simplemente me lanzo por aquella fosa sin razonar que la caída puede resultar lacerante. Sé que después de este somnífero una sensación llena de culpabilidad me arropará por completo, me hará sentir responsable del posible daño que le estoy provocando a mi cuerpo... A mi vida. No es normal que una persona pueda dejar de sufrir simplemente por un beso.

Inclusive, la señal de advertencia se acentúa con fiereza al recordar que el mismo Jarel replicó para que no llevara a cabo mi idea.

No obstante, luego del dolor que me ocasionó lo que conlleva dicha estrategia, prontamente pude sentir una clase de alivio alojarse en mi pecho. Me deja sin palabras, es inefable e inusitado como esa pomada escala cada parte de mi ser hasta hacerme sentir refugiada, tranquila y vacía. Pareciera que fuera una persona hueca por el modo en que esto me deja. Y gracias a ello es que en estos momentos el martirio ha dejado de carcomerme viva, de hacerme sentir asfixiada y a punto de romper en llanto por décima vez en el de día.

Si no fuera por ello, no hubiese resistido el dolor al oír como la doctora que nos atendió al llegar me notificara que puede que Elissa al despertar en las próximas horas se ubique desorientada, confundida.

Tuvieron que hacerle diversos exámenes, evaluaciones para comprobar que sus signos neurológicos estaban estables, que el daño no había sido severo a causa de los segundos que duró en el aire. En la tomografía realizada no salieron lesiones y el traumatólogo que entró a la sala donde se halla descartó las posibilidades de problemas en la columna cervical por el mecanismo en el que se intentó suicidar.

Es ahora donde termino de caer en cuenta que es cierto, que la persona que más amo en la vida se intentó morir, quiso dejarnos a un lado para ponerle fin a aquello que le molesta.

—Jarel... —Le llamo, mirando atentamente a la pared blanquecina de enfrente, como si esta estuviera demostrándome el arreglo a los problemas de mi vida. Yacemos en la misma posición, solos nos levantamos al oír a la doctora informarnos sobre algunos resultados de los exámenes y cuando tuve que llenar los datos de la paciente y el seguro.

— ¿uhm? —cuestiona en voz baja. Definitivamente, el también anda en las nubes. Hace casi veinte minutos que el silencio reina entre nosotros, solo se oye el caminar de las enfermeras por los pasillos de mármol.

— ¿Cómo supiste las intenciones de mamá? ¿Qué viste? —interrogo, volteándome levemente para atisbarlo. Él no me observa, sigue con la mirada perdida. Suspiro —no te lo había querido preguntar porque sé que la respuesta no me gustará y como estaba hace minutos, no estaba lista para oírlo.

—fue de repente —contesta y abro los labios con un deje de sorpresa. Supuse que se negaría a responderme como es de costumbre —puedo ver y oír lo que piensan las personas ¿sabes? —pregunta en un hilo de voz.

—debe ser interesante. Es magnífico si lo ves desde otra perspectiva.

Se encoje de hombros y asiente levemente —puede ser —musita he inhala con profundidad —Cuando llegamos a tu casa pensé que estaba vacía, porque anteriormente pude sacar de ti que tu madre trabaja hasta tarde, si no me equivoco. —Achico los ojos y realizo un mohín disgustado. Me divisa y noto como su mirada luce decaída —mientras hablaba contigo pude ver como un manojo de pensamientos iban y venían, jamás pude deducir alguno. El vaivén era tan veloz que me lo imposibilitaba y es por ello que tampoco se me permitió adentrarme en aquella mente tan aglomerada de ideas. Fue horrible. Vi un nudo ennegrecido que se hacía más y más grande, el fondo era blanco y la imagen por muy elocuente que fuera, llegaba a desbordar una clase de amargura y pavor.

>>no puedo percibir la clase de sentimientos que las personas poseen, pero, esa escena pudo estremecer a cualquiera. Eiren, escuché gritos. Habían tonos bajos comentándole que parara, mientras que muchas otras bramaban con todo lo que podían, exigiéndole que se lanzara, que saltara, que de esa manera sonreiría.

>>dudo que eso es lo que haya pensado exactamente, sin embargo, es lo que su mente me quiso mostrar.

—Oh dios —susurro. Frunzo el ceño, sintiendo como el vacío en mi pecho se hace más intenso. Palpo mi pecho confundida bajo la fuerte mirada grisácea de Jarel. Alzo la vista para dar con él.

— ¿Qué sientes?

—nada. —miento. Sacudo la cabeza, centrándome en el tema que estamos tratando — ¿no salimos nosotras? ¿Papá? ¿Sus hijas?

—si. Era como una imagen que se iba fragmentando. Salían ustedes cuatro sonriendo, tus papás abrazados mientras las miraban a ustedes. A los segundos aquel cuadro se difuminaba, se desvanecía acorde a los gritos.

—no entiendo ¿Por qué habrá querido hacer algo como eso? —Replico, cruzándome de brazos — ni yo he hecho tal cosa Jarel, y tengo las razones para hacerlo. ¿No hay algo más?



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En el texto hay: tristeza, amor, suspenso

Editado: 12.03.2021

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