Eiren:
Me gusta este Jarel. Me encanta el cambio tan drástico que da en ocasiones cuando se encuentra conmigo y de repente, su comportamiento se convierte en uno genuino. En mi vida pensé que un chico se preocuparía por mí y me ayudaría tanto como él lo hizo el día de hoy. Me hizo sentir dichosa de tenerlo y en diversos instantes colapsada de todas esas emociones que me abarcan cuando estoy a su lado. Supongo que el apoyo que me brindó esta jornada sirvió para que dejara de pensar que solo me atrae, que simplemente tengo un fetiche por su persona y que todo lo que siento se debe a su intrigante aura.
No es así, se con precisión que me estoy enamorando de él. Está conquistando a este corazón que tanto daño ha aguantado, que tantos baches junto a cicatrices tiene de por medio. Lo peor del caso es que no se ha esforzado para obtener estos resultados, ya de por sí, con tan solo mirarme a los ojos siento que despego de este mundo para aterrizar en el paraíso.
Y tengo derecho de volver a decirlo, de pronunciarlo para hacerme recordar que la persona que me tiene cautivada lo desconozco, agregando que, en muchos momentos se ha mostrado ser alguien frívolo y diabólico. Me aterra suponer que solo soy un títere para su uso personal, porque, aunque me cueste admitirlo, me he dejado llevar por sus acotaciones, por aquellas palabras melodiosas que cualquier hombre puede articular... Todo puede resultar siendo una barata labia que utiliza para engatusarme, para mantenerme en sus manos y maltratarme sin percatarme de sus intenciones.
Anhelo que este equivocada, que, solo sean pensamientos negativos por parte de una chica que tiene una autoestima desgastada.
Rememoro mientras toco la puerta de la vivienda de Susan que hace minutos un debate se estaba haciendo paso entre nosotros; le había comunicado que ya estaba bien por hoy, que podía irse a su casa para que descansara y que agradecía la inmensa ayuda que me había brindado. No obstante, él tenía otros planes, pretendía quedarse conmigo hasta que la hora de dormir estuviera atontándome. La vergüenza por molestarlo tanto me inundó he insistí para que se fuera. Tras mascullar algunas palabras inteligibles hacia mi persona, prendió el motor de su vehículo deportivo y se dirigió a su hogar.
— ¡Eiren! ¿Cómo estás? Estaba preocupada por ustedes, ya es algo tarde y no habían dejado rastro —comunica la madre de Ann con una pequeña mueca en sus labios, reflejando la angustia que le provocó nuestra ausencia.
—de verdad discúlpenos, ocurrió un incidente. —Quedo cabizbaja por unos segundos antes de observarla —pero nada tan grave —miento con severidad. Sé que si se entera de lo transcurrido, estuviera al borde de un desmayo por el impacto.
—Gracias a Dios —gratifica, exhalando con alivio. Se adentra a su casa un poco — ¡Elea! ¡Vinieron por ti! —Dicho esto, escucho unas pisadas corretear por el piso de madera.
— ¡Janit! —exclama mi hermana al verme. Salta y la atrapo para fundirla en un fuerte abrazo. Se esconde en mi cuello y sujeta varios mechones de mi cabello para juguetear con ellos.
—de verdad gracias por cuidarla señora Susan. A mi mamá ya no le estaba gustando dejarla una hora sola cuando llegaba del jardín de niños —digo, mostrándole una pequeña sonrisa.
—no tienes que agradecer. Amo a Elea, es un amor de persona —responde, apoyándose del marco de la puerta —nos vemos mañana, cualquier inconveniente me avisas por mensaje de texto. —Asiento de acuerdo y me doy media vuelta para dirigirnos a nuestra casa.
El sol ha ido ocultándose y eso le ha otorgado al cielo diversos colores tenues que varían entre anaranjado, un rojizo difuminado y un azul que de a poco se va tornando más fuerte. A parte, la ventisca se ha intensificado, demostrando que en la madrugada la lluvia estará acompañando nuestros sueños. Sinceramente, el panorama de la casa y el ambiente detrás de ella, luce aterrador. Es como si un aura oscura estuviera rodeándola y atrayéndome para adentrarme en ella. Todas las luces están apagadas gracias a que no me dio tiempo durante el contratiempo para encenderlas y eso origina que la vivienda sea digna para una película de horror.
Mis ojos se desvían hasta dar con mi ventana y me estremezco al ver como las cortinas se zarandean por las enérgicas ráfagas de viento. Trago saliva al evocar aquella noche en la que accidentalmente entré al cuarto de Isaac y descubrí demasiadas imágenes sobre mí, incluyendo aquella en la que yazgo en el ventanal que ando observando. Deduzco que para conseguir una toma como esa el ángulo tenía que ser desde esta posición ya que aparezco de perfil en la foto capturada.
Atisbo el cuarto de baño, aquella que luce totalmente opacada gracias a esa cortina negra que cubre la ventanilla y revivo inevitablemente lo que sucedió en dicho lugar. Cierro los parpados con fuerza al sentir como el vacío en mi pecho se intensifica de una manera inefable. ¿Por qué duele si no siento algo que me perturbe? Suspiro entrecortadamente y, titubeando, inicio mi andar hacia mi hogar.
—Eiren —me llama mi hermana, alejándose de mi hombro para atisbarme — ¿Cuándo entremos puedo tomar unas galletas del que mami compró ayer? —cuestiona. Respondo un sí y continuo mi andar por el jardín delantero —Eiren...
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Editado: 12.03.2021