Indagando su oscuridad

Capítulo 37. ¡Detente! te lo suplico, por favor

Eiren:

En los primeros minutos me sentí paralizada, como si agua helada hubiese caído sobre mí. Aunque quise correr, perseguirlo para que me explicara lo que para mí todavía es sin sentido, hice todo lo contrario, me quedé plantada en las gradas con el corazón latiéndome a mil. Mi respiración fue agitada y mis manos de un instante a otro temblaron. Todo mi cuerpo se erizó ante tan impactante noticia.

Si, por lo menos me lo informó y no permitió que durara más tiempo con esa duda gigantesca en la cabeza; sin embargo, me molesta que me haya hecho llegar esos escritos de ese modo. El no comprende lo asustada y nerviosa que estaba cada vez que leía tan dichosas notas. Había ocasiones en la que parecía una persona concienzuda. Aparentaba ser una maniática, tenía que observar antes de salir de casa hacia todos los ángulos porque el pavor de que alguien me hiciera algo me asechaba.

Así que enterarme de que fue él, Keitan, quien dejó esas hojas en mi habitación, encendió una clase de furor que tenía tiempo sin sentir. Además, apartando la congoja que me produjo escucharlo, dejó una sensación extraña en mi sistema. Jamás pensé que esos mensajes estaban realizados para que me alejara a toda costa de Isaac. Es decir, ¿Quién iba a pensar que todo estaba siendo escrito por parte del hermano mayor de Jarel para que me escapara del panorama de Wagner?

Simplemente, nunca pasó por mi raciocinio cuando intentaba deducir el autor de todo esto.

En el momento que desperté de aquel pasmo, busqué al chico de ojos mieles por toda la universidad, pasillo tras pasillo. Procuré hallarlo para evitar insultarlo y que sencillamente me explicara de qué va todo, que me respondiera por qué no me lo dijo en la cara, en persona. Lo más inusitado de la situación es que no lo ubiqué, después de tener sudor en diversas partes de mi cuerpo por trotar dentro de esta gran estructura, siquiera pude ver una ráfaga de su imagen. << Se esfumó >>llegué a suponer, ya que nada me impactaba tras comprender lo que son ellos.

La próxima clase me correspondía con la profesora Cynthia Lewis, hora que compartía con Jarel a no ser que como hoy, no haya asistido. Luego de esa materia, venían dos más y era en la tarde, como habíamos cuadrado, donde iba a elaborar el trabajo con Isaac. Fue ahí cuando caí en cuenta que lo vería, donde iba a estar junto a él luego de que Keitan se tomara la "amabilidad" de anunciar que las sensaciones de Wagner no son del todo pacíficas. ¿Cómo su aura va a ser pura cuando al entrar a su cuarto demostró todo lo contrario?

Entré al aula sintiéndome frustrada porque el esfuerzo de localizar al chico de ojos mieles fue todo un fracaso.

Mantenía la cabeza gacha, martirizándome a la vez sobre lo que me informaron hoy y como justamente me voy a encontrar a Isaac. Muy contradictorio, ¿no?

Alzo la vista cuando casi colisiono con uno de los alumnos que se dirigía a su puesto. Tras decir un: lo siento, me encamino hacia el final de la fila y fue ahí, cuando vi a la persona que pensé que se lo había tragado la tierra.

Verlo me hizo acordar a la segunda vez que lo atisbé, donde casi me desmayo porque me hizo entender que lo que había acontecido en la estación de autobuses si sucedió, que no fue mi mente la que me dio una mala jugada. Recuerdo haberlo visto sonreírme luego de pasar por un dolor lacerante en todo mi cuerpo, evoco la mirada maliciosa que me obsequió, rememoro el sonido de su pequeña carcajada teñida de vileza. Si él fue quien me trató de esa manera desde un inicio, si la primera vez que lo hallé lo que causó en mi vida fue desesperación... ¿Qué ha cambiado para que su trato sea diferente?

Trago saliva al sentirme atravesada por su mirada grisácea, ese mirar que puede helarte hasta los huesos. No sonríe, no cambia su semblante carente de emoción, parece sin vida. Juro que en lo que llevo observándolo no ha ni parpadeado. Su vistazo termina de fulminarme ya que continúa con lo que sea que este dibujando en la parte trasera de su libreta.

Los asientos a sus costados yacen vacíos, dando a entender que el pánico que le provoca a los estudiantes es tanto que ni el más macho tiene la valentía de sentarse en uno de ellos. Titubeando, casi sintiendo la palma de mis manos sudar, me dirijo hacia la mesa a su derecha y me dejo caer en la silla. Desde aquí puedo sentir como algunos alumnos entrometidos me divisan, seguramente impactados de la supuesta cercanía que he mantenido con Jarel en estos días.

No emito algún sonido pero la curiosidad de saber qué es lo que dibuja es tanta que inconscientemente doy con mi cometido. Estrellas de seis picos, calaveras diminutas es lo primero que escaneo en las equinas de su cuaderno, luego, aparece un cielo grisáceo muy parecido al que visitamos el día de ayer. Alzo las cejas al ver los buenos dotes que tiene como dibujante al plasmar con cierta exactitud el majestuoso lago y la cabaña destartalada.

Sabe perfectamente que estoy viendo lo que traza con su lápiz de grafito y no entiendo por qué no ha cerrado su libreta bruscamente. Aprovecho y continúo mi escaneo. Lo que dibuja en estos segundos es a una persona delante de la puerta de la casa. Me remuevo en mi asiento al ver como la puerta de la cabaña está semi abierta y de ella salen demasiadas manos, pegadas a la pared y las que están en el piso como si estuvieran arrastrando algo se le visualizan los antebrazos.



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En el texto hay: tristeza, amor, suspenso

Editado: 12.03.2021

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