Indagando su oscuridad

Capítulo 41. Abraham

Eiren:

El pasmo de Elissa es comprensible, inclusive, pensé que lo primero que haría sería soltar un grito ensordecedor y casi desmayarse en la entrada de la casa. Su rostro se contorsiona al mismo tiempo que sus escleróticas se enrojecen a una magnitud increíble, para, luego, proseguir a derramar lágrimas tras lágrimas.

Sus manos, las cuales yacen temblorosas, intentan tomar mi rostro; sin embargo, no encuentra una zona en la que palpar que no esté lastimada o con un gran morado adornándola. Veo como sus piernas temblequean levemente, como sus rodillas se doblan dando un indicio de que ha perdido la fuerza en ellas. Su boca se ubica entreabierta, respirando por ahí entrecortadamente. 

Todo ella es un manojo de nervios, de un susto impresionante.

Inevitablemente mis ojos se empañan y desprenden gotas saladas llenas de pesar y remordimiento. Mi ser se llena de congoja y amargura. Mi alma me hace sentir inestable porque aunque no quiera aceptarlo, casi fui víctima de una violación, por segunda vez iba a ser abusada de esa forma tan cruda e inhumana.

Quedo cabizbaja porque los recuerdos me abruman, me hieren y mezclan las viejas heridas junto a las nuevas. Esa mirada, ese divisar de mamá ya lo había visto antes, específicamente cuando desperté en la clínica, desorientada, sin recordar absolutamente algo de lo que había sucedido. Evoco como me mantenía ceñuda, con el corazón latiendo a mil por segundo, casi vomitando por los nervios que me abarcaban al observar a mis padres en un llanto atroz.

Me cruzo de brazos y me encojo en mi sitio, sintiéndome endeble, frágil.

Rememoro que les insistí que contestaran mis preguntas, les supliqué, casi gritándoles, que me respondieran, que me explicaran que me sucedió y por qué no recuerdo una porción del día anterior. Tuvo que entrar una de las enfermeras para que me calmara. Esta me decían que todo marchaba bien, pero, dentro de mí sabía que algo espantoso me había sucedido, no solo por aquella corazonada, sino por el pálpito doloroso en mi entrepierna...

Me comunicaron que tenía una pérdida de memoria a causa de un golpe recibido en la cabeza. Justo en ese instante, comenzó la locura, el suceso que arruinó mi vida y la sentenció a un vivir tortuoso. Sí, me comunicaron con lástima que había sido violada y que no habían encontrado al sujeto que lo ocasionó porque ese individuo no había dejado huellas, siquiera muestras de su semen para sacar un dato importante de este.

Por consiguiente, todo se desarrolló en fiscalías, yendo a consulta con Cassandra y noches llenas de lamento.

Unos brazos oprimiéndome logran despertarme de tal semejante tortura. Alzo la vista y le devuelvo el abrazo a mamá, escuchando en mi oído derecho como solloza y percibiendo en la piel de mi hombro, como diversas gotas caen sin cesar. A los segundos se aleja de mí y se limpia las lágrimas.

Con cierta incomodidad, giro mi rostro para atisbar a Jarel, quien ha sido parte de este momento tan íntimo entre ambas.

—dios míos, hija... —Pasa algunos mechones de su cabello por detrás de sus orejas —lo siento, pero, ¿Qué te pasó?

—Ya te lo explicaré —respondo, inhalando con profundidad.

Ella asiente y desvía su mirada hacia el chico a mi costado. Frunce el ceño y repasa su físico, intentando acordarse si lo había visto antes.

— ¿Quién es él? —cuestiona, observándome y de pronto, mirándolo con molestia. De seguro llegó a suponer que el responsable de mi daño ha sido Jarel.

—mamá, él no me ha hecho esto. El me ayudó —me apresuro a decir. Ella me observa con intensidad, buscando entre mis gestos un movimiento en falso que la haga pensar que estoy mintiendo —él es... —Piensa Eiren, piensa... —él es un...

—Su novio —me interrumpe, pronunciándolo con aquella voz aterciopelada que cautiva a quien lo escuche. Mi corazón se detiene y mi respiración se atasca en mi garganta. Me atoro y deseo toser, no obstante, tengo que lucir pacifica para que Eliss vea que no es falso —Jarel... —Le tiende la mano —un gusto conocerla.

Mamá le acepta el saludo y se estrechan las manos, el con una sonrisa pícara e inocente y ella, con un nivel de confusión colosal. Entiendo que se encuentre sorprendida, estupefacta al oírlo, porque según ella, yo, Eiren, no soy capaz de acercarme a un chico hasta cierto límite.

—un gusto —musita ella, en un hilo de voz.

Sueltan el agarre de sus manos y el mantiene aquel vistazo enigmático en los ojos de mamá, lo más seguro es que está viendo o escuchando todo el embrollo de su cabeza. Elissa no puede quitarle los ojos de encima, parece una polilla siendo atraída por la luz. Jarel decide romper el vistazo tras unos largos segundos y se gira levemente para observarme y regalarme una sonrisa ladeada. Se voltea para observar a mi madre y asiente.

—Hasta luego, fue un placer conocerla —le dice a mamá, tan educado que por poco le creo.

Su sonrisa se agranda al leer mi pensamiento y sin esperar la respuesta de la mujer que tiene en frente, da media vuelta y se encamina hacia su auto deportivo. Se monta, arranca y se va en dirección contraria a su hogar. Suspiro y ese sonido embelesado es el que ocasiona que Eliss carraspee.



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En el texto hay: tristeza, amor, suspenso

Editado: 12.03.2021

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