Eiren:
Estoy confundida.
Si anteriormente estaba en este estado ahora todo aumentó. Por un tiempo supuse que Jarel no volvería a hacerme dudar con sus crudas palabras y también había creído que Keitan no continuaría haciéndome sentir inestable; no obstante, caí en cuenta de que soy una ilusa por considerar aquello. No entiendo por qué se me hace tan difícil comprender y tener en mente de que ellos no son seres humanos normales, que no sienten como yo.
Presiento que me volveré loca, siento que mi corazón nunca se mantendrá en un estado sosegado porque siempre, (aunque piense que las cosas se están calmando) habrá un inconveniente que me haga alterar.
No sé qué pensar, no sé cómo actuar, no sé qué decir.
Inevitablemente me estoy dejando llevar por el torrente de sensaciones que han despertado en mí de un instante a otro. Hay momentos en donde me siento mal conmigo misma; no obstante, sé que lo que hay entre Jarel y yo no es infinito, esto puede terminar pronto... Prefiero disfrutar de estas emociones nuevas mientras estén.
Suspiro he intento retomar el brío que poseía hace minutos. Procuro fortalecerme y mantener esa valentía con la que imaginaba comenzar esto. Alzo la mirada y doy un respingo a la vez que llevo mi mano derecha hacia mi pecho, en el sitio que esta sobre mi corazón. El susto que me he llevado a sido impresionante, definitivamente no he podido acostumbrarme a sus apariciones inesperadas. Quedo cabizbaja cuando visualizo la comisura izquierda de sus labios elevarse.
Qué vergüenza... No pretendía que el escuchara lo que pienso ni mucho menos observara el escenario que mi imaginación reluce ante mis ensoñaciones. Mi mente estaba divagando en lo que me dijo hace más de quince días, justamente cuando salió de mi habitación por la ventana y me dejó con las palabras en la boca. Desde esa jornada no he podido quitarme eso de la cabeza y estos pensamientos se aproximan con más frenesí justamente cuando me voy a encontrar con él.
— ¿Cómo pudiste pasar? —cuestiono aun con la cabeza gacha. Jugueteo con mis dedos y me reprendo porque siquiera me he vestido para salir.
—tu mamá me abrió y me cedió el paso. —Da unos cuantos pasos y lo tengo a poca distancia de mí cuerpo — ¿todavía pensando en eso? —pregunta con cierta jocosidad.
Aprieto mis labios y me levanto de la cómoda. Sin dirigirle una mirada me acerco al closet y saco del un vestido azul oscuro. Luego camino hacia la puerta de mi habitación para salir he ir al cuarto de baño para cambiarme con apuro. Jarel me toma del antebrazo por lo que me detiene bruscamente.
Alzo la mirada y doy con sus grisáceos los cuales tienen un brillo en particular, muy inusuales de ellos. El afloja su agarre en mi brazo y desliza suavemente su mano hasta que da con la mía. Trago saliva y examino la forma en que su pulgar se desplaza con tersura sobre mis nudillos. Mi pecho se infla ante la bocanada tan profunda que tomo y al exhalar, cada vello de mi cuerpo se eriza en respuesta a su tacto. Mi corazón contesta agitándose y volviendo cada palpito ligero en uno pesado.
Quiero molestarme porque esa simple acción ocasiona que me olvide del embrollo que tengo en mente y me vuelva un individuo sereno, débil y manipulable. Jamás he experimentado esto que siento y ahora que las percibo, no sé cómo controlarlas.
Jarel toma una gran bocanada de aire y luego lo deja salir con lentitud. Alzo la vista y me siento diminuta ante la intensidad de su mirar, desde mi lugar, pareciera que pudiera ser pisoteada con tan solo un chasquido de dedos. El menor de los Edín aleja su tacto de mi mano para introducir las suyas en los bolsillos delanteros de su pantalón.
—podemos esperar un poco antes de ir, de igual forma tenemos que esperar a que duerman, ¿no crees? —cuestiona y una pequeña sonrisa se asoma en sus labios.
Trago salivo y asiento con lentitud, sintiéndome, de repente, un poco culpable.
—No sé si esto sea una buena idea —musito, sin quitarle la vista de encima.
—entre nos sabes que quieres hacerlo, lo has pensado durante todos estos días. —Alza una de sus cejas, retándome a que replique su comentario.
Guardo silencio porque sé que está en lo cierto, por más que me esté tomando las cosas con calma, necesito esto, desahogarme de alguna manera. Me siento abatida porque no quiero rebajarme a esto, no quiero ser la protagonista de causarle daño a alguien, pero si no lo hago, el resentimiento nunca descenderá.
—Lo sé —opto por responder —ya vuelvo. —Doy media vuelta y salgo del dormitorio.
Deambulo por el pasillo con rapidez y me adentro al sanitario para quitarme el pantalón de algodón y el suéter gris que estoy usando. Me visto con el sencillo vestido y prosigo a revisar mi aspecto en el espejo. Hago una mueca porque la herida que ha ido mejorando deslumbra en mi blanquecina mejilla. Por lo menos ya no se visualiza tan alarmante y tampoco se divisan aquellos morados o bultos por lo hinchado que estaba. Reviso los cortes de mis piernas y suspiro al notar que las más pequeñas van cerrándose con rapidez aun cuando la más profunda demora en el proceso.
Intento reconfortarme, no titubear ante el defecto que se le fue agregado a mi semblante. <<Eres fuerte, Eiren>> pronuncio, dándome ánimos. El día en que fui agredida de esa manera terrorífica, no pensé que esas heridas y sobretodo la que yace en mi mejilla, me iban a bajar la autoestima aún más. Lastimosamente así sucedió, cuando me retiré el apósito en la piel de mi rostro, me costaba muchísimo ver a las personas a la cara, todavía se me dificulta pero, es algo con lo que he estado luchando recientemente.
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Editado: 12.03.2021