Indagando su oscuridad

Capítulo 46. ¿No te cansas de lo mismo?

Eiren:

Últimamente he intentado pasar más tiempo con mi hermana. Luego de que hablé con su profesora entendí que Elea necesita la cercanía de su familia, requiere de nuestro apoyo porque aunque es una niña pequeña ha sufrido a un nivel alto. Es por ello que frecuentemente ambas nos dirigimos hacia algún parque cercano donde ella tiene la libertad de corretear y juguetear con otros pequeños sobre el lindo pastizal, posteriormente vamos hacia la heladería y mientras consumimos nuestros helados ella tiende a parlotear sobre lo que realiza en la escuela...

Nuestra relación de hermanas ha mejorado muchísimo y eso me mantiene el corazón rebozando de felicidad.

—Compórtate bien, linda —le dice mamá mientras le da un sonoro beso en su mejilla.

—si mami —responde su hija.

Elea se desprende del abrazo de Eliss y me divisa con una sonrisa gigantesca antes de abrazarme. Le acaricio su cabello y le devuelvo el efusivo gesto.

— ¿hoy iremos por helado? —me pregunta. Se aleja un poco de mí y alza su cabeza para intentar manipularme con sus relucientes ojos.

—si te portas bien en clases y haces todas tus tareas donde la señora Susan, claro que si —contesto y achico mis parpados cuando la veo realizar una pequeña mueca.

—bien. —Se despide con un tierno ademan y sale corriendo hacia su salón de clases.

—ha ido mejorando. Su actitud está mucho mejor —anuncia mamá. No digo algo al instante y sigo observando por unos segundos el camino que recorrió Elea para entrar a su aula —gracias por tomarte el tiempo de venir y hablar con la maestra —pronuncia con un tono melancólico y con remordimiento —sé que debí venir antes y ser yo quien diera la cara.

Nos alejamos de la institución y nos encaminamos hacia su vehículo para que me traslade a la universidad.

—Eso quedó atrás, ya todo está bien —procuro reconfortarla porque, ¿para qué le diré lo mal que estuvo sus acciones cuando ella ya lo tiene claro?

—en esos días tenía la mente en las nubes. —Suelta un suspiro lleno de pesadumbre y enciende el motor. Mantiene por un pequeño fragmento de tiempo las manos sobre el volante, sujetándolo con mucha firmeza.

—Entiendo... —declaro, recordando que esos acontecimientos sucedieron poco después de que ella intentara arrebatarse la vida. Trago saliva y opto por ver a través de la ventana de copiloto para que ella no perciba como se me empañan los ojos al rememorar aquello.

—Lo siento —musita y ya he perdido la cuenta de las veces que se ha disculpado por lo mismo; no obstante, tengo el presentimiento que hay un trasfondo en sus palabras y no comprendo el porqué.

—Creo que todos cometen errores y supongo que tuviste tus razones para hacerlo —emito en un tono débil.

—es triste pero todos los fallos no tienen un argumento que los justifiquen... Simplemente suceden. —La diviso y noto como me observa por unos segundos antes de posar su vista en la vía.

—me alegra tenerte aquí, conmigo —pronuncio para dar por sentado este tema de conversación. 

—Lo mismo digo —expresa con cariño — ¿a qué hora saldrás hoy? Pueda que coincida con la hora en que salga del trabajo y te vaya a buscar.

—no se decirte, creo que a las cuatro de la tarde —respondo, esperanzada de que me busque y de esa manera no tenga que tomar el bus.

—bien.

Luego de unos minutos los cuales transcurren entre conversaciones triviales, aparca el vehículo en frente de la universidad y se despide de mí con un beso en mi mejilla sana. Salgo del automóvil y cierro tras salir. Suelto un suspiro pesaroso cuando veo la gran estructura del plantel. Hoy es de esos días donde las ganas de venir a estudiar están por el subsuelo, aparte mi primera clase es con la profesora Cynthia y eso significa que estará Jarel.

Mientras camino con lentitud hacia la entrada frunzo el ceño al pensar en lo contradictoria que soy... Quiero ver al menor de los Edín, anhelo ver sus preciosos ojos; no obstante, al mismo tiempo quiero huir y esconderme de su vistazo, últimamente ha habido tanta tensión entre ambos a tal punto que me hace sentir incomoda.

— ¡Eiren! —Me despejo de mis ensoñaciones cuando Melanie pasa por mi costado y me saluda. Le respondo con una pequeña sonrisa y continuo mi andar.

Veo la hora en mi celular y apresuro mi caminar al percatarme que llevo unos cinco minutos de retraso. Maldigo por tener que recorrer los pasillos infinitos y las escaleras del edificio que me corresponde para llegar a mi destino. Al abrir la puerta me hallo agitada y sintiendo como la herida en mi pierna da un leve pinchazo. Me asombro cuando visualizo a solo cinco estudiantes en el salón cuando es ley que todos sean puntuales porque la tardanza es algo que le irrita de sobremanera a Lewis.

Como si se tratara de un imán y yo el estúpido y pendejo metal, mis ojos caen inevitablemente hacia Jarel quien tiene los brazos cruzados sobre la mesa de madera y mantiene su frente reposando sobre ellos. Viste un suéter negro y a diferencia de los días que lo usa, esta vez la capucha oculta su cabello ennegrecido. Sabe que estoy aquí porque mis pensamientos entran a su mente aunque no lo desee y aun así no me divisa... Bien. Mi corazón late fuertemente mientras me acerco hacia él y me siento en el puesto delantero.



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En el texto hay: tristeza, amor, suspenso

Editado: 12.03.2021

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