Indagando su oscuridad

Capítulo 6. Diminuta obsesión

Eiren:

Mierda...

Es lo primero que pienso al ver como Derrick se levanta del banco y arrastra a Bethany junto a él. Leia, quien luce atónita por lo que acaba de suceder, repite la acción del chico de azulejos y me lleva con ella hasta llegar al baño... otra vez. 

Se percibe tan nerviosa que siento pena por ella, de seguro yace confundida, a punto de perder el juicio y ponerse a gritar como una loca. Mientras yo me apoyo de los lavamanos, veo como camina por la pequeña estancia con las manos sobre su cara, intentando fracasadamente conservar su compostura.

La entiendo, todo aconteció tan rápido que ni yo me creo el hecho de que Keitan, el hermoso Kei, la haya besado para que no quedara descompensada al ver los labios de su ex crush sobre los de Beth. El hermano de Jarel se ha ganado unos cuantos puntos extras. Nadie hubiese tenido la valentía de besar a Leia para que fuera Derrick quien saliera perdiendo. Me alegra y quisiera comentarle a mi amiga entre risotadas, la cara amargada y desencajada que mostró el pobre chico.

Le salió el tiro por la culata.

—Maldición —musita constantemente — ¿Que acaba de pasar?

Se detiene frente a mí y me divisa con sus ojos abrumados. Ejerzo una mueca y poso mi mano derecha sobre su hombro izquierdo.

—vamos, respira conmigo, ¿sí? —Asiente y le sonrío —inhala, exhala. Vamos, tú puedes —la estimulo, aspirando para que repita mi acción.

Posteriormente, su respiración vuelve a nivelarse y su pecho sube y baja al compás de su inhalación.

—Gracias —dice con un gesto agradecido. Esta vez se ubica más calmada y pacífica, ya se le pasó el momento de locura por los millones pensamientos que no podía retener en su cerebro —déjame recapitular... El chico que me está dejando de gustar, quiso lastimarme a base de celos y el chico que me está empezando a gustar me besó para que Derrick no llegara a su meta, ¿no me equivoco, cierto?

—No —Niego con mi semblante y retiro la palma de mi mano de su cuerpo —solo te estás saltando el cómico rostro que puso el perdedor, si no hubieses estado tan ensimismada besando Keitan de seguro lo hubieras percibido —opino jocosa, pinchándole un costado con picardía.

—Pero eso no dice nada —comenta, dejando de sonreír por mi comentario —que él me besara no significa que mágicamente le atraigo, solo lo hizo para que no pasara pena.

—Leia no seas estúpida —le reprocho. Me sorprende como su autoestima logra resbalar por una acción de los demás. No debería ser así, ella es hermosa, inteligente y con una personalidad deslumbrante —no te pongas así. No logras nada decaída, es claro que él no está enamorado de ti. No te conoce —Enfatizo la última palabra —pero eso no quiere decir que no puede llegar a estarlo, encárgate de a poco, despacio, sin correr y atropellarte, que te conozca.

>>pero, asegúrate de que, verdaderamente te guste. No sabes si es lo mismo que sentías por Derrick, no sabes si se trata de algo pasajero.

—Tienes razón, mi psicóloga favorita —contesta con una sonrisa — ¿qué tal si me quedo a dormir en tu casa y vemos un maratón de Game Of Thrones?

—déjame ver, sabes que mis padres y su matrimonio depende de una cuerda floja. Si llego a casa y no hay tensión, te escribo.

—bien. Ojalá todo mejore entre ellos —opina, aproximándose a la puerta.

La sigo cabizbaja y dudo al pensar su comentario.

Hay ocasiones en las que deseo que terminen de una vez, anhelo que se separen y que sus polémicas vayan a segundo plano. Pienso de ese modo al saber que mi padre sale con otra mujer, le está poniendo los cuernos a mi madre y ella desconoce de ello. No quiero que Elissa quede con el papel de estúpida. Posteriormente, mi mente recrea todos los bellos recuerdos que pasamos juntos como familia, las veces que hemos salido a los parques, viajes y a sencillos picnic que alegran nuestras tardes. Contradictoriamente, me lleno de contras y hermosos recordatorios, así paso mis días, decaigo y me lleno con melancolía. Esto es una tortura.

—Si —susurro. En el tiempo que Leia abre su boca para hablar, la mayoría de los estudiantes se levantan de sus puestos y atraviesan los pasillos de la universidad para adentrarse a sus clases correspondientes —nos vemos al salir —comunico antes de suspirar con pesadez y unirme al bululú de personas.

Las próximas tres horas transcurren con tranquilidad, no hay rastros de Jarel ni profesores interesados en mi pereza cuando me ven apoyando mi frente al pupitre. La calma y la tranquilidad me agobian, es tan monótono que ninguna signatura logra interesarme.

Siquiera presto atención cuando una maestra asigna un trabajo en pareja y me juntan con Isaac Wagner, un joven de veinte años que anteriormente tenía una "diminuta" obsesión conmigo. Según lo escuchado, la actividad tiene que ser entregada para el día de mañana, lo que quiere decir que si o si tenemos que reunirnos para hacer las tomas de un tema en específico y hacer un ensayo del por qué elegimos dicho contenido, tonos, textura, etc.

Veo de reojo como Wagner busca una mesa y se une a la mía para conversar del trabajo pendiente. Renee Bennet, la profesora de esta materia, tuvo la amabilidad de dar media hora para prepararnos y sé que el mayor porcentaje de los alumnos toman esos minutos para charlar tonterías a parlotear de dichas imágenes. Si Powell estuviera aquí estaríamos en las mismas andanzas.

No pienso ni tengo ganas de tratar con Isaac, ya obtuve suficiente hace meses cuando no podía dejar de acosarme a tal punto de asustarme.

Porque si, a ese grado era su manía.

Incluso, en ese periodo, osó de robarme diversos besos y tocarme desprevenidamente. No lograba entender que no sentía ni siento interés alguno por él, aun cuando se lo repetía infinidades de veces y rechazaba sus peticiones de ser su novia o algo más que una simple amiga.



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En el texto hay: tristeza, amor, suspenso

Editado: 12.03.2021

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