Cinco años después.
—Cielo, ya viene en camino la persona que me ayudará con nuestra boda. Viene con su equipo, necesito que preparen habitaciones para ellos. —mi prometida se adentra en mi despacho y levanto la vista para observarla mejor.
—Nunca mencionaste que se quedarían aquí. —Joder. No puedo permitir eso, imposible dejarlos en mi casa con tanta gente.
—Lo sé, cielo. Pero me han comentado que no pueden estar de un lado para el otro, y que el hospedaje es muy caro por esta zona así que ofrecí que se quedarán. Solo serán un par de días.
—Pues si el hospedaje es el problema lo pagaré yo sabes que por mí no hay problema. Dime cuánto es y te lo doy ahora mismo.
—No, entiende cielo, no solo es el hospedaje necesito que se queden aquí para que les dé tiempo de tener todo a la hora. —se sienta sobre mi regazo y me deja un beso en el mentón.
—Bien, pediré que preparen unas habitaciones, pero no podemos darnos el lujo de tener desconocidos dentro de la casa. —le advierto.
—Lo sé, solo será está vez. Lo siento, cielo. —deposita un beso en mi mejilla y sonríe— Te amo.
—Quiero hablar con ellos cuando estén aquí. Entendido Begonia. —es lo único que digo antes de que se pare y se dirija a salir de mi despacho.
—Entendido, Hen.