Indeleble

I

Reencuentro

Henry Miller

Me adentro a mi despacho junto a Emmet, el tomo asiento en un sofá que está en la esquina y yo me sirvo un trago. 

—Cuando llegué esa gente me avisas de inmediato. Necesito dejarles en claro que no pueden meterse en dónde no les llaman.  

—Si, de inmediato te aviso. Sé que siempre te pregunto lo mismo, pero ¿Estás seguro que quieres casarte? —volteo a mirar a Emmet y entrecierro los ojos 

—De nuevo con lo mismo. ¿Cuál es el puto problema en que me case? —cuestiono enfadado. 

—Que no la amas, necesitas otra razón o con esa es suficiente. Si necesitas más puedo darte una lista con las razones por las cuales no debes casarte con ella. 

—Emmet, no te metas en esto. Es cuestión mía y de Begonia. —menciono elevando la voz él se levanta y camina hacia la salida 

—Bueno, irá a checar que no haya errores y a esperar a los invitados. —suspira y abre la puerta. 

—No son invitados. 

—Pues prepararan tu boda, trátalos como unos. —sin decir más sale del despacho, y me quedo solo. Tomo en mis manos una botella de licor y me sirvo. 

Abro el último cajón de mi escritorio y saco de adentro una fotografía, con mi dedo índice repaso su rostro. Una voz me interrumpe. 

—Deberías tirarla o quemarla, te casarás con alguien más, no creo que a tu futura esposa le gusta ver esa fotografía. 

Alzo mi mirada y encuentro a John de pie, vuelvo a guardar la fotografía bajo llave y me pongo de pie. 

—Ese es mi problema. —camino hacia su dirección  

—Te vas a casar Henry, y debes comenzar a olvidar esa etapa de tu vida, ella ya no forma parte de tu vida desde hace cinco años. ¿A caso no quedaron en olvidarse el uno al otro? Bueno, no cumpliste con tu parte. 

—¿A qué venías? —lo corto en seco no necesito un discurso por su parte. 

—Emmet me ha informado que han llegado, quieres conocer a los que planificaran tu magnífica boda ¿No? Bueno adelante. Ve con ellos. 

Salgo del despacho y camino hacia el recibidor, en cuanto llego tres pares de ojos me repasan de arriba a abajo. 

—Buenas tardes, soy...—me interrumpe una chica de cabello negro largo, delgada y de piel blanca. 

—El futuro esposo. ¿No es así? 

—Así es. Un gusto...—la miro con una ceja enarcada 

—Jana, ese es mi nombre. Estamos en representación de Andrew Cooper, nuestro jefe. Él no ha podido llegar con nosotros por cuestiones personales. —Si por mi fuera lo corro en estos momentos por irresponsable— Le presentó a mis compañeros él es Max, y ella es Antonella. 

Los saludo a cada uno. Y necesito comenzar a informales, pero necesito presente a su maldito jefe. 

—¿Tardara mucho su jefe? Jana. —cuestiono con las manos en los bolsillos. 

—No, está en camino, solo es un par de minutos él estará aquí. —la miro con los ojos entrecerrados— No piense que él es así, se lo juro que no. Jamás ha dejado el trabajo aún lado, realmente tuvo un inconveniente y tuvo que retrasarse un poco. 

—Bien, entonces solo son ustedes tres y su jefe. ¿No es así? Para mandar a preparar las habitaciones. 

—Oh no, somos cinco en total, nosotros tres el jefe y su mano derecha digo su asistente, bueno es lo mismo —que alguien la calle habla mucho—, no creo que ella se quede solo preparen cuatro, no creo que ella se vaya a quedar aquí. —repite las cosas. 

—¿Por qué? El hospedaje en muy caro y por lo que se ustedes no son de aquí. —pregunto curioso realmente ni se porque pregunto eso.  

—No, nosotros no, ni el jefe. Ella sí, vivió un tiempo por aquí. 

Emmet entra por la puerta con alguien más. Es un hombre moreno delgado y alto, comienza a hablar de inmediato. 

—Disculpa el retraso, señor Henry, soy Andrew Cooper. Será para mí un placer trabajar para usted y su futura esposa. —todos hablan mucho, que estrés. 

—Muy bien, ¿Falta alguien? O son todos, necesito informales algo importante para mí.  

—Somos todos por el momento, mi asistente llegará en cuestión de minutos. 

Todos son unos impuntuales no sé porque mierda Begonia los contrato. 

—La esperamos, mientras mando a preparar las habitaciones. Cinco ¿Está bien? —cuestiono mirando a Andrew. 

—Oh no, solo cuatro. 

— ¿Y su asistente? —pegunto nuevamente con curiosidad. 

—Ella no dormirá aquí. No es de su gusto dormir en casa de este tipo.  

Que mujer tan delicada es o qué mierda, no hay mejor casa que la mía. Ya la detesto y no la conozco

—De este tipo, ¿Qué tipo? —frunzo mi ceño. Y clavo mi mirada en el jefe. 

—Bueno, como le explico. En casa de gente...gente importante. —importante ajá. Claro. 

—Da igual. Comienzo sin ella. Porque no tengo el tiempo para esperarla. 

Las cuatro personas asienten con su cabeza y estoy por comenzar cuando Begonia entra por la puerta y sonríe a todos. 

—Que gusto que estén aquí, mi prometido quiere dejarles unos puntos en claro con ustedes. —se coloca a un lado de mí y me toma del brazo. 

—Bien, quiero que no metan sus narices en dónde no les llamen, nadie ve, nadie escucha. Entendido. No sé comprometan, no quieren salir heridos o muertos de aquí. —miro a todo— ¿No es así? 

—Por supuesto que lo hemos entendido, nosotros solo haremos nuestro trabajo el cual es que tengan la mejor boda... 

No quiero la mejor, quiero la que mi mujer quiere tal y como ella lo dice. —mientras menciono eso otra persona entra a nuestra casa. A la cual no le tomo atención y mi vista se queda fija en el jefe. No me da la confianza necesaria le diré a Begonia que contraté otro. 

—Disculpen la interrupción, soy la asistente de Andrew. —esa voz...de reojo observo que estira el brazo hacia Begonia— Julie... Julie Lewis. 

Mi vista se dirige a ella en cuestión de segundos. Es ella. No podía confundir su voz. 




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