"La confesión."
Está terminando mi clase y tengo que ir a mi casillero, preferiría ahorrarme esa ida ya que sé que estará Santiago ahí y no lo quiero ver. Me aprendí sus horarios, no para acosarlo, no hago esas cosas. Solo es para evitarlo en todo momento. Pero por primera vez en días no podría hacer eso, olvide mi libro en el casillero y no me dejaran entrar sin material.
Sin pensarlo, fui al casillero, sería la más rápida posible, solo sacaba mi libro y me iba, pero no salen las cosas como uno espera.
— Al fin te dejas ver Walker.
Ignore que Santiago me hablaba, saque las cosas, las metí a mi mochila y en lo que intentaba cerrarla empecé a caminar.
— Tenemos que hablar.
Lo ignore otra vez. ¿Cuándo se cansaría?
— Si no es por las buenas, será por las malas.
Me fui a mi salón, entre y me senté a lado de JP, nos habíamos vuelto buenos amigos, pero solo en el salón, cruzando esa puerta no me acercaba a él. No quería más chismes, si me acercó a él dirán que es mi novio.
Estaba tan concentrada apuntando todo lo que la miss decía en mi libreta, que no me di cuenta de que Santiago entró al salón, al menos no en el momento. Me di cuenta cuando la miss dejó de hablar y todos lo voltearon a ver como embobados.
Santiago le murmuró algo a la maestra, ella le contesto muy amablemente, y el volvió a decirle algo. No alcancé a escuchar, es que ¿ya mencioné que me siento en el fondo? Así no llamo la atención de nadie.
— Walker puede retirarse —dijo la maestra, firmemente.
— Pero... —iba a protestar pero me interrumpió Santiago.
— Te espero afuera —salió del salón.
— No sé qué le haya dicho Jones pero no quiero salir de la clase.
— No le estoy preguntando, es una orden. Fuera de la clase, tiene 10 en la actividad.
Todos me miraron, fue raro, quería que la tierra me tragara.
Algunos murmullos se escucharon, nadie, incluyéndome estaba de acuerdo con esto de que me sacaran de la clase y me pusieran 10 en la actividad, pero claro, Santiago se lo pidió a la maestra; hablamos de un Jones, nada se le niega a un Jones.
Cerré mi libreta y guardé todo en mi mochila de mala gana. No sé qué le dijo Santiago pero era obvio que la convenció de que era importante, aunque no lo fuera, él lo pidió así que claro le dirían que sí.
— Suerte —murmuró JP, su tono era algo divertido, lo voltee a ver y solo pude sonreír a medias.
Salí del salón y efectivamente ahí estaba Santiago, recargado en la pared esperándome.
— Vamos, tus hermanos quieren hablar contigo.
— ¿Están bien?
— Sí, creo que se trata del novio de tu mamá, no entendí muy bien.
— Espera, ¿tu como sabes...? —no termine la frase— olvídalo.
Cuando me di cuenta estábamos frente a su coche. El me abrió la puerta y subí sin hacer ningún gesto ni ruido, me sentí algo incomoda.
Ya estábamos a medio camino, no sé a dónde me lleva exactamente, pero el ambiente cada vez se ponía más tenso, creo que él también se siente incómodo.
— ¿Ya podemos hablar o sigues enojada?
— No estoy enojada, al menos no contigo.
— Me dejaste de hablar de un día para otro por algo que no tiene importancia.
— Tendría importancia si fuera a ti a quien molestaran.
Lo pensó un momento, como si quisiera decir algo pero no se atrevía, se veía en su mirada.
— ¿Porque te importan tanto esos comentarios? Creí que a las chicas guapas no les importaban esas cosas.
— Son mi reputación.
Ay no, espera, ¿me dijo guapa?
<< Si si, es la verdad. >>
— ¿Qué decían esos mensajes?
— Nada que te importe.
— Te llegaron los mensajes a ti y tú me importas, así que creo que deberías decirme.
— Yo te importo —dije con cierta burla.
Se esquino y paró el coche para verme fijamente, ni siquiera me atreví a sostenerle la mirada, enserio esto era incomodo.
— ¿Enserio no te das cuenta?
— ¿De qué?
— De esto.
— No sé a qué te refieres.
— Lo diré así, sin más —tomo aire—, me gustas Elena, me gustas desde el primer momento en el que te vi cruzar la puerta para entrar al salón.
— Santiago, yo...
— Solo escucha. No he intentado nada porque sé que no quieres un novio en este momento. Pero por más que intento alejar esos sentimientos no puedo, creo que me enamoré de ti y no solo físicamente, me gusta todo de ti a un grado que no sé si este bien.
— No tengo nada de interesante.
— ¿Es que no lo ves?
— ¿Eh?