Indescriptible

CAPÍTULO 13

Aria.

Quería tirarme del primer edificio que encontrara, apenas desperté y Cass me contó el desastre de ayer. Por Dios, me le insinué como si fuera…

Estás mal de la cabeza Aria.

Amanecí con la garganta seca, con nauseas, felizmente no había dolor de cabeza. Y recordaba casi todo lo que hice. Como subirme a la mesa a bailar con Cass, cantar a todo pulmón canciones de Lasso, Laura Pausini y Jesse & Joy.

Pero no recordaba que Seth me levantara en brazos hasta la cama y mucho menos que yo lo toquetee.

Trate de actuar normal, sin nervios cuando lo llame. Vi llamadas perdidas y sentí que debía disculparme, y pese a mi estado, no abrí la boca de más. Cass se acordaba de todo, según ella claro está.

Y aquí me encontraba decidiendo que ponerme para la cena de esta noche.

Mis emociones estaban a flor de piel, y yo como una gelatina de los nervios.

Sentía ansias y alegría, que se iba al recordar el porqué comencé a beber anoche.

Trataba de no ilusionarme, de marcar esa brecha de amistad con Seth, pero era inevitable no verlo y todo lo que siento explotara.

¿En qué jodido momento me metí en esto?

A 20 minutos de su llegada me termine de vestir.

Elegí un vestido negro con tiras, ceñido al cuerpo, un blazer crema y unos tacos con plataforma en color negro. Mi cabello estaba semirrecogido a la derecha y mi maquillaje suave. Apenas aplique sombras y un labial mate en tono nude.

—Estás hermosa princesa. —Tan distraída me encontraba que no había sentido la llegada de mi mamá—. Con quién saldrás que te arreglaste.

Su mirada curiosa me hizo sonreír.

—Un amigo.

—Por casualidad se llama Seth… —Fruncí el ceño.

Yo no era obvia, ¿o sí?

—¿Cómo...?

—Soy tu madre, y te conozco. Sólo diré eso. —Rodé los ojos.

—Y Carlos, ¿se fue?

—Salió, regresará más tarde. Fue a visitar a su familia. —Fruncí el ceño esperando una respuesta. ¿Familia?

—Está divorciándose…

—¿Cuándo pensabas decírmelo? Y peor aún, tú estás con alguien casado.

—No me juzgues y mucho menos me señales. Nos queremos y confío en él, está divorciándose, yo fui con él y el abogado. Tiene un hijo pequeño, como de unos 10 años si mal no recuerdo.

—Genial, hasta un niño de por medio. Te digo a ti y a él, te ilusiona o se va y está acabado. ¿Quedó claro Alexa? —Su risa inundó la habitación.

—No me trates como si fuera tu hija, soy tu madre.

Como sea, me preocupaba por ella, y siempre lo haría.

—Sabes qué hora es.

—Las 8:20, ¿por?

Seth nunca llegaba tarde, es la persona más puntual que conozco. Algo pasó.

—Hey, cambia la carita. Por algo debe ser que se retrasó.

Alejé la posibilidad que fuera por Valentina, la muy perra aprovechaba cada oportunidad para restregarme en la cara que estaba con él.

Asentí sin hablar más.

Esperé por 10 minutos más, por 30 minutos más, hasta qué pasó dos horas y no llegó.

Me quité las prendas y me coloqué mi pijama. Hace frío, y no quiero pescar un resfriado.

—Ya dormiré, cualquier cosa tocas la puerta.

—Descansa mamá.

Nuestro departamento tenía dos pisos, en el primero estaba la sala, la cocina y el dormitorio de visitas. En el segundo, estaba nuestras habitaciones, y la biblioteca. Ambas amamos leer y decidimos tener una biblioteca para nuestros ejemplares.

Preparé palomitas con azúcar para ver una película, tal vez esperando algún mensaje de disculpas. Mensaje que no llegó.

Cuando comencé a apagar las luces, el timbre sonó.

Solo una persona vendría a esta hora, y esperaba que fuera sobrio. Por qué si no, le lanzaría el balde de agua.

—Lamento la hora —dijo apenas abrí la puerta.

No se ve cansado, ni ebrio, puede ser que ocurriese algún tipo de problema en el comando y por eso se retrasó.

—No hay problema, pasa.

Ambos nos miramos en silencio por algunos minutos, o tal vez segundos.

—Se me presentó un…

—Tranquilo. No debiste venir, es tarde. Con un mensaje bastaba. —Frunció el ceño tratando de descifrarme.

Cosa que no lograría, mi cara era neutral. Me volví una experta ocultando mis emociones.

—Quería hacerlo, no pensé que te molestará.

—En realidad no, no me molesta. ¿Quieres algo de comer?

—Ya comí…

No le tires el celular en la cara Aria, respira, respira.

—Vine a despedirme. —Me quedé de piedra observándolo. ¿A despedirse?

¿A dónde iría?

—¿A despedirte? ¿Te vas?

—Si… —Metió las manos a sus bolsillos—. Por unas semanas o tal vez meses, a Colombia.

Vi su intención de acercarse, pero se contuvo. ¿porqué? No sé. Yo seguí muda, sin saber qué contestar.

—Hace un tiempo estoy esperando esta oportunidad, quiero pertenecer a la élite de Lima.

Y me sentía orgullosa por eso, igual no se quitaba el sabor amargo que me generaba la idea de no verlo por un tiempo.

En Buenos Aires no pasó eso niña.

Cierto, muy cierto…

—Me alegra, es una gran oportunidad. Cuídate mucho —susurre.

—Siempre… —susurró acariciando mi rostro.

Me estoy acostumbrando tanto a ese toque que no sé qué haré cuando se vaya.

—No quiero que estes enojada por nuestra cena fallida. Te la debo, es una promesa.

—No estoy enojada. —Mentiraaa.

—Es bueno saberlo. Debo irme, escríbeme cuando gustes. Tal vez tarde un poco en responder, pero responderé. —Asentí rodeándolo con mis brazos, y toda emoción se fue a la mierda.

Tenía el aroma en su cuerpo de la chica a la cual quería torcer el cuello. Lo solté de inmediato, importándome poco si notó que distinguí el olor.

—¿Qué…?

—Debes irte, mañana tengo un día largo. —Su rostro expresó confusión completa.

—Está bien, te dejo descansar. —Me besó la frente y salió por la puerta, mientras una puta lágrima rodaba mi mejilla.

La primera y la última que botaba por él. Hace mucho se me secaron de tanto llorar y sentirme tan frágil.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 07.09.2024

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