Indescriptible

CAPÍTULO 24

Aria

Seth dormido era algo erótico. Sus músculos subían y bajaban al ritmo de su respiración, el cabello corto ni se desordenaba, las pestañas rizadas las veía mucho más largas. Sus labios me llamaban a besarlo, mi lívido reclamaba atención.

—Desde hace cuánto me estas observando —dijo sonriendo aún con los ojos cerrados.

—No mucho. —Mentí, llevaba casi 20 minutos en ello.

—Ven acá.

Me tumbó sobre él abriendo la camiseta para acariciar mis costillas, mi piel se erizó al instante. Repartió besos por mi cuello llegando hasta mi oreja para morderla. Dios, se sentía tan bien.

—Comienzo a creer que cuando estoy ebrio te sueltas más… —Abrí los ojos de golpe.

Él recuerda….

Besos, manoseo en mi departamento cuando él llegó ebrio.

—Lo recuerdas…

—No mucho, pero quise confirmarlo, creí que era un sueño. —Me subí sobre él para observarlo desde arriba.

—Tengo que irme a la Universidad… Por cierto, ¿de quién este departamento?

—Mío. Lo adquirí hace unas semanas, pienso mudarme. —Vaya.

—¿Y el otro?

—Es alquilado, este estoy pensando en comprarlo. ¿Te gusta?

—Si, me gusta.

—Podemos decorar como tú quieras. Si todo sale como espero, pasarás más tiempo aquí que en tu casa. —Reí ante su comentario.

—Es mejor que comience a cambiarme, no quiero llegar tarde.

—Espera un poco más —susurró besándome lentamente y apretujando mi trasero.

—Me encantaría desnudarte y recorrer con mi lengua tu pecho, pero debo llegar a tiempo. Celine me matará si llego tarde.

—¿Quién?

—Una compañera de clase. Pediré un taxi.

—¿Bromeas? Yo te llevo, quiero asegurarme de que llegues bien, y aún me parece raro lo de la moto.

—Si… A Daniel también, seguro me estuvo esperando en mi departamento. —Me arrepentí de mencionar al ojigris al ver llamas flamear en los ojos de Seth.

—Te voy a pedir que se acaben esas visitas. No lo quiero cerca de ti.

—Haber vamos bajando las peticiones. Daniel es mi amigo, y no va a dejar de serlo por tus celos. Acostúmbrate a verlo cerca de mí Seth. —Rodó los ojos bajándome de él—. No quiero inseguridad en ti. Me gustas tú, estoy contigo, te quiero a ti.

—¿Estás conmigo? —preguntó burlón. Rodé los ojos caminando hacia la sala por mi ropa.

Anoche me puse la ropa que él trajo en su auto. Agradecía a mi precaución y guardar siempre en el casillero de la Universidad ropa de cambio.

La llamada entrante de Sam me dejo a medio cambiar.

—¿Por qué no contestas el teléfono? —Fue lo primero que dijo cuando abrí la llamada.

—Estoy bien Sam. —Escuché los pasos de Seth acercarse—. No pude llamarte anoche.

—¡¿Estás bien?! Me decís que ese pelotudo te mintió, que el muerto resucitó, y ahora estás bien. Sos bipolar nena. Estuve tan preocupada.

Dejé de sentirme mal por ella al preocuparla cuando sentí unos dedos hábiles subir por mis piernas luego un brazo enroscándose en mi cintura.

—¿Me oís? —Seth estaba aprovechando que no tenía ropa puesta solo mi ropa interior y una camiseta suya.

—Si… Lamento preocuparte…

—¡Yo la estoy cuidando! —Manotee su mano para que se calle

—¡¿Qué?! —Su grito casi me deja sorda—. ¿Es quién creo que es?

Seth comenzó a reír bajito, mientras yo caminaba en círculos intentando oír a mi amiga.

—Si. —Suspire esperando su respuesta.

—Me darás lo detalles más tarde. Y no quiero que omitas ni uno solo.

—Lo prometo. —Fue lo último que dije antes de colgar.

Mi ahora… ¿Novio? ¿Follamigo? Ni siquiera había un título aún. Él estaba sentado detallándome de arriba abajo con sus pupilas dilatadas.

—Eres hermosa.

—Lo sé —respondí acercándome como una gata a su presa.

—¿No querías llegar temprano? —preguntó burlón.

—Quería… —Y me subí a horcajadas sobre él.

Unos minutos más, unos menos. No creo que sean de gran diferencia.

Y esos minutos se convirtieron en 45min. Casi una hora de retraso.

—Estaré en la comisaría. Cualquier cosa que surja me avisas. —Asentí tocando suavemente sus labios.

—Cuídate. Y quiero que hables con Valentina, la quiero fuera de tu vida, fuera de tu casa. No quiero nada a medias y esto no es la excepción. —Use mi tono con determinación.

Iba a amarrar mis sentimientos si él me mentía de nuevo, se jodía. Todo se jodía si Valentina seguía en nuestras vidas.

La detesto.

—Me encanta cuando te enojas, te ves sensual.

—No estoy bromeando.

—Lo sé. Dame unos días hermosa, todo se irá acomodando, lo prometo.

—Mejor no lo prometas, y ya vete. Braulio te pondrá una sanción y aseguro que no será placentera.

Un último beso y se dio la vuelta camino a su auto.

Quería pellizcarme y asegurarme que no era un puto sueño. Que no iba a despertar, porque no necesitaba despertar. Era real, es real.

—¿Ese es Romeo?

—Carajo Milo, me asustaste. —Atrás de él estaba Celine sonriendo.

—Esa boca, deberíamos echarte ají. —Rodé los ojos.

—Lamento la demora, ¿dónde tengo que presentar la solicitud?

—Tranquila. Ya la presentamos por ti, pensé que quizás llegarías tarde o te arrepentirías en el camino… —Intervino Celine, siempre se veía amable. Demasiada buena vibra.

¿O yo era la problemática y antisocial?

—Gracias.

—Ah antes que lo olvidemos, somos grupo en tipografía. El profesor ingresó temprano y pidió agruparse de a tres.

—¿Te parece bien? —Ambos se observaban algo dudosos.

—Si, está bien. Podemos avanzar en los ratos libres.

—Si, y podemos pedir pizza o hacer tequeños rellenos de queso.

De solo imaginar tequeños con queso con crema de palta, la boca se me hacía agua.

—Iré a la cafetería por algo de comer, los veo más tarde.

Llamé a Daniel sin obtener respuesta. Quizás estaba enojado o durmiendo con alguna chica.

Ya no es tu problema Aria.

No, ya no lo es.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 05.10.2024

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