Indestructible

CAPÍTULO 0





Washington, Estados Unidos

31 de octubre del 2014


Atenea


Me formo recta al lado de Alan. Hoy vendrá alguien del grupo de oriente a enseñarnos a disparar a largas distancias. Le llaman el francotirador águila, pero yo no necesito clases de un novato, soy excelente también.

Estamos en el campo de tiro del Pentágono. Llevo puesto mi uniforme militar. Me remuevo un poco en mi lugar, el pantalón me queda un poco ajustado debido a que estos últimos meses de entrenamiento han hecho crecer un poco mis músculos, especialmente mis glúteos. Debo solicitar indumentaria nueva.

Grandes pisadas llegan desde detrás y evito voltearme a mirar, pero Alan sí lo hace.

—Mierda, es enorme —susurra.

Por inercia, giro mi cabeza y lo veo. Ya me lo habían descrito antes, papá lo ha mencionado en algunas ocasiones, pero se quedaron cortos. El hombre es una maldita mole de músculos de un metro noventa y tantos. El sol de mediodía causa que deba entrecerrar los ojos para ver mejor, la gorra que reposa sobre mi cabeza no ayuda mucho. Viene acompañado de otros dos hombres, uno de cara amigable y otro de cara temible. 

Los ojos del francotirador caen en mí, le sostengo la mirada hasta que él alza una ceja y me guiña un ojo. Volteo la cara rápidamente y me adecuo en un semblante serio. 

¿Qué se cree guiñándome el ojo? Soy una maldita physicorum, no una tipa en un bar que busca follar. Bueno, también busco follar, pero no aquí, no en este momento y mucho menos con él. Me mataría en mi primera vez. Luce como de los que follan duro y ahorcan. No parece ser del tipo los que le gusta seguir órdenes o reglas en la cama, a mí me llama muchísimo la atención ser la dominante. Claro, que haría muchísimas cosas con él, si se dejara.

—¡Preséntense, soldados! —Su cara aparece frente a mí.

No sé en qué momento llegó hasta aquí. Estaba tan absorta en mis pensamientos lujuriosos.

—¡Atenea Zubac, physicorum 0177! —respondo.

—Dígame, Zubac, ¿en qué mierda estaba pensando?

«En follar con usted».

—En mi método de puntería, señor.

—¿Y se podría saber cuál es? —Me mira fijamente.

—Claro, siempre es un gusto compartir mi saber —me mofo con precaución.

No quiero un maldito castigo. A pesar de que él sea un novato en campo activo, ahora mismo tiene un rango más alto que el mío, pero no será por mucho, voy a superarlo, voy a superar a todos.

Me repara y luego me invita a ir hasta la base donde está el fusil francotirador. Me acuesto boca abajo y tomo posición, pongo mi ojo en la mira telescópica. Noto como él se acuclilla a mi lado y volteo a verlo.

—Hey, el blanco está allá, al frente —le reclamo cuando veo que sus ojos caen en mi trasero.

No lo culpo, mis glúteos deben lucir muy bien en esta posición.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.