Indestructible

CAPÍTULO 02





Atenea


Nos hallamos en una de las carpas. Estamos sentados alrededor de la mesa rectangular. A excepción de Thomas y Maximilian. Aproveché la mañana, fui a correr por el lugar y a entrenar al gimnasio. Después, pasé a desayunar a la cafetería, donde me encontré a Merassi y comimos juntas. Me informó que a las 1330 horas nos reuniremos con el resto. Y henos aquí, ahora, esperando al doc y a don perfecto. Odio la gente impuntual.

La puerta se abre. Entran dos cuerpos altos, grandes y masculinos. Visten de negro, igual que nosotros. Detallo al primero que entró, es un moreno de ojos azules, tiene una barba medianamente poblada, bien estilizada. Toma asiento al lado de Laura y queda frente a mí. Es atractivo, no lo puedo negar. Él debe de ser Thomas Duane.

Mis ojos viajan hasta Maximilian. Está más grande que la última vez que lo vi. La piel de sus brazos refleja músculos bastante definidos. Subo a su rostro, está bien afeitado, su cabello negro está aún más corto.

El alemán posa sus ojos en mí y me mira de una manera un tanto extraña. Estoy sentada a su lado derecho. Siento una suave corriente eléctrica en mi columna, pongo mi espalda recta y lo miro.

—Es un honor tenerte aquí, Atenea —dice Maximilian. 

Mi mente se va a un escenario donde ya me ha «tenido» mejor. Pestañeo y me acomodo otra vez en la silla.

«¿Así que vamos a jugar a que no nos conocemos?».

—Para mí también es un honor estar aquí —respondo rápido.

Su mirada no refleja la misma calidez de hace 7 años, o tal vez son cosas mías.

—Mi nombre es Maximilian Müller —se presenta—, soy el comandante de oriente —extiende su mano hacia mí. 

Me obligo a pararme. Extiendo mi mano también y logro una fuerte unión. Mis dedos quedan perdidos en la grandeza de los suyos. Los segundos se hacen eternos y lo suelto. Limpio disimuladamente las mías en mi uniforme, estoy sudando, de repente, la temperatura subió gracias a algunos flashbacks que pasaron por mi cabeza.

—Yo soy Thomas Duane. —Se para el moreno y me extiende la mano por encima de la mesa—. Repito lo que dijo Maximilian, qué honor que estés aquí.

—Atenea Zubac —respondo segura—. Insisto, el honor es mío. —Le sonrío.

Tomamos asiento y Maximilian empieza a hablar.

—Tendremos una misión de categoría baja antes de la principal que empezará a llevarse a cabo dentro de un mes — abre su laptop y continúa explicando—. Partiremos esta misma noche a Berlín. La misión empezará en dos días y necesitamos equiparnos con lo necesario. Saldremos a las 2000 horas. Les envié al correo la información de la misión. Estúdienla.

Todos proceden a ponerse de pie y salir, exceptuándome. Necesito información.

—Atenea. —Levanto la cabeza y miro a Maximilian—. Necesito aclararte algunas cosas.

Cruzo mis brazos sobre la mesa y me acerco a ella.

—Qué bien, porque tengo demasiadas preguntas, comandante —digo la última palabra con un tono de burla que él no capta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.