Indomable

Capitulo Uno

Cae estrepitosamente al suelo llenando su rostro y cuerpo de lodo, refunfuñando y maldiciendo por lo bajo el hombre se pone de pie para observar por sobre el hombro al negro corcel que lo ve casi como si estuviera disfrutando de la situación; ganándose un relincho del animal decide dejarlo por el momento, evidentemente aún no están en la misma sintonía, evidentemente tiene mucho trabajo que hacer antes de que la criatura acepte su compañía sin intentar atacarlo.

― No comprendo porque te esfuerzas tanto con ese animal, está más que claro que te detesta ― la joven observa desde una distancia considerable como su padre cierra el corral con tranquilidad.

― No es su culpa Catalina, ha sido maltratado por quienes lo compraron anteriormente, es natural que no confíe ― el hombre suspira con pesar, este tipo de situaciones suelen llegar a menudo.

― Pobrecito ― una joven de largos cabellos rubios se acerca a ambos ― Estoy segura de que podrás ayudarlo.

― Es la idea Elizabeth, tiene que hacer dinero con él ― responde la castaña viendo al animal.

― Cata, no todo debe ser por dinero, tal vez podríamos quedarnos con él y que forme parte de nuestra cuadrilla ― sonríe la rubia.

― Creo que es una buena idea, pero todo dependerá de lo que suceda a partir de ahora ― el hombre les sonríe a sus hijas.

― ¡Señor Jenkins, lo buscan en la entrada del rancho! ― Un joven grita desde metros detrás de ellos.

― Parece que tienes trabajo, Señor Jenkins ― ríe la joven.

Arthur Jenkins es un habilidoso y conocido encantador de caballos, su rancho es el más conocido entre los jinetes a la hora de contratar un servicio que mantenga en excelentes condiciones a sus corceles. Siendo eficaz, dedicado y comprometido con la salud de dichos animales supo ganarse el corazón de estos y la confianza de sus dueños al cien por ciento. Casado durante veinte años con su amada esposa Lila Correas tuvo tres hijas, Elena, Catalina y Elizabeth; la mayor –ya casada y lejos de su casa- lleva un reciente emprendimiento de agroquímicos que parece marchar de mejor a espectacular, viviendo con su esposo desde hace dos años y visitando periódicamente a su familia en busca de saber si sus hermanas menores no le dan demasiado trabajo a su querido padre.

Lila volvió a casarse tiempo después de haberse separado de Arthur, formando una nueva familia y marchándose de la ciudad, sabiendo que sus hijas no querían dejar a su progenitor y el rancho –esto último por parte de la menor de sus niñas- les permitió vivir con él con la condición de que la visitaran en fechas especiales y la constante y obligatoria comunicación con ella.

― Dime, ¿Elena se ha comunicado contigo? ― pregunta Elizabeth mientras camina por el camino de piedras pintadas de rosa que conduce a la casona.

― No, probablemente esté muy atareada con la organización de la empresa, ya sabes que quiere asociarse a una importante firma de agroquímicos y para ello debe dar una buena primera impresión ― responde su hermana viendo su móvil con interés.

― Estoy segura de que lo hará ― sonríe la rubia orgullosa de su hermana mayor.

― Por supuesto, estamos hablando de Elena ― Catalina le sonríe. ― Estoy ansiosa de comenzar los estudios universitarios nuevamente, pronto estaré diseñando para las más importantes y prestigiosas figuras.

― No lo dudo ― su hermana asiente convencida de que así será mientras recoge a su gato ― Hola Bizcocho.

― Necesita un nombre mejor ― Cata observa al felino con algo de desdén, prefiere los canes.

― Me gusta su nombre, le queda ― la rubia observa la regordeta forma del enorme gato.

― ¿Y tú? ¿Qué planeas hacer de tu vida? ¿Seguirás jugando en el fango?  ― eleva una ceja viéndola ― No me malinterpretes Lizzy, me preocupa que no quieras estudiar algo que te dé un futuro mejor.

― ¿Mejor? ― voltea  a verla ― No hay nada de malo en lo que hago ni en la manera en que me gano la vida, trabajo con papá desde los quince años y he aprendido mucho.

― Pero no tienes un estudio profesional, ¿O sí? ― pregunta nuevamente ― Haz lo que quieras, solo te doy mi opinión.

Catalina Jenkins es sin duda alguna tan diferente a su hermana menor como lo son el agua y el aceite, refinada y coqueta –definición que su madre ha dado muchas veces al referirse a ella-, una joven interesada en la música sabiendo tocar el piano y el violín intentó convertirse en cantante cuando era una adolescente pero resultó no tener la voz para hacerlo y negándose a formar parte de un coro o grupo musical decidió estudiar diseño, descubriendo así que tenía talento allí. Comenzando con pequeñas confecciones para sus hermanas, madre y amigas pudo perfeccionarse y llegar hasta el último año de sus estudios universitarios –y teniendo en mente el sueño de ser reconocida y famosa en el rubro-.




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