Indomable

Capitulo Cuatro

Elijah Greggor espera paciente a la llegada de su madre, la mujer visita periódicamente el rancho de su marido esperando encontrar todo en condiciones y a sus hijos con una sonrisa pero, no suele ser así, al menos no desde el accidente del muchacho.

― Mamá llegará algo tarde, parece que se entretuvo demás ― Malek suelta leyendo una revista.

― Seguramente padre vaya por ella ― responde sin darle importancia.

― Ya lo ha hecho ― se encoge de hombros.

― ¿Hasta cuando planeas tratarme tan desinteresadamente? ― eleva una ceja.

― Quien sabe ― suelta dejando de lado la revista para verlo a los ojos.

Ambos hermanos son extremadamente parecidos a su madre, de cabellos ondulados y castaños y ojos grandes y llamativos; si bien Malek los lleva verdes, el mayor posee orbes expresivas, transparentes y marrones y un carácter cálido y sociable mientras que el menor es frío y se relaciona poco con quienes lo rodean.

Suspirando y casi a borde de un ataque –pues Malek logra quitarle la paciencia- se pone de pie paseándose por la estancia, observando las fotografías y premios que su madre suele colocar a la vista de todos orgullosa del desempeño de su hijo mayor; observa atento, melancólico quizás y es que lleva tanto sin montar que parece haber olvidado como se hace, ni siquiera su corcel lo quiere cerca ahora.

Cierra los ojos, apenas lo hace rememora lo que ocurrió aquel fatídico día, aquella fecha en la que se consagraría como el jinete más joven y principiante en ganar la carrera “Pezuñas de oro” y que terminó con un accidente en masa, fracturas, perdida de conocimiento y su internación durante tres semanas; aun duele, aún tiene ese anhelo pero algo lo detiene y no es capaz de entrar en un corral sin sentirse amedrentado y lleno de incertidumbre sobre sí mismo, ¿Realmente él es así? ¿Cuándo se volvió tan cobarde? ¿Cuándo comenzó a dudar de sus capacidades y habilidades? Quien sabe, sinceramente, quien sabe...

― Elijah, querido, ¿Cómo te sientes? ― Su madre entra en la sala sin que él haya notado su llegada pero disimula con una sonrisa de oreja a oreja.

― Muy bien mamá, afortunadamente ― la estrecha con cariño, ¿Qué sería el sin esa mujer?

― Me alegra saberlo ― se vuelve un tanto seria ― Tu padre me ha contado que estuviste montando a Galeón, ¿No es algo apresurado?

― No te preocupes, llevo más de seis meses sin actividad ― sonríe ― Además, el animal no quiere verme ni en estampillas.

― La hija del señor Jenkins vino a verlo, parece que necesita una opinión especializada ― Malek suelta interviniendo ― Hola madre, también estoy aquí.

― Lo siento ― sonríe ella acercándose con claras intenciones de besar la mejilla del chico.

― Claro  ― rueda los ojos quitando su rostro y dejando a la mujer perpleja.

― Malek ― su hermano lo ve con reproche.

El chico ríe negando, cansado de esas actitudes sale de la sala mientras su madre suspira y su padre procede a ingresar confundido y sin saber qué ha pasado con su hijo menor; la verdad es que el menor de los Greggor siempre ha tenido un temperamento bastante difícil de llevar, distante y algo frío desde que era niño y a su madre le cuesta –y le ha costado- congraciarse con el muchacho, especialmente después de que Elijah quedara internado varias semanas.

La diferencia de edad entre ambos hermanos – Malek con diecinueve años y Elijah con veintiséis- no ayuda en lo absoluto a su relación, quizás en algún momento los unió el interés por las carreras y los caballos pero pronto eso acabó cuando el mayor comenzó a triunfar en el rubro y su hermanito quedó de lado sin poder igualarlo por carecer de ciertas aptitudes.

― No comprendo a ese chico ― la mujer se deja caer en el sofá.

― No desesperes ― el muchacho besa su mejilla ― Está en esa edad complicada y caótica, ¿Recuerdas la mía? ― ríe.

― ¡Oh, no me hagas recordarla! ― lo golpea bromeando, realmente fue un dolor de cabeza y las travesuras del adolescente sacaron lo peor de la mujer y sus mejores canas.

― Dime, ¿El rancho Jenkins es la mejor opción para el corcel? ― Su padre cambia el tema ― Conozco varios especialistas.

― Creo que Arthur Jenkins es el adecuado ― responde apresurándose a hablar ― Estoy seguro de que podrán con Galeón.

― ¿Por qué tanto interés? ― La mujer lo ve ― Comprendo que es el más cercano pero puedes consultar segundas y terceras opiniones.




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