Indomable

Capitulo Siete

― Realmente la cena es deliciosa ― Abel sonríe a Elena mientras degusta un sabroso bocado de salmón.

― Gracias, suelo cocinar seguido por lo que tengo buena práctica ― ríe la muchacha viendo a su esposo quien asiente con la boca llena a más no poder.

― Muy afortunado ― agrega Elijah conteniendo la risa al igual que Elizabeth, sin dudas Richard es el más espontáneo a la hora de comer.

Tom entra en el lugar saludando a todos con la cabeza, se dirige hasta donde el teléfono se encuentra para marcarle a su madre y dar aviso de que pronto estará en casa –pues suele quedarse sin saldo en su propio móvil- cuando es detenido por Lizzy que tira de su camisa cual niño que pide un dulce a sus mayores.

― ¿Aún no te has ido? ― La rubia se pone de pie ― Es peligroso, ¿Por qué no te quedas a cenar? A tu madre seguramente le caerá mejor saber que pasas aquí la noche antes de pensar que puede sucederte algo en el camino.

― Tomas, ciertamente concuerdo con mi hija ― Arthur asiente con una sonrisa ― Ven, sírvete un poco hijo.

― Bueno… ― rasca su nuca, avergonzado, no quiere interrumpir ― De acuerdo.

Elizabeth sonríe de oreja a oreja y esto es notado por el joven jinete Greggor que pasa sus ojos de hito en hito entre ambos jovencitos pensando si tal vez entre ellos hay algún tipo de relación mayor a la de la amistad y si esto es desconocido por los familiares; hay que aceptar que entre los mencionados puede apreciarse cierta confidencialidad que caracteriza a los amantes ocultos.

La cena procede de manera cálida, agradable, con comentarios sobre el rubro del rancho, sobre la vida de los hijos, la economía, las esposas, los proyectos y deseos a futuro  y demás temas triviales; por su parte, Catalina no ha podido evitar observar de más al mayor de los Greggor y mucho menos cuando este sonríe y sus hoyuelos iluminan su rostro, como si el sol hubiera salido de repente y tal vez sea una fantasía tonta e impulsiva de una chica empalagosa y llena de expectativas pero sabe que eso que se siente en el pecho cosquillear y provocar esa sensación extraña en el vientre no es otra cosa que amor. El traicionero y juguetero amor.

― Dime, Tom, ¿Has podido llevar bien las materias de la universidad trabajando aquí? ― pregunta Elena con interés, ella conoce a los ayudantes de su padre desde que eran niños pequeños como su hermana.

― Sí, tuve que dar algunos exámenes extra pero he podido sacar a flote el semestre ― sonríe.

― Me alegra saberlo, al menos uno de los jóvenes ha podido salvar el semestre porque el resto… ― hace mueca graciosa sabiendo que los demás están en malas condiciones, pero no porque no sea lo suficientemente inteligentes sino porque la juventud jovial y la tentación de las fiestas y las chicas les ha quitado la concentración.

― Gracias ― desvía a mirada sonrojándose, sintiendo el rostro arder y la pena de no ser capaz de disimularlo.

― ¿Tom? ― Catalina lo observa divertida ― Estás rojo como un tomate, ¿Qué ocurre?

― No es nada ― niega apresurado.

― ¿Será que nuestro lindo Tommy está enamorado? ― pregunta Elizabeth riendo.

― ¿Será que estás enamorado de Lizzy? Pasan demasiado tiempo juntos, incluso los he visto hablarse en códigos sin siquiera hablar, propio de los enamorados  ― Suelta Cata con una sonrisa enorme.

― No, para nada ― ríe con tranquilidad el aludido ― No podría estar enamorado de ella, no, no.

Si bien el chico aprecia en demasía a la menor de los Jenkins no es ella la que lo pone en circunstancias de joven enamorado sino Elena, la muchacha que se ha casado hace tiempo ya y que este hecho no pudo lograr que los sentimientos de Tomas disminuyeran; no, claro que no, no importa cuánto pase la castaña tiene la mágica habilidad de encender su mundo con solo posar sus ojos verdes en él y esa es la más grande debilidad del joven.

Entre risas y comentarios sobre el notorio color rojizo sobre las mejillas del muchacho nadie nota el semblante de la rubia, no es que esté enamorada de su amigo pero sus palabras han herido un poco su orgullo, ¿Acaso ella tiene algo de malo? ¿Cómo que “no podría enamorarse de ella”? ¿Qué le faltaba? ¿Qué tenían sus hermanas que ella no? Observa a las mujeres mencionadas, no puede evitar ver las diferencias que tienen con ella pero a la vez tienen una cierta similitud entre ambas que a ella le falta, que en cierta forma carece de las cualidades que Elena y Catalina poseen y no se refiere a algo físico pero tampoco está segura de saber qué es.

― Elizabeth es una mujer testaruda ― pronuncia Elena llamando la atención de la rubia, ¿En qué momento la conversación se desvió hacia ella?




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