Indomable

Capitulo ocho

Catalina camina tranquila por los largos senderos del rancho, suspira cada tanto con una boba sonrisa que abarca todo su rostro mientras piensa una y otra vez en ese muchacho que no deja su cabeza en paz, que hace que se le acelere el corazón como nunca antes le sucedió y que prácticamente la tiene en vela desde el instante en que lo vió.

Por ir ensimismada en sus pensamientos sus pies tropiezan con algunas ramas que su padre ha estado apilando para deshacerse de ellas, tras un largo jadeo se ve tendida sobre el suelo quejándose por el golpe y refunfuñando para sí lo tonta que ha sido por no ver el camino primeramente.

― Cielos, eso ha dolido ― Elijah se aproxima a ella tendiéndole la mano.

― Solo un poco ― sonríe apenada, ¡La ha visto caer! Que vergonzoso.

― Bueno, supongo que estará pensando demasiado, trate de disfrutar estar al aire libre y no agobiarse con nimiedades ― la ayuda a ponerse de pie.

― Oh, claro ― asiente ― Pero no estoy agobiada, sinceramente pienso en alguien con frecuencia, es todo. ― ríe ― Puedes tutearme, no me gusta tanto la formalidad.

― Bien, ¿Catalina? ― Pregunta para cerciorarse de que es el nombre correcto, recibe el asentimiento de la chica con algo de desgano, ¿Cómo puede no saber su nombre? ― ¿Qué haces por aquí sola?

― A veces, me gusta caminar por los senderos, ver el paisaje me ayuda a inspirarme para mis diseños ― reanudan el andar co parsimonia.

― ¿Diseños? Es decir, ¿Indumentaria? ― pregunta curioso.

― Exactamente, estoy en el cuarto año de la universidad y quiero poder triunfar en el rubro ― sonríe complacida ― Te parecerá un sueño tonto, ¿No?

― Para nada, creo que no hay cosa más maravillosa que cuando uno desea algo con fervor y hace hasta lo inalcanzable para cumplirlo, nos hace sentir vivos, ¿No crees? ― pregunta cómodo, la situación es gustosa, la chica es bastante cálida.

― Ya lo creo ― asiente animada ― Adoro como las telas toman forma sobre el modelo, la manera en que puedo lograr que los dibujos lleguen a concretarse y la sensación al ver el trabajo terminado es…

― Embriagadora ― ríe ― Solía pasarme, cuando montaba por primera vez sentía que era el rey del mundo, que no había nada que no pudiera conseguir.

― Así se siente ― sonríe.

El camino comienza a llegar a su fin dejando ver nuevamente los comienzos de la gran casona, Elijah se adelanta un par de pasos sin darse cuenta mientras que la castaña lo observa de reojo; desde donde se encuentra puede ver el perfil del joven, el grosor de sus pestañas, esas pequeñitas peas sobre el puente de su nariz y sus preciosos ojos cafés, esos que brillan cuando habla de lo que gusta hacer, esos que le hacen perder el mundo a la fémina cuando le dan atención.

― Elijah, ¿Te quedarás más tiempo? ― pregunta de pronto.

― No lo creo, quiero saber qué es lo que debo abonarle a tu padre para el comienzo del tratamiento de Galeón y regresaré a mi rancho, allá tengo una madre bastante preocupada por mí ― ríe negando, a veces pone de nervios su cabeza.

― Oh, pensé que quizás deseabas quedarte un poco ― susurra.

― No lo sé, no creo que haya algo más por lo que deba quedarme y no deseo incomodar con mi presencia ― responde desinteresado posando la vista a lo lejos en Tomas y Elizabeth.

― Ya veo ― asiente algo triste, ¿Cómo podía llamar su atención?

― ¿En verdad no recuerdas nuestro primer encuentro? ― se coloca a su lado con inquietud.

― ¿Nos hemos visto antes? ― eleva una ceja, no puede ser, no puede tener tan mala memoria.

― Sí, acompañé a mi padre a ver uno de sus tantos caballos pacientes y el tema de conversación en el lugar no era de mi entendimiento pero tú me explicaste en pocas palabras, llevabas una chaqueta azul ese día ― comenta intentando parecer igual de desinteresada que él.

― Espera, claro ― asiente sonriendo ― Tú eres la chica de la que mi hermano hablaba, según pude escuchar te chocaste con él y le dijiste un par de verdades.

― No era mi mejor momento y no sabía que era tu hermano, en mi defensa, no es de las personas más agradables. ― Suelta molesta y rodando los ojos.

― Estoy de acuerdo contigo ― se carcajea ― ¿Si hubiera sido yo me habrías dicho tales verdades?

― No ― se apresura a hablar ― Te habría pedido disculpas y tal vez, tu número telefónico.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.