Camina por los bastos campos, no hay nada más dichoso que pasearse por el inmenso capo a la luz matutina del sol, sentir como cada poro de la piel recibe los rayos iluminados y el calor que se produce sobre la misma a medida que avanza la mañana; cierra los ojos suspirando hondo y sonriendo posteriormente, la suave brisa alborota su cabello y levanta de entre la maleza dientes de león –flor peculiar que parece un lindo pompón o una gran pelusa-. A lo lejos puede ver a Sproud pastar tranquila, detrás de ella se encuentra Tempestad quien en total desacuerdo relincha a más no poder –pues ha sido amarrado a la yegua mediante una soga- por no ser capaz de decidir dónde quiere ir, sin más, debe seguir a su compañera –aunque a veces se ponga algo agresivo y Elizabeth deba intervenir.
La rubia está convencida que la mejor terapia para el rebelde animal es demostrarle confianza y darle una buena dosis de amor, no solo humano sino también de los suyos; si ha sido maltratado anteriormente será muy difícil que vuelva a ser capaz de interactuar con personas pero si al menos puede disfrutar de una cabalgata junto a ella entonces podría evitarse el sacrificio –ya que lleva demasiados años lejos de la vida salvaje-.
― Bueno, parece que si tienes que hacerlo por obligación puedes comportarte ― habla mientras escribe en su libreta algunas anotaciones sobre el animal.
Sproud se acerca a ella con parsimonia, olisquea entre su sombrero y su camisa desprendida buscando su premio, una costumbre que ambas tienen desde el momento en que se conocieron; Lizzy sonríe terminando de escribir, la yegua es muy insistente y hasta lleva su hocico a su mejilla jugando con la muchacha, el movimiento siguiente de Elizabeth dio una mala impresión al negro corcel que obligado seguía a su compañera, quizás pensó que iba a golpearla, sintió cierto rechazo al actuar de la rubia recordando algún momento en el que fue golpeado por lo que enfurecido se abalanza sobre ambas empujando a la yegua embistiendo a la joven.
― ¡Tranquilo! ― grita la muchacha retrocediendo por el suelo asustada.
El caballo eleva las patas dando golpes al aire, sus relinchos son agudos, furiosos y la única intención que tiene es hacerle daño a la joven, Sproud retrocede haciendo hincapié en cada uno de sus pasos que golpean contra la hierba del campo, esto provoca que Tempestad se vea obligado por la soga a retroceder dándole algo de respiro a la rubia Jenkins.
― ¡Elizabeth! ― Arthur puede verse a lo lejos montando uno de los tantos corceles que le pertenecen junto a Tom en otro de ellos.
― ¡Papá, Tomas! ― poniéndose de pie corre algunos metros para frenarlo, podrían poner aún más colérico al animal.
― ¡¿En qué demonios estabas pensando?! ― de un salto el hombre toca tierra y se acerca a su hija ― No recuerdo haberte dado permiso para llevarte a ese animal a otro lugar que no fuera su corral.
― ¡Necesita esto, debe aprender a seguir a los suyos y a poder interactuar con ellos sin sentirse ofendido! ― responde viéndolo acortar la distancia entre ellos.
― Tomas, lleva a los animales de vuelta ― ordena mientras el chico asiente pasando de largo por su lado.
― Papá… ― intenta hablar.
― ¡Podría haberte lastimado! ― la toma por el brazo jalándola en su direccion ― Regresa, no quiero que te acerques a los establos en una semana.
― ¿Qué? ― voltea a verlo ― ¿Por qué? ¡Hago tan buen trabajo como tú, no puedes hacerme esto!
― ¡Sí puedo! ― farfulla ― ¿Cuándo vas a aprender que hay cosas que no puedes hacer? ¿Cuándo tendrás un límite Elizabeth? Tempestad es un caballo que no puede rehabilitarse y la única razón por la que sigue en mi rancho es porque no deseo verlo muerto, nada más.
― No puedes hablar en serio, ¿Por qué te rindes con él? Nos necesita ― se suelta de su agarre indignada.
― Hasta que no puedas comprender lo que te digo, hasta que no puedas pensar un poco en tu bienestar entonces no podrás volver a trabajar conmigo ni cerca de mí ― finaliza.
― No dejaré de ser quien soy, no por ti ― responde iracunda, viéndolo con tanto dolor y odio al mismo tiempo… ¿Cómo puede prohibirle hacer lo que tanto ama?
Se aleja de su progenitor llena de coraje, emprende la carrera no pudiendo entender porque tanto escándalo y es que Arthur ve en ella cierta peligrosidad que ella no, ese impulsivo carácter y ese afán de tener contacto con sus preciados caballos la ha puesto en un sinfín de peligros toda su vida; siendo niña la ignorancia e ingenuidad era parte todos esos “momentos” en los que su padre perdió el aire pero al crecer no la detuvo el conocimiento, más bien, parece estar incentivada por él.
Editado: 08.09.2019