Indomable

Capítulo Trece

― Papá, por favor, déjame ayudarte ― pide la joven caminando detrás del atareado hombre.

― Ya te he dicho mi opinión, te he dado un castigo a cumplir por lo que deja de seguirme y ve a hacer algo de tu vida ― responde suspirando y viendo a su hija menor.

― Pero, ¿Qué quieres que haga? ― farfulla ― Por favor, lamento mucho haberte desobedecido aunque no me hayas dado una orden exacta.

― No es porque hayas o no, desobedecido una orden ― masculla ― ¡Es porque no cuidas de ti misma! ¡Siempre pones primero a los animales antes que tu seguridad y si no haces caso a lo que digo te daré un castigo más largo!

― ¡No es justo! ― da media vuelta y se lajea rezongando por lo bajo, ¿Por qué tiene que ser así? ¿De qué seguridad habla si ella sabe lo necesario?

Se deja caer en los peldaños que dan a la entrada de la casa, puede ver a Tom pasear a Galeón con tranquilidad mientras que en el corral más alejado Tempestad relincha molesto no dejando que los ayudantes puedan hacerle la revisión médica adecuada; suspira nuevamente, ella podría hacerlo, está segura de que al menos lograría acercarse al animal si su padre no fuera tan testarudo. Parte de una buena relación entre el re habilitante y el caballo es la buena comunicación y confianza a la hora de realizar los ejercicios y cualquier actividad que incluya el contacto de con el otro.

Toma su móvil, Beatriz le ha enviado algunos mensajes contándole que salió de compras con su hermano y preguntando si desea algo en particular; sonríe viendo las cómicas fotos de la muchacha para desviarse a los mensajes, allí encuentra aún el de Elijah y lo relee un par de veces; medita la situación observando a su padre de reojo para finalmente ponerse de pie y encaminarse al rancho del jinete, si no puede hacer lo que le gusta en su propio hogar entonces lo hará fuera de él.

Estando en la entrada de su hogar comienza  a caminar tranquila pensando en que es lo que va a decirle exactamente al joven Greggor, pensar que su hermana también deseaba aprender le hace fruncir el ceño; ¿Realmente estaba interesada? Si era así la ponía muy contenta, Catalina no podría nunca  conocer lo hermoso que es estar al aire libre, lejos del móvil y las redes sociales y respirando aire puro al escuchar los sonidos de las criaturas que la rodean.

Frente a ella y con paso confiado Mike –uno de los tantos ayudantes que tiene Arthur- monta su corcel trayendo detrás de él a varios más amarrados con una soga y relinchando entre juegos propios de la especie; Elizabeth sonríe apresurándose a encontrarse con el chico para tomar uno de los caballos y volver a la carrera por el largo y frondoso camino.

Al trote y con el cabello alborotado puede divisar a lo lejos la casona de los Greggor, para ser más precisa también puede ver un par de quintas más debido a que la zona en la que se encuentran es común las casas de familia o eventos importantes; salta con agilidad cayendo de pie al suelo, para cuando quita la vista del animal se encuentra con Malek que la ve curioso y se acerca a paso rápido hasta donde ella.

― Que sorpresa verte por aquí ― suelta el chico ― ¿Pasó algo con Galeón?

― No, nada ha sucedido con él ― sonríe ― Vine a ver a tu hermano, si es posible.

― Claro, puedes verlo en casa ― suelta desinteresado ― Parece que no sabe hacer otra cosa que no sea andar entre caballos, ahora mismo se encuentra en una rabieta.

― Oh ― susurra.

― Sígueme ― comienza a caminar.

― ¿Crees que pueda dejar pastando a Capitán? ― pregunta la rubia de pronto.

― ¿Así lo llamas? ― voltea a ver al animal ― Me gusta ese nombre, déjalo libre, nuestro rancho está cercado por lo que lo encontrarás sin problema.

― Que bueno, no quisiera dejarlo amarrado mientras veo a Elijah ― besa la frente del animal mientras este levanta su pata e intenta sujetar a la chica en un acto de cariño.

Malek la ve sin expresión, se le antoja una conducta extraña para una muchacha de su edad pero nota la dulzura con la que las caricias hacia el animal son dadas y sonríe de lado, le recuerda mucho a él cuando era un niño pequeño deseando poder ser como su hermano mayor.

Nuevamente emprenden el andar hacia la casa, los caminos están húmedos debido al rocío matutino pero no podrían dejar un aroma más delicioso que el que reluce en el aire; las flores ayudan mucho en esto y la rubia observa todo con ojo clínico, tal y como haría en su propio hogar.

― ¿Eres amiga de Elijah? ― pregunta de pronto.

― No necesariamente, solo tenemos un asunto pendiente ― responde suspirando ― Tu hermano es algo… egocéntrico.




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