Indomable

Capitulo Dieciseis

La fisioterapia equina es un complemento no invasivo de los procedimientos terapéuticos veterinarios habituales. Engloba al conjunto de técnicas manuales, mecánicas y eléctricas (electroterapia), aplicadas con el objeto de prevenir, tratar o rehabilitar una disfunción física del caballo. ― lee en voz alta mientras acomoda –a medias- sus cosas sobre la repisa ― Los objetivos del trabajo fisioterapéutico son la reparación del tejido lesionado, la eliminación del dolor, el restablecimiento del rango de movimiento, la mejora de la función motora, la prevención de lesiones y la optimización del potencial físico y deportivo. ― Frunce el ceño ― Pero todo esto yo ya lo sé, no es una novedad. ― lleva un buen rato estudiando y evaluando la posibilidad de estudiar veterinaria para especializarse en los equinos, después de todo su hermana dijo que buscara una carrera más… prometedora.

Toma asiento junto a la ventana mientras observa fuera, puede ver claramente como su padre prácticamente está peleando con Tempestad para poder sacarlo del corral; el animal relincha molesto hasta que tira con fuerza de la soga con la que tratan de moverlo y el hombre cae hacia delante, más precisamente cerca de sus patas delanteras mientras el caballo enfurecido lanza patadas al aire.

Sin perder tiempo la rubia lanza el libro al suelo corriendo con premura, baja las escaleras y casi lleva por delante a su cuñado intentando salir del hogar; en cuanto sus pies tocan las afueras corre rápidamente hasta los corrales, Tomas y Eric preparan un gran bozal para el corcel y Arthur intenta no verse amenazador para poder acercarse lo suficiente y tener en su poder nuevamente la soga y someterlo.

― ¡Papá! ― Elizabeth trepa las bayas del corral para de un salto estar dentro sin más ― Tranquilo… ― susurra viendo al negro animal y elevando una mano con cuidado.

― ¡Aléjate Elizabeth! ― grita su padre abriendo los ojos a más no poder por la escena.

―  No temas, ven, déjame quitarte esto del cuello ― habla aproximándose viendo especialmente la soga alrededor de las crines lacias.

Con cuidado, de la manera más lenta en que su cuerpo puede moverse la chica toma la soga, se mantiene estática al escuchar uno que otro relincho y los ojos fijos de la bestia en ella; lleva la otra mano por lo bajo hasta poder quitar el ligero nudo de ambos extremos, una vez desatado retrocede un par de pasos llevándose consigo la cuerda pero Tempestad no parece cómodo con su presencia puesto que apenas se ve libre y al mismo tiempo amenazado por la joven Jenkins la embiste con fuerza y llevándola contra las bayas prácticamente la estrella allí mismo. La rubia deja escapar un jadeo por el golpe, siente que todo el aire de sus pulmones ha escapado a alguna parte y se deja caer en el lugar, el caballo retrocede moviendo sus patas y golpeando sus pezuñas contra el suelo con violencia.

― ¡Elizabeth! ― Tomas entra en acción pero el corcel se vuelve contra él creyéndose atacado, en peligro. ― ¡Mierda! ― masculla lanzándose a un lado antes de ser golpeado.

― ¡Traigan el sedante! ― ordena el dueño del rancho abriendo empeñado en alejar el animal de su hija.

― ¡No! ― alcanza a farfullar la joven ― ¡Está asustado, cree que van a herirlo!

Rápidamente Eric dispara un dardo tranquilizante al pescuezo del animal, en pocos segundos Tempestad parece calmar su ira, se aleja de los humanos mientras relincha por lo bajo para finalmente dejarse recostar en la hierba del corral y cerrar sus ojos preso de una agitada respiración; lo último que sus ojos enfocan  es a la rubia muchacha y la oscuridad se apodera de él.

Debido a los gritos y el alboroto Elena llega hasta ellos casi a las corridas seguida de Elijah quien ha ido en busca de Arthur deseando tener un diagnóstico de su caballo; ambos recién llegados ven el desastre que se presenta ante sus ojos, Tomas luce cubierto de tierra y despeinado, Eric empuñando el arma de tranquilizantes y Elizabeth intentado ponerse de pie mientras su padre se acerca a ella.

― ¡Creí haberte dicho que no interfirieras, creí haberte dicho que no portaras siquiera por el rancho! ― suelta molesto.

― No te preocupes, estoy bien ― rueda los ojos.

― ¿Es que quieres que te envíe con tu madre? ― pregunta viéndola incrédulo.

― ¡¿Hablas en serio?! ― masculla ― ¡Intentaba ayudarte, discúlpame por tener algo de interés en tu bienestar!

― Es el tuyo el que me preocupa ― responde.

― Yo no soy el que estaba siendo apaleado por un caballo ― se aparta del hombre molesta.

― Greggor, no podré atenderte hoy pero hazme el favor de sacar a la testaruda de mi hija de aquí ― señala a la rubia mientras Elena revisa a su padre ― Le agregaremos dos semanas más a tu castigo.




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