Indomable

Capitulo Diecisiete

― ¿Ya llegamos? ― pregunta Malek como por tercera vez.

De camino al rancho Jenkins el mayor de los hermanos se vio obligado a llevar al menor –por pedido de su padre- a su cita semanal con su representante para pasar tiempo juntos e intentar limar las asperezas que entre ellos hay –aunque Elijah no tenga idea de donde se originan o cuando o siquiera porqué, pero, por sus padres está dispuesto a cooperar sin problema-.

― Pronto, deja de molestar ― responde el conductor perdiendo la cuenta de cuantas veces precisamente ha preguntado aquello el muchachito.

― ¿Dónde vamos? ― La rubia lo observa.

― Hay una clínica en el centro de la ciudad, es muy buena, allí me tratan cada vez que necesito atención medica ― responde asintiéndole.

― ¿Por qué la necesitarías? ― frunce el ceño.

― Por nada, nimiedades ― se encoge de hombros.

― Que revisen tu cabeza y tu columna después de que te pasaron por encima varios caballos no es una nimiedad ― suelta Malek entretenido con su videojuego y casi como si estuviera hablando de una simple receta de cocina.

― Calla ― se apresura a verlo por el espejo retrovisor, no es de su agrado hablar del accidente, mucho menos con Elizabeth puesto que lo último que quiere es que sienta pena por él.

― ¿Qué? ― Elizabeth observa sobre la sien de su acompañante  por primera vez percatándose de que hay una cicatriz –bastante notoria-  que se pierde entre sus cabellos alborotados.

― Nada ― responde seco mientras frunce el ceño y se acomoda en su asiento.

― Si quieres yo puedo contarle, como fue que tú y Galeón terminaron bajo una avalancha de caballos que… ― el freno del auto es pisado de repente, Malek prácticamente hubiera atravesado el parabrisas si no llevara el cinturón de seguridad y su acompañante apenas  y puede aferrarse al asiento.

― ¡Elijah! ― grita la rubia.

― Baja ― voltea enfurecido hacia su hermano menor ― ¡Baja de mi auto mocoso! ¡Ahora!

El adolescente chasquea la lengua quitándose el cinturón de seguridad, abre la puerta saliendo del auto y de un portazo se despide de los presentes, mete las manos en los bolsillos y emprende la caminata de regreso a su casa –lo cual le llevará varias horas-; los ojos azules de la joven se clavan en Elijah quien no ha dejado de apretar el volante y sus puños comienzan a tornarse blancos, como por impulso ella coloca su mano sobre el brazo del muchacho y este parece recordar que todavía se encuentra en su compañía parpadeando varias veces y centrando su atención en ella.

― Perdona, te llevaré a la clínica ― carraspea poniendo en marcha el automóvil.

― Descuida, podemos regresar si gustas ― susurra.

― No, necesitas que te vean esa lesión ― suspira ― Lamento lo de recién, mi hermano habla demás muchas veces y…

― No hay problema ― asiente ahorrándole la explicación.

Tras algunos cuantos minutos más de conducir por la carretera pueden ver la ciudad y posteriormente la clínica médica, Elizabeth no ha dejado de pensar en lo que sucedió con los hermanos Greggor y es evidente que entre ellos sucede algo  más que la tipia disputa entre hermanos, muy en el fondo parece haber un problema grave y por la expresión del menor hay cierto dolor y desdén contra el mayor, pero, prefiere no inmiscuirse, no es de su incumbencia.

La doctora Villareal es quien atiende  a la rubia, la mujer de larga caballera ondeada es la que regularmente se encarga de las revisiones del muchacho, tras algunas radiografías llegan a la conclusión de que solo es un hematoma superficial, no hay fractura ni nada parecido por lo que solo le indican tomar medicación para bajar la inflamación.

― No sé cómo te hiciste esto pero debes tener más cuidado, el cuerpo humano es muy frágil ― le sonríe la mujer. ― Necesitarás descansar un par de días pero pronto te sentirás en óptimas condiciones para regresar a la rutina diaria.

― Gracias, lo tendré en cuenta ― asiente.

― Gracias Gabriela ― le sonríe el muchacho viéndola salir del consultorio. ― Bueno, al parecer no es nada grave.

― Te lo dije ― asiente sintiendo el alivio que comienza a darle el medicamento.

― ¿Qué sucedió? Me refiero a cómo es que terminaste así ― toma asiento frente a ella, precisamente en la camilla.

― Mi papá tenía problemas con Tempestad, el pobre corcel tiene miedo de ser golpeado nuevamente, ha sufrido tanto que parece no poder vivir tranquilo ― suspira ― Mi padre cayó al suelo, no pude evitar querer ayudar y el caballo me lanzó  contra las bayas del corral.




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