Indomable

Capítulo Veinticuatro

― Dime, ¿Cuál es la sorpresa? ― pregunta subiendo a su auto.

― Eres muy impaciente, ¿Verdad? ― eleva una ceja.

― Bueno, no me gusta esperar ― se encoge de hombros ― Vámonos rápido, no quiero que nos vea alguien.

― ¿Quién? ― observa por el espejo retrovisor. ― Dime que tu padre no saldrá con una escopeta de tu casa intentado darme por pendejo.

― ¡Claro que no! ― ríe.

― Me quedo más tranquilo entonces ― ríe también mientras el auto se pone en marcha.

La carretera luce casi vacía, silenciosa y propicia una noche tranquila para todos los que quieren iniciarla.

El cielo despejado brinda algo de belleza a Elizabeth, siempre ha adorado la manera en que el manto celestial alumbra por las noches el campo con sus hermosos y casi mágicos astros; Elijah maneja tranquilo, de reojo observa a la rubia con una sonrisa, el solo hecho de haber tenido la oportunidad de que ella aceptara lo pone sumamente optimista –puesto que pensó que sería rechazado de la peor manera teniendo en cuenta el carácter de la muchacha-.

― Me alegra que hayas venido ― suelta de pronto.

― No me dejaste mucha opción cuando te trepaste a la ventana de mis amigos ― lo observa divertido.

― Bueno, en mi defensa, tu no me respondías los mensajes ― finge inocencia.

― ¿Cómo sabias que no estaba respondiéndolos? ― inquiere.

― Porque estaba en la ventana hacía un rato ― sonríe intentando verse inocente para que su acompañante no quiera golpearlo.

― ¿En serio? ― pregunta asombrada.

― Sí ― asiente ― Bueno, es que el hermano de Beatriz puede ser bastante galante cuando quiere tener novias.

― Y ahora lo conoces ― eleva una ceja.

― Conozco a todo el mundo por aquí, llevo más años que tú, recuérdalo ― sonríe ― Mira, perdona, no te estoy asechando ni nada por el estilo es solo que… ― la observa mientras aparca con cuidado.

― ¿Qué? ― pregunta atenta.

― Llegamos, anda, te gustará ― sonríe saliendo del vehículo y dejando a la menor de las Jenkins con ansiedad e intriga.

Apenas pone un pie fuera del auto puede ver un pintoresco y acogedor restaurante, se encuentra justo en el límite entre la ciudad y el comienzo del campo donde todos los ranchos pueden verse a la distancia; hay una cierta cantidad de kilómetros entre uno y otro lugar pero no habría mejor punto de encuentro para el local.

Elizabeth sonríe cuando puede ver claramente los adornos en la entrada, sutiles, casi hogareños podría decirse y los jardines alrededor acompañan dando un toque de color; da un respingo cunado su acompañante pasa por su lado ágilmente y casi como si fuera natural toma su mano, entrelazando sus dedos con los de ella guiándola hasta la entrada donde un hombre sonríe a todos y les indica cuáles son sus mesas según las reservaciones.

― Buenas noches, tiempo sin verte Elijah ― el hombre palmea el hombro de joven.

― Sí, creo que la última vez que vine aquí cuando tenía unos quince años pero el lugar se ve aún mejor que como lo recordaba ― suspira.

― Buenas noches ― sonríe la rubia.

― Hola, veo que mi pequeño Elijah ya no es un niño y trajo a su preciosa novia ― ríe una mujer acercándose con las mejillas encendidas en color rosa y agitando un mantel pequeño.

― No, no es… ― niega la rubia algo sonrojada mientras el muchacho a observa riendo, se ve tan linda.

― Vamos, pasen y pónganse cómodos en su mesa ― la mujer –de nombre Diana- jala de ellos llevándolos a la segunda planta y al aire libre, con una vista bastante bonita y convenientemente solos y alejados del bullicio del interior familiar.

Los ojos de la muchacha recorren el lugar, las luces, las mesas bien decoradas pero no exageras y hasta los cuadros que dan estilo al restaurante le hacen sonreír; sin duda alguna es perfecto para ella, cómodo y lo hubiera elegido por sobre otros lugares más concurridos o de nombre conocido.

― Es bellísimo ― susurra.

― ¿Verdad que sí? ― le sonríe ― Sabia que te gustaría.

― ¿Así? ― se acomoda dejando su abrigo a un lado.

― Claro Lizzy ― asiente mientras observa la carta y ella repara en que acaba de llamarla de la misma manera que lo hace su familia, nunca había sido así ni siquiera cuando era más pequeña y salía con uno que otro muchacho ― Creo que me he vuelto un experto en ti ― ríe viéndola ― Este lugar tiene la combinación perfecta entre familia, elegancia, femineidad, dulzura y carácter, sus empleados eso destilan; igual que tú.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.