Indomable

Capítulo Veintisiete

― Me alegra que hayas aceptado la invitación a comer con nosotros, realmente quiero que veamos los últimos detalles para el alta de Galeón ― habla Arthur caminando tranquilamente por el sendero que lo llevará a la enorme y familiar casona.

― Debo agradecer yo por la invitación ― sonríe Elijah ― Saber que mi caballo se encuentra bien es un gran alivio, quisiera que me dijera el importe del tratamiento para poder pagarle.

― Tendremos tiempo para los negocios luego de la cena, hijo, ahora quiero hablarte de algo más ― observa su reloj, la seis de la tarde en punto.

― ¿De qué se trata? ― frunce el ceño, quizás sea algo referido a Elizabeth o a la propuesta que él le hizo a la joven para participar en su equipo de profesionales.

― Sobre mi hija Catalina, he sabido que pasan algo de tiempo juntos ― comienza ― Creo que están lo suficientemente grandes como para saber lo que hacen, para llevar adelante sus relaciones amorosas sabiendo que estar preparado para todo es fundamental, por ello, quiero pedirte que la cuides bien; es una joven sensible, a veces, tiende a dramatizar demasiado porque es su personalidad alocada la que produce todo ello.

― Ya veo ― responde viéndolo de reojo ― Su hija es una buena amiga, me ha ayudado a despejarme de mis problemas y no sería capaz de hacerle daño, la aprecio en cierta forma, por ende, no comprendo por qué me dice esto.

― Eres demasiado diplomático ―ríe el hombre mientras que el muchacho frunce el ceño sin entender del todo a dónde quiere llegar el dueño del rancho.

Pronto pueden ver a Tomas y Elizabeth alrededor del corral de Tempestad, el animal parece tranquilo recibiendo el heno que le han llevado, el joven ayudante llena el cuenco con agua para el animal mientras otro muchacho graba todo con una cámara; Lizzy apoya su cuerpo sobre el corral observándolo atenta, ¿Cuál será la mejor manera de entrar en confianza con el animal?

Decidida se encamina a la entrada del recinto, la abre rápidamente y se introduce en la misma bajo la atenta mirada oscura del corcel, toma algo de heno en su mano y se aproxima a paso calmado pero seguro hasta estar a una buena distancia –segura pero cerca- para colocarlo en el suelo y observar con el cuerpo gacho a Tempestad; este relincha un poco, mueve sus patas erráticamente y parece sentirse nervioso o presionado más la inmovilidad de la rubia le da lago más de confianza y tras dos o tres relinchos más se aleja de ella para hacerle saber que no necesita ponerle atención, que, por el momento, no es una amenaza.

Con una sonrisa se yergue, retrocede sin quitarle la mirada de encima hasta que su espalda choca contra la puerta del corral y en un movimiento veloz ya se encuentra del otro lado sintiéndose victoriosa, una pelea ganada, solo falta tener más paciencia.

― ¿Te das cuenta que pudo haberte atacado? ― pregunta Tomas serio.

― Sí, pero no lo hizo ― asiente ― Si no se arriesga nunca vamos  a tener un progreso, necesito hacer esto.

― ¡Elizabeth! ― Arthur se acerca a ella.

― Papá, no empieces nuevamente con tus sermones, ese animal necesita ayuda y no voy a parar hasta lograrlo; no voy a permitir que lo sacrifiquen, no voy a abandonarlo. ― Lo enfrenta ― Sé lo que estoy haciendo, confía en mí.

― Si tienes una sola experiencia de peligro enviaré a ese animal a otro rancho, ¿Entendido? ― habla serio.

― Entendido ― responde de igual forma.

― Creo que no he conocido a nadie que tenga ese carácter tuyo ― Elijah sonríe ― Es admirable, me encanta.

― Bueno, alguien debe llevar este rancho adelante ― ríe.

Arthur los observa de hito en hito, obviamente ha quedado excluido de la conversación e incluso de la escena y es cuando lo nota, cuando lo entiende; a quien parece querer el joven es a Elizabeth y no a Catalina, es por ello que no entendía el porqué de su plática previa y el hombre sabe que tal situación será un problema entre las hermanas. No cabe duda de que Elizabeth corresponde esa intención –aunque para el progenitor aun no este del todo clara- y teniendo en cuenta el carácter de ambas muchachas es lo más probable que pronto lleguen las disputas –lo mejor es hablar con Cata, su trabajo como padre ahora se intensifica-.

― Veré si Elena necesita ayuda, al parecer la pobre está muy atareada con el banquete para esta noche. ― comenta el hombre.

― La ayudaré en cuanto me cambie ― sonríe Elizabeth.

― Te lo agradeceré, sabes que es capaz de preparar comida para todo un batallón ― ríe marchándose el cálido hombre.

― ¿Qué sucede? ¿Por qué tanta comida para una simple cena? ― pregunta Elijah acomodando el sencillo sobrero que lleva la rubia, esta suspira cansada y desvía la mirada como si algo le molestara ― ¿Elizabeth?




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