Indomable

Capitulo Treinta y Dos

― Buenos días, quiero ver a un paciente ― se anuncia Elijah a la enfermera encargada de la recepción.

― Dígame el nombre del paciente ― sonríe cordial.

― Elizabeth Jenkins ― observa su reloj y luego por el corredor esperando poder ver a Arthur o a alguna de las hermanas de la chica.

― Se encuentra en la habitación doscientos cinco, las visitas están permitidas hasta la una de la tarde ― le entrega un broche donde se lee “visitante”.

― Gracias ― apenas tiene el prendedor en sus manos corre hacia el ascensor.

En cuanto llega al segundo piso del edificio puede ver varios corredores con habitaciones y pacientes, seres queridos visitando y enfermeros y médicos yendo de aquí para allá atareados a mas no poder; comienza a leer los números pintados en las puertas hasta dar  con el cuarto de su rubia, observa a una enfermera como si estuviera pidiendo permiso para entrar y esta con un sutil asentimiento de cabeza le sonríe y acto seguido la perilla de la puerta es girada y con cuidado se introduce en la salita blanca y algo triste –como todas-.

Cerrando detrás de sí sin hacer demasiado ruido voltea buscando con la mirada a la muchacha para encontrarse con Tomas prácticamente tendido a su lado en la misma cama y sus manos entrelazadas cual pareja, frunce el ceño y pasa la mirada de aquella unión a sus rostros, duermen plácidamente y a un lado puede verse lo que queda del desayuno que las enfermeras han dejado para la paciente; ¿Cuándo lleva allí Tomas? ¿Por qué está acostado junto a ella? ¿Y por qué sus manos están unidas? Carraspea un poco, quien advierte su presencia es el joven que parece tener el sueño bastante ligero, este se incorpora con lentitud tallando sus ojos pues la luminosidad que entra por la ventana le causa incomodidad de primera mano, enfoca la vista en el recién llegado y tarda algunos segundos en darse cuenta de quién se trata realmente.

Ambos se sostienen la mirada, uno con incertidumbre y algunos sentimientos encontrados y otro totalmente calmo, pero es más que obvio que no hay buena relación entre los dos muchachos.

― Greggor, ¿Qué haces aquí? ― Pregunta el muchacho viéndolo sin inmutarse, tampoco se ha dado cuenta de que aun sostiene la mano de Elizabeth entre las suyas.

― Bueno, me enteré de lo que había ocurrido y vine a verla ― pasa sus ojos a la fémina.

― Ya veo ― asiente ― Tenía entendido que ella no te soportaba.

― Entendiste mal ― responde con una sonrisa forzada.

― Oh, ¿Sí? ― ladea la cabeza, estaba seguro de que ella no podía verlo.

― Mejor dicho, te has quedado en el inicio de nuestra relación ― sonríe ― Ahora estamos más que gustosos por vernos.

― Mira tú ― asiente.

― ¿Tom? ― la rubia abre los ojos haciendo una mueca de dolor.

― Tranquila Lizzy, estoy aquí ― la ayuda a incorporarse colocando las almohadas en su espalda.  ― ¿Mejor?

― Sí, gracias ― asiente algo aturdida, apenas despertó hace un par de horas y pudo desayunar pero inmediatamente cayó dormida y los dolores de espalda no han disminuido.

― Elizabeth ― Elijah se aproxima a ella llamando su atención. ― ¿Nos das algo de tiempo? ― observa a quien para él estorba en la escena y tras un intercambio de miradas con la menor de las Jenkins, el ayudante sale de la habitación calmado y parsimonioso.

― Hola, que bueno es verte ― sonríe la rubia acomodándose mejor.

El castaño le sonríe a cambio acercándose, toma entre sus manos el rostro femenino para besarla sin reparo y luego estrecharla con mucho cuidado, dejándola algo desconcertada por lo segundo y es que realmente se asustó cuando llegó al rancho y se enteró de que ella había sufrido un accidente, pensando en un sinfín de posibles escenarios casi perdió el cabello y los nervios le jugaron la peor de las pasadas pero  verla allí, despierta y dentro de todo sana y salva, le devolvió el alma al cuerpo.

― No tienes idea de lo mal que me lo has hecho pasar ― susurra.

― Perdona, de veras, no sé qué ocurrió ― suspira.

― ¿No recuerdas? ― la observa intrigado.

― Algo, no recuerdo exactamente en qué momento terminé así o porqué, pero tengo conversaciones en mi mente, escenas… Catalina… ― susurra lo último apartándose del jinete.

Antes de que Elijah pueda preguntar al respecto la puerta de la habitación se abre de pronto para dar paso a Arthur, sus hijas y Tomas. Rápidamente la rubia los observa a todos, su padre se acerca dándole un abrazo mientras su hermana mayor sonríe aliviada de que no haya sido una situación que pasara a mayores, Catalina por su parte se mantiene a los pies de la cama sin decir nada y esto llama la atención del ayudante que los acompaña.




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