Indomable

Capítulo Treinta y Seis

Flashback.

 

“― Te digo que sí, mamá, la traeré apenas pueda para que la conozcas ― ríe el muchacho acomodando algunas prendas dentro de la maleta.

― Eso espero, tengo mucha curiosidad, no es común ver esa sonrisa en tu rostro ― suelta la mujer encantada, ver a su hijo así de feliz y motivado realmente es curioso.

― No te preocupes ― besa la frente de su madre.

― ¿Llevas todo? ― lo acompaña hasta la salida de la casa.

― Todo, de todas formas regresaré aquí periódicamente por Galeón. Tengo mucho trabajo con él antes de la carrera que se llevara a cabo en unas semanas ― coloca la maleta dentro del auto ― Dale saludos a papá y Malek cuando regresen, lamento no poder verlos yo.

― Sabes como son, a tu hermano no le agradará el hecho de que regreses pero tendrá que acostumbrarse ― se encoge de hombros.

― A veces los hermanos son algo injustos ― suelta recordando a Catalina.

― Y no lo hacen a propósito, pero los hermanos no dejan de ser familia querido, es importante que resuelvan los conflictos o que cada uno siga su camino sin interrumpir en el del otro; eso sería lo más sensato. ― asiente la mujer ― Malek es joven, solo tiene miedo a perderte, también se siente inferior a ti por su falta de experiencia.

― ¿Malek quiere correr? ― voltea a verla sorprendido, no se esperaba algo así.

― Eso parece, pero tenerte como hermano mayor, tú que hasta ahora eres renombrado en ese rubro debe ser algo difícil, las expectativas en él aumentan ― susurra pero sonríe al final ― Creo que te necesita, ya sabes, como su hermano mayor y no como el tutor que piensas que puedes ser. Deja que se equivoque, no le hará daño.

Las palabras de la sabia mujer lo dejan pensando puesto que deseaba poder ayudar al chico y darle los consejos que no le dieron a él cuando se inició en ese mundo pero, tal vez, solo necesite un poco de aliento de su parte y puede entender que mucho del comportamiento del jovencito hacia él el último tiempo se debe a eso, y es que a su corta edad debe estar pasando por un sinfín de emociones y contradicciones y sumarle la presión de tener un hermano cuyo nombre siempre trae charlas y felicitaciones no debe ser nada fácil.

Una vez montado en el vehículo, con la música sonando a través del parlante y la vista en la salida de su rancho, decide emprender el camino a la ciudad y a lo que será un buen tiempo junto a la rubia testaruda que mueve cielo y tierra en su mundo pero antes de que pueda siquiera comenzar el trayecto sus ojos encuentran la figura de Arthur al final del camino –el cual lleva a la carretera principal-, ¿Acaso lo espera? Elijah frunce el ceño, el hombre se acerca hasta la ventana de su lado y pide hablar con él.

― Señor Arthur, no esperaba verlo aquí ― comienza al bajar del auto.

― Francamente yo tampoco esperaba tener que hablar contigo ― responde calmado.

― ¿Algo va mal? ― eleva una ceja, algo le dice que no se trata de negocios por lo que el hombre se encuentra.

― Pues, sí ― asiente ― Quiero pedirte un enorme favor, para ello quisiera que demos una vuelta, hablar tranquilos, de hombre a hombre.

Ambos caminan con parsimonia, ninguno sabe cómo empezar la plática. Uno de ellos no tiene idea del rumbo que tiene la conversación y el otro, no quiere ser grosero al expresar su parecer pero si es necesario…

― Elijah, sé que eres un joven educado y de buena familia, que tienes las mejores intenciones y lo he podido ver el tiempo que estuviste en mi rancho con Galeón, pero, mi hija Elizabeth no es la mujer para ti ― suelta de pronto.

― ¿Por qué no me deja a mí decidir eso? ― pregunta deteniéndose. ― Parece que es de familia querer controlar lo que ella sienta o a quien conozca, no se ofenda, ya pasé por esto con Catalina.

― No tenia idea de que era realmetne eso lo que pasaba ― asiente lentametne ― Pero trato de que Lizzy tenga una vida tranquila y sana, lejos de toda esta locura que implican los ranchos, las carreras, los caballos… Mi hija tiene un carácter fuerte, un temperametno difícil de encaminar y ya ves que su afán por sentirse parte de esto la ha llevado a ponerse en riesgo, todo por un animal que no tiene remedio.

― No creo que sea un afán, señor, su hija ama esta profesión, es su vocación ― lo ve serio ― Me extraña que no pueda ver lo mismo que yo, pero, al alejarla lo único que hace es hacerle daño porque eventualmente ella encontrará la forma de retomarlo, con usted o no.

― Intento sacarla de este mundo, he visto lo que ella no ― da algunos pasos ― Esta vida, no es como la pintan en los cuentos o las revistas, debes dejarlo todo e incluso lo que más amas para poder triunfar en el mercado y para cuando te das cuenta de ello, es tarde, ya no tienes nada más por lo que puedas pelear.




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