Indomable

Capítulo Treinta y Ocho

En cuanto están cerca del lugar –el cual se encuentra rodeado de edificios y atracciones que son el furor cada vez que la multitud se acopla para disfrutar de los eventos de carreras- pueden verse las enormes gradas, el hipódromo es una arena apta para disputar carreras de caballos y poder observar y evaluar a cada ejemplar en su máximo esfuerzo. El interior tiene gradas en el perímetro, y el centro está formado de tierra o hierba y dispone un óvalo bordeando las gradas que forma la pista, estas pueden ser de tierra –arena- o de hierba –césped-, en las primeras las carreras son de galope o trotón mientras que en césped se dan las de galope, con o sin saltos. Naturalmente, dentro del recinto toda persona que desee apostar tiene la posibilidad de hacerlo siempre y cuando sea en términos adecuados –aunque nunca faltan aquellos que mantienen sus negocios fuera de la ley-.

― Te va a encantar ― caminan apresurados por ingresar de una buena vez ― Es un lugar bastante peculiar pero encontrarás todo lo que te gusta.

― ¿Cómo sabes lo que me gusta? Hace apenas una semana que nos hemos conocido ― la rubia observa detalladamente todo.

― Porque eres muy transparente, se te nota cuando algo te gusta y viceversa, la verdad es que eres de las pocas personas que conozco que puedo leer con suma facilidad ― el muchacho saluda a algunos conocidos con un ademan de su mano. ― Además, en clase siempre te interesas por el tema equino y todas tus preguntas a los maestros rondan ese rubro, tendría que ser muy estúpido para no atar los cabos sueltos.

― Creo que me pones demasiada atención ― suelta divertida.

― No lo he negado nunca ― le sonríe.

La muchacha lo observa de reojo, no la ha pasado desapercibido el último comentario pero prefiere no decir nada al respecto y continuar con el paseo, se ha propuesto poder disfrutar del día y dejar de lado el nombre de Elijah.

Los ojos de Elizabeth se abren de par en par cuando la arena se muestra frente a ella, sonríe cuanto puede al escuchar el galopar de caballos y en cuanto corre hasta estar cerca del circuito que están probando puede ver a los corceles y sus jinetes andar, trotar y hasta juguetear entre ellos; ese mundo que siempre ha criticado no parece ser tan malo a simple aunque sabe que los secretos de cada entrenador son los que perjudican a cada animal, camina hasta un lado, intenta ver mejor el correr de tres caballos mientras tantea el terreno.

― Son veloces, pero algo jóvenes e inexpertos ― comenta Lucas acercándose a ella.

― ¿Cómo lo sabes? Parecen llevar bien la carrera ― frunce el ceño.

― Pero fuerzan al animal a hacerlo, creo que el caballo es demasiado joven ― ladea la cabeza.

― Oh, ¿Cómo te has dado cuenta? ― pregunta interesada.

― ¡Ey, Lucas! ― gritan de pronto y el aludido voltea desinteresado ― Viejo, llevo dos horas llamándote ― rueda los ojos el joven de ojos verdes que se le acerca al trote ― Tu caballo llegó esta mañana, parece que está en sus mejores condiciones, pero debes probar el terreno.

― No lo pruebo, no lo necesito ― resta importancia.

― Amigo, sé que eres un genio en esto pero no deberías confiarte tanto ― suelta preocupado.

― ¿Un genio? ― Elizabeth lo observa. ― ¿Corres?

― ¿Qué si corre? ¿No sabes quién es? ― ríe ― Él es Lucas Ackerman, uno de los mejores corredores de la última década, él y Elijah Greggor han sido los más renombrados corredores este último tiempo, es más, solían ser rivales y competían en toda carrera que hubiera.

― ¿Elijah Greggor? ― Lizzy susurra sorprendida.

― No pensé que nos encontraríamos aquí, Lizzy ― una voz obliga  a todos a voltear encontrando al castaño de ojos miel junto a Galeón a unos metros. ― Lucas, tiempo sin vernos.

― Greggor, lo mismo digo ― asiente el aludido, parecen no tener buena relación ― ¿Se conocen? ― observa a la rubia quien parece seguir sorprendida de tenerlo frente a frente.

― Su padre fue quien recibió a mi caballo en su rancho, tuvo allí su tratamiento ― responde el castaño tranquilo.

― ¿Tu padre? ― pregunta Lucas.

― Mi padre es Arthur Jenkins ― suelta suspirando ― Me ha enseñado todo lo que sé, pero, preferí dejarlo oculto y me inscribí con el apellido de mi mamá.

― Jenkins ― abre los ojos ― Bueno, eres su viva imagen, ha de estar muy orgulloso.

― Supongo ― susurra la rubia.

― ¿Qué haces aquí? Creí que tu padre no querría verte cerca de otro caballo ― Elijah se acerca a ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.