― ¿Puedo hablarte? ― la muchacha entra en la habitación de su madre.
― Si es muy necesario ― se encoge de hombros.
― Elizabeth… yo… Perdón ― suspira ― Quiero pedirte disculpas por todo lo que te dije, por lo que pensé de ti y no te di oportunidad de hablar del tema.
La rubia la observa con seriedad, no parece creer mucho en su palabra y francamente no le interesa en esos momentos una disculpa. Suspira, asiente y vuelve a lo suyo dándole la espalda a la castaña.
― ¿Por qué eres así? ― pregunta molesta ― Intento hacer las paces contigo.
― Mira nada más, ¿Por qué? ¿Por qué de repente quieres que te perdone? ¿Es porque ya te diste cuenta de que Elijah no va a mirarte de la forma en que deseas?
― Sí ― asiente rodando los ojos ― Sé que no hay manera en esta vida de que me vea como lo hace contigo, también entendí que yo me equivoqué y mucho, que fui infantil y egoísta y que hay cosas que no pueden ser… No lo sé, perdóname Elizabeth.
― ¿Sólo eso? ― la observa de reojo.
― No ― suspira ― Quiero pedirte perdón por todo, por pensar de ti cosas que no debía, por tener celos de ti cuando no era tu culpa. Mis papás y Elena han estado para mí como para ti siempre, yo era la de las inseguridades y aun las tengo pero estoy segura de que puedo mejorar, si me perdonas. Te quiero enana, lo sabes.
La castaña espera impaciente, observa los movimientos de la rubia pero no logra ver algo que le indique que ha hecho bien o que su hermana siquiera piensa en sus palabras, suspira cerrando los ojos en evidente cansancio y decepción y estando a segundos de marcharse del cuarto siente como los brazos de Elizabeth la estrechan con fuerza; corresponde inmediatamente, sin perder el tiempo y sollozando una y otra vez lo mucho que lamenta todo lo que ocurrió y que desearía poder arreglarlo de alguna forma.
― Ya calla, es normal que hagas desastres siempre que puedes ― ambas ríen.
― Al menos dime que valió la pena que continuaras con Elijah, muero de ganas porque me lo cuentes todo ― sonríe ― No es como si ya estuviera superado pero soy tu hermana mayor y quiero serte de ayuda, aconsejarte, quiero que busques en mi la misma sabiduría que en Elena, aunque sabemos que no soy el mejor de los ejemplos para ello.
― No te preocupes, siempre me has ayudado, aunque no lo creas ― resta importancia volviendo a sus tareas.
― ¿Y? ― apremia.
― No hay nada que contar, él me rechazó, parece que las palabras de papá lo asustaron y cree que es la peor elección que yo podría haber hecho ― suspira.
― ¿Y tú que crees? ― ladea la cabeza.
― Que está equivocado, que no es así… ― la ve entristecida.
― Entonces, ve y díselo, cuéntale lo que sientes por él y si aun así no es capaz de luchar por ti y por lo que tienen, no es con él ― se encoge de hombros ― Duele, tardas en comprenderlo pero así debe ser, un proceso que parece sacarnos vida cuando lo transitamos.
― Me parece de locos que tú me lo digas ― le sonríe.
― Como tú también aprendo de lo que me ocurre ― se encoge de hombros. ― Iré abajo, mamá está algo triste por lo que dijiste.
― ¿Crees que debí guardármelo? ― pregunta pensativa.
― No, lo más común es que puedas hablar con tus padres de lo que te ocurre, de lo que sientes, si no es algo que acumulas con el tiempo ― sonríe ― Yo también le dije cosas a papá antes de venir a verte, creo que necesitaba que me aclarara todo, que me diera su punto de vista.
― Tal vez deba hablarle ― se pone de pie.
― No, tú ve y busca a Elijah, de mamá nos encargamos nosotros ― guiña un ojo y sale de la habitación.
Colocándose las zapatillas, se prepara para buscar a Elijah y el mejor lugar es el hipódromo, por lo que ha podido escuchar camino a casa es que en unas horas nada más la primera etapa de las competencias daría inicio y es más que seguro que su jinete estará allí para darle revancha a la vida; tomas las llaves y su móvil, sabe que volverá tarde, ni siquiera saluda a su familia y ya se encuentra corriendo por la calle agitada y llena de turistas que emocionados y expectantes buscan poder llegar al mismo complejo que ella.
¿Qué debería decir? ¿Cuáles son las palabras adecuadas? ¿Dara resultado siquiera volver a intentarlo? Pues sí, no puede darse por vencida, mucho menos después de todo el tiempo que el muchacho insistió en verla, en hablarle, ¿Qué mejor ejemplo de perseverancia que ese?
Editado: 08.09.2019