Indomable

Capítulo Cuarenta y Cuatro

Galeón corre a toda prisa logrando alcanzar a su rival, estando tan solo a centímetros de distancia Elijah indica a su corcel apresurar el paso y el acto les da la posibilidad de quedar primeros en la carrera y delante de Lucas quien molesto aprieta los dientes jalando las crines de “Tempestad” y obligándolo a relinchar.

― ¡Será mejor que no lo fuerces! ― grita Elijah viendo a Lucas.

― ¡Cállate, deja de ordenarme! ― responde molesto.

El resto de los competidores parecen seguirle los pasos, pronto los tienen pisándoles las pezuñas y pronto puede verse un gran tumulto de jinetes y caballos corriendo de manera sincronizada. Elizabeth corre detrás de ellos, para su desgracia el caballo que tomó no es muy veloz pero al menos puede mantener el ritmo, grita tan fuerte como sus pulmones se lo permiten pero nadie la escucha, el bullicio es tal que su voz no alcanza a ser más.

Pronto el negro corcel de Lucas se ve demasiado presionado que comienza a empujar a sus pares en busca de escape, relincha tan fuerte que parece estar sufriendo y los jinetes cercanos lo notan tratando de alejarse, las embestidas no se hacen esperar y lo peor acontece; “Tempestad” embiste a los corceles que están frente a él e inmediatamente comienzan a caer uno tras otro como piezas de dominó, el público se alborota al ver tal escena, los jinetes caen, los caballos se golpean unos contra otros hiriéndose entre sí y a sus compañeros humanos y el caos no podría ser peor.

― ¡Elijah! ― Elizabeth baja de un salto de la yegua que la ha llevado hasta allí y corre sin pensarlo más hacia el muchacho que se encuentra tendido en el suelo y Galeón a unos metros de distancia relinchando sin saber qué hacer.

Lucas abre los ojos incorporándose con dificultad, otros jinetes yacen inconscientes y la mayoría de los corceles han huido tan rápido como les ha sido posible, el animal que lo llevaba relincha fuera de control, lanza patadas al aire y se encuentra fuera de sí preso del pánico y de un estado nervioso alto; muchos de los guardias se acercan para poder someterlo acompañando médicos veterinarios que tienen como objetivo sedarlo a cualquier precio.

― ¡Esperen! ― la rubia llega hasta el joven Greggor ― Está muy cerca. ― advierte, el animal se encuentra a pocos pasos del cuerpo y podría caer sobre él al ser sedado.

Poniéndose de pie Lizzy intenta lo que antes no funcionó, no tiene otra opción. Da pasos lentos, parsimoniosos hasta el caballo que se mueve frenético viéndola, suspira enseñando la palma de la mano y bajando la cabeza levemente, susurra palabras sin sentido solo para que el sonido bajo llegue al animal y pronto este se ve caminando un poco más lento; Elizabeth se arrodilla frente a él, aún con la mano extendida a él y bajo la atenta mirada de los guardias y médicos equinos.

Los minutos para la joven parecen ser eternos, pareciera que todo se ha detenido pero no se atreve a ver al animal por miedo a que reaccione de manera incorrecta y vuelva a lastimarla como aquella noche antes de dejar el rancho; sin embargo, se obliga a mantener la calma, no debe ponerse nerviosa. Entonces, antes de que tenga otro debate mental consigo misma para decidir si elevar la vista o no, el hocico del animal toca levemente su palma; sonríe, lentamente lo observa notando que el corcel luce tranquilo y olfatea su mano para dejar que esta se deslice por todo su hocico.

― Finalmente… ― susurra poniéndose de pie, quitándole las riendas.

― ¿Están bien? ― Un enfermero llega hasta ellos mientras muchos otros se distribuyen atendiendo a los demás jinetes.

― Mierda ― la voz de Elijah la saca de trance.

― ¡Estás bien! ― La rubia se lanza a los brazos del castaño para besarlo con fuerza.

― Despacio que me duele mi todo ― se queja.

― ¡Mierda! ¿En qué estabas pensando? ― Lucas la ve molesto.

― Tenía que detenerte, pusiste a todos en riesgo y mira como acabó todo por tu afán de ganar ― le responde poniéndose de pie.

― ¿Detenerlo? Elizabeth, no ha sido culpa suya ― niega el castaño.

― ¡Sí lo fué! ― masculla ― ¿No reconoces a ese caballo? Es Tempestad, o como él lo llama, Ejecutor. Es el mismo corcel con que participó en carreras la temporada que tú tuviste el accidente ― observa al mayor de los Greggor ― Él sabía que el animal no estaba en condiciones de correr, jamás lo estará pero debido a que su velocidad es excepcional decidió entrenarlo de todas formas, no sé qué le hiciste pero empeoraste todo. Jamás podrá recuperarse.

― Solo es un caballo, deja el drama ― sonríe de lado. ― ¿A quién le importa si se recupera o no?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.