Indomable

Epílogo

Puedo decir con satisfacción que después de aquel desastre en la competencia las cosas salieron mejor de lo que se esperaba.

Lucas Ackerman fue sancionado, obligado a no poder participar por tres temporadas en carreras y en caso de poder volver cuando el castigo hubiera sido completado las rigurosas condiciones no le dejarían fácil el camino.

Por otra parte Elijah se preparó aún más y mejor para regresar, no había forma de que no lo hiciera y en su equipo no pudo faltar Elizabeth quien tras haber sido vista por televisión calmando a Tempestad tuvo muchas ofertas de personas interesadas en sus “habilidades” y el trabajo llovió como nunca.

La familia Jenkins al fin estaba equilibrada, las hermanas no volvieron a tener problemas entre ellas y Elijah fue aceptado de la mejor manera entre ellas, tal vez para Catalina fue algo difícil en un principio y por ello vivir con su madre en la ciudad le pareció lo mejor; con el tiempo ver a Elijah con su hermana dejó de incomodarle, entendió que la felicidad de uno a costa de la de otros no puede ser llamada verdadera felicidad y en cuestión de tiempo conoció a un joven que dio vuelta su mundo para volverlo color de rosa.  Para Arthur fue todo un acontecimiento tener que ganarse nuevamente la confianza de su hija pero no le costó tanto puesto que la rubia comprendía que un padre hace lo que cree conveniente para sus hijos.

― ¿Sigues perdida en las nubes? ― Elijah la observa divertido.

― Solo pensaba que las cosas resultaron un poco extrañas para nosotros ― ríe.

― Concuerdo, pensar que en un principio no era de tu agrado verme es bastante cómico ― asiente.

― Eras una persona bastante irritante, molesta y algo ególatra ― rueda los ojos.

― Sigo siéndolo, pero más hermoso ― acomoda su cabello.

― Ajá, sigo pensando que Galeón es más apuesto ― agrega seria.

― No hablas en serio ― finge indignación mientras monta sobre el animal ― ¿Escuchaste eso amigo mío? No vayas a traicionarme. ― el animal relincha en respuesta.

― Juraría que eso ha sido un piropo ― ríe la rubia.

― Creo que estás exagerando tantito ― la observa con cariño, esa mujer no puede hacerlo más feliz porque es imposible.

― Bueno, ¿Iremos a pasear? ― toma las crines de Tempestad para acariciarle el lomo. ― ¿Qué dices amigo?

― Es sorprendente que hayas encontrado un animal con tu mismo carácter ― observa asombrado.

― Ja, ja, ja ― lo ve rodando los ojos al montar.

― Te lo digo en serio, no hay animal que te represente más que él ― ríe.

― Valió todo el esfuerzo y el habérselo comprado a Ackerman, ese cretino no merece siquiera tener un gatito ― niega molesta ― Pero estás conmigo ahora, y no dejaré que nada te dañe.

― Ese caballo lo sabe. ― asiente el castaño.

― Es extraño que pienses que hablaba de él ― suelta y emprende el galope con el animal dejando al mayor de los Greggor con una enorme sonrisa pintada en los labios que finalmente terminan en la acción de seguirla a través del campo.




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