El día no había empezado de la mejor manera, pero después de una ducha y un delicioso desayuno —cortesía de mi madre— estuve de mejor humor y lista para enfrentar lo que venía, estaba preparada para recibir insultos, malas palabras, incluso golpes sí el estado de Evan el hermano de Ava era grave hasta ese punto. No digo que los golpes estén bien, sólo estaba preparada para afrontarlos en caso de que sucediera, debía pensar desde el mejor hasta el peor escenario, así que respire profundo, tomé todas mis cosas junto al pequeño regalo que llevaba para Evan y subí al auto de Liam, por más que amaba a mi hermano no quería hablar en ese momento, lo único que quería hacer era relajarme y no pensar en nada y lo único que me permitía hacerlo era la música, así que me apodere del reproductor del auto de mi hermano y puse No one de Alicia Keys a sonar mientras cantaba a todo pulmón junto a ella, mi hermano sabía lo que hacía así que se puso a cantar conmigo como si fuéramos un par de locos, reímos y cantamos hasta que llegamos a nuestro destino, antes de bajar Liam me dió un abrazo apretado y susurró en mi oreja un gracias, lo abracé de vuelta y después bajé del auto, tomé mis cosas, el regalo y caminé a la casa, toqué la puerta y unos minutos después una muy sonriente Ava abrió la puerta, río al ver mi regalo y me hizo pasar.
—No me digas que eso es para Evan —yo sonreí y asentí —Lo va a odiar, estoy segura.
—Pues que lo odié, no me importa, es un regalo y no puede devolverlo —sonreí aún más y vi que la madre de Ava se acercó y señalo el regalo.
—¿Es para Evan? —asentí y ella río.
—Lo va a odiar, ya lo sé.
—¿Y aun así vas a dárselo? —asentí de nuevo y ella sonrió —Me gusta tu actitud Abril, tal vez tu si puedas lograr algo.
—Por favor no pongan tantas ilusiones en mí, puede que en un rato salga llorando por esa puerta — señale y respire hondo —Haré lo mejor que pueda, pero no prometo que sea efectivo, solamente intentaré ayudar y ya.
—Eso es suficiente, eres muy dulce haciendo esto por alguien que no conoces... aún —conocía a los padres de Ava porque habían cenado con los míos un par de veces, pero no sabía cómo eran ninguno de sus hermanos porque era difícil juntarlos a todos, eran cinco hombres después de todo.
—Hago esto por Ava, por usted y su esposo —ella sonrió y me abrazó, estaba recibiendo bastantes abrazos desde ayer.
—Te agradecemos mucho esto, eres nuestra última esperanza — tomó aire, se alejó y sonrió de nuevo —Ok, te llevaré con Evan ahora mismo si te parece.
—Es mejor ahora que aún tengo agallas —Ava río —Porque si esperamos podría salir huyendo.
—No estés nerviosa, sólo vas a encontrarte con el mismísimo diablo allá arriba.
—¡Ava! —reprendió su madre y ella río —Deja de decirle así a tu hermano.
Oculté una sonrisa y seguí a la señora Jessica hasta la habitación de su hijo, debía empezar diciendo que la casa era enorme y convenientemente la habitación de Evan estaba en la primera planta, seguramente para mejor acceso con su silla de ruedas, cuando estábamos afuera de la puerta ella respiró profundo.
—Discúlpalo desde ya si se comporta grosero o algo así, esta bastante frustrado por toda su situación y su humor permanente es malo —asentí sin decir nada y le sonreí, pareció calmarla porque sonrió también —Déjame llevarme tu bolso, así solo debes lidiar con mi hijo y su regalo.
Tomó mi bolso, lo sostuvo entre sus manos, tocó la puerta y después de escuchar un gruñido cómo respuesta abrió y entró, yo la seguí como un patito a su madre y respiré hondo cuando lo vi. Tenía que ser una. Jodida. Broma.
Era el hombre más desaliñado y hermoso que había visto en mi vida, parecía un vikingo, pero en la versión sexy de uno, con su cabello rubio a la altura de sus hombros y su barba de no sé cuánto tiempo, era el sueño húmedo de una amante de la lectura de vikingos... no tenía sentido, pero eso era él.
—Evan, ella es Abril, la hermana de William, el novio de Ava —me señaló y continuó hablando —Abril, él es mi hijo Evan.
Él me miró con unos impresionantes ojos café, nunca imaginé que la palabra impresionante pudiera estar delante de ojos café en alguna frase, pero los suyos lo eran, tal vez no por el color en sí, sino más bien por lo que transmitía con ellos, había tantas emociones al mismo tiempo en esos ojos que me hechizaron de inmediato y no es una ridiculez, lo hicieron.
—¿Que hace la hermana de William en mi habitación Jessica? —era una total grosería que llamara así a su madre y quería reprenderlo por eso, pero no podía, al menos no aún.
—Ella se va a encargar de ti desde ahora, necesita un empleo y tú a alguien que este contigo mientras los demás no estamos —habló sería y cómo si no le importara que su hijo no le dijera mamá.
—No necesito a nadie conmigo, así que puede irse —no retiró su mirada de mí en ningún momento, pero cuando escuchó el inconfundible ruido que salió de lo que llevaba en las manos bajó la mirada y frunció el ceño —¿Que hay ahí?
—Eh, es un regalo —tartamudee en un excelente momento.
—¿Para quién? —su voz era ronca, oscura como sus ojos.
—Para ti, por supuesto —respondí después de afortunadamente recuperar mi capacidad para hablar normal.
—¿Para mí? —levantó una de sus gruesas cejas y cruzó los brazos —¿Con que derecho?
—Ninguno que te interese —me acerqué a su cama donde estaba sentado, puse el bolso de gatos en que llevaba al pequeño animal, lo saqué de ahí y lo puse sobre las piernas de Evan, todo bajo su atenta mirada, el gatito lo miró, lo olio y cómo si lo conociera de toda su vida, se enrollo en sus piernas y cerró los ojos.
—Toma esa cosa y llévatela de aquí... —habló entre dientes —Y lárgate de mi casa mientras lo haces.
—Bueno, ahora que veo que se llevan bien, los dejo para que se conozcan un poco más —eso señora Jessica, escape de aquí mientras pueda y déjeme en la guerra sola.