Indomable

3. Animal de terapia.

Después de gruñir un par de veces más Evan empujó al gato de sus piernas, haciendo que cayera al suelo y chillara; yo inmediatamente corrí y tome la bolita de pelos en mis manos y lo acaricie; era un desalmado, ¿Cómo lanzaba así al suelo a un bebé?

—¿Te vas a quedar ahí mimando al maldito gato o vas a largarte con él de una buena vez? —su mirada era la de un hombre engreído, un hombre que sabe lo que provoca a las mujeres pero el resto de su cuerpo y actitud no decían lo mismo; me acerqué a él y puse al gato junto a él en el centro de la cama y Evan me miró como si quisiera matarme —¿Que parte de llevarte el gato e irte tú no entendiste?

—La parte de llevarme el gato e irme —respondí, di media vuelta y empecé a organizar todo el desorden que había en la habitación e ignorando la mirada asesina que él me estaba dando empecé a cantar para mí misma O' sole mio mientras recogía ropa interior del suelo.

—No puede ser —murmuró y escuché el gato maullar, quería voltear a ver si lo había tirado de nuevo, pero me contuve y continúe ordenando todo mientras tarareaba la canción —¿Podrías por favor cerrar la boca?

Bueno, al menos utilizo las palabras por favor.

—No quiero —continúe organizando lo que vi fuera de lugar sin dejar de cantar la canción, él suspiró y yo sonreí, no era tan malvado como lo hacían ver, sólo era molesto. Podía aguantar eso.

Cuando terminé de recoger todo y encontrar su lugar, me giré hacía Evan que tenía el gato sobre sus piernas y acariciaba suavemente la cabeza del animal; había escogido bien, ese pequeño había ganado por mi la primera batalla.

—¿Cómo le vas a poner? —me senté en el borde de la cama a sus pies y él me miró nuevamente cómo si quisiera ahorcarme.

—No voy a quedármelo —respondió sin dejar de acariciar el gatito.

—Si, vas a quedártelo, es tu animal de terapia.

—¿Mí qué? —y en esas dos palabras pude ver a lo que Ava se refería en la sala, podía ver en su expresión esa mala actitud que ella siempre describía y sabía que venía una tormenta... o peor aún, un huracán —¿Quién te crees que eres para traerme un animal de terapia?

La sola mención de la palabra terapia había logrado alterarlo tanto como para dejar de mimar el gato y mirarme cómo si verdaderamente estuviera pensando en matarme y la verdad si me daba un poco de temor porque él era un soldado y sabia usar armas.

—Leí que a personas en tu situación les hace bien tener una mascota —su respiración era agitada y sus puños estaban apretados, seguramente para evitar tomar mi cuello con ellas y ahorcarme.

—No creo que un gato sea exactamente la mascota que recomiendan —gruño y bajo el gato de sus piernas, pero esta vez lo tomó gentilmente y lo puso sobre la cama —Y de todos modos me importa poco lo que recomienden, no quiero una mascota y no quiero que estés aquí.

—Pues entonces lamento decirte que tendrás que quedarte con el gato y vas a aguantarme aquí.

—¿Cuanto? —preguntó y tomó su celular de la mesa de noche.

—¿Cuánto qué?

—¿Cuánto te están pagando? Te daré la misma cantidad por tres meses si te largas ahora mismo y te llevas tu estúpido regalo.

—Aún no sé cuánto van a pagarme y sea lo que sea no voy a irme, no estoy aquí por el dinero exactamente —respondí mirándolo intensamente, o al menos creía que lo hacía.

—¿Entonces porque estás aquí? ¿Por lastima? —negué con la cabeza y luego el chasqueo los dedos y fingió sorpresa —¡Ya se! Estás aquí porque quieres salvar al soldado de su trágico destino y hacer que crea nuevamente en el amor.

—No seas ridículo —lo miré e hice mala cara —Tienes que estar realmente mal de la cabeza para creer que estoy aquí para salvar a un estúpido soldado que lo único que hace es herir a quienes lo rodean con su actitud de mierda.

—¿Actitud de mierda? ¡¿Acaso sabes la mierda que estás hablando?! —ahora estábamos en un nuevo nivel y en este si parecía un demonio acabado de salir del infierno —¡Tu no estas sentada en una maldita silla!

—¡Y tú tampoco lo estarías si accedieras a ir a la terapia!

—¡oh, vaya! ¡La solución a todos mis malditos problemas! —levantó las manos en el aire y luego me señaló —Tú no sabes ni una sola maldita cosa acerca de mi vida y lo que me pasa, no sabes lo difícil que es todos los días para mí, no eres la que necesita ayuda todo el maldito tiempo.

—Si fueras más inteligente en este momento yo no estaría aquí jodiendote la vida —mi respiración a este punto ya era errática, la rabia e impotencia estaban controlando mi sistema en ese momento —Tal vez si dejaras de auto compadecerte por una maldita vez serias capaz de ver que lo único que tienes que hacer es ir a las terapias para poder levantarte de ahí y hacer toda la mierda por ti mismo, sin ayuda.

Su respiración era agitada, sus labios estaban apretados al igual que sus puños y en sus ojos había fuego, la bestia estaba despierta y no tenía como volver atrás. Se quedó en silencio unos minutos y yo lo imite, tal vez me había pasado de la raya gritándole, pero no pensaba quedarme callada, él no necesitaba compasión y comprensión, lo que necesitaba era sacar la cabeza de la arena y mirar todas las oportunidades que tenía en frente para salir adelante y recuperar su vida.

—Fui a terapia después de salir del hospital, fui a dos sesiones y lo único que sentí fue un dolor insoportable —su voz era baja, profunda y sus palabras afiladas —No hubo ni un avance, ¿Para que esforzarme tanto si no iba a dar ningún resultado?

Tuve que respirar profundo, cerrar los ojos y escoger bien lo que iba a decir, porque él había bajado la guardia diciéndome eso, abrí los ojos y él estaba mirándome fijamente esperando que dijera algo.

—Los resultados para este tipo de cosas no se ven rápido —traté de que mi voz sonara lo más calmada posible —Esto es algo que necesita tiempo y mucho esfuerzo de tu parte, entiendo que sientas dolor y no puedo imaginar cómo se siente porque nunca he pasado por algo así, pero estoy aquí para ayudarte cuando lo necesites y si decides volver a terapia, estoy también para acompañarte y darte ánimo si lo necesitas.




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