Indomable

5. Tal vez ¿chantajearlo?

Después de que todos se fueran y nos dejaran solos en la cocina crucé mis brazos y miré al vikingo gruñón que me miraba con expresión de aburrimiento, a él le daba igual si estaba molesta o no, lo único por lo que se interesaba era estar de mal humor y tratar a los demás de la peor forma que encontrara.

—¿Siempre te comportas de esa manera con tu propia familia? —ignoró por completo mi pregunta y movió su silla hasta estar frente a la mesa.

—¿Que vas a darme de desayuno? —preguntó mirándome.

—Carbón —respondí y me giré para buscar lo que necesitaba para preparar su desayuno —Los niños malos sólo merecen carbón.

—No estamos en navidad y no soy un niño —su voz sonaba tan desagradable con ese tono que había usado que tenía ganas de rodear su cuello con mis manos y ahorcarlo como hacía Homero con Bart Simpson.

—No me importa que no sea navidad y si no quieres que te trate como a un niño deja de comportarte como uno.

Saqué varias cosas del refrigerador y le preparé un desayuno sencillo y saludable, no podía comer de cualquier manera, tenía que comer cosas que le aportaran nutrientes y fuerzas a su cuerpo. Caminé hasta la mesa y puse lo que había preparado frente a él y se quedó mirando la comida, después me miró nuevamente con el ceño fruncido.

—¿Y el resto del desayuno?

—No hay nada más —me senté frente a él y le señalé el plato con cereal y yogurt y las frutas picadas —Es todo lo que tendrás.

—Entiendo... no sabes cocinar —asintió y empezó a comer el cereal, no pude evitar reírme cuando lo vi hacer mala cara—¿Qué clase de yogurt es este? Es la mierda más simple que he comido.

—Es yogurt griego y no es simple, tus papilas gustativas están acostumbradas a grandes cantidades de azúcar —lo miré y traté de contener la risa pero fallé miserablemente ganándome una mirada asesina por parte de Evan —Sólo come y ya, es bueno para ti.

—Esto sabe horrible, no quiero que prepares nada para mí a partir de ahora.

—De acuerdo, no te preparare nada más, pero me asegurare de que sigas comiendo de este modo, es bueno para ti —él gruño y siguió comiendo.

—Viniste a arruinar mi vida nada más ¿Verdad? —habló con la boca llena creyendo que eso me afectaría y me daría asco —Te contrataron exclusivamente para hacer miserable mi existencia.

—Empieza la terapia y dejaré de arruinar tus interesantes días encerrado en tu habitación.

—¿Y si mejor te largas y me dejas en paz? —dejó vacíos los platos y sonreí.

—¿Y si te propongo algo? —él me miró con dudoso interés.

—¿Que podrías proponerme tu a mí?

—Ve a una sesión de terapia y te preparare un pastel delicioso que me enseñó a hacer mi mamá —él soltó una carcajada fingida y luego me miró serio.

—¿Porque querría yo que me prepararas un pastel? Puedo simplemente pedir uno y ya —levanto los hombros y alejó la silla de la mesa —Y no vas a convencerme de ir a terapia.

—Encontraré el modo de convencerte terco vikingo, eso tenlo por seguro —lo señalé y él movió su silla a la salida de la cocina.

—Suerte con eso...

Suspire, tomé los platos de la mesa y empecé a lavarlos mientras pensaba en qué demonios decirle para que aceptara ir a terapia, pero... ¿Qué debes hacer para convencer a alguien que haga algo que no quiere? ¿Cantarle? ¿Bailarle? ¿Gritarle? De nuevo.

Tal vez... ¿Chantajearlo?

Creo que necesitaré más creatividad de la que pensaba para lograr que este hombre indomable acepte hacer lo correcto para él, necesitaba una idea rápido, algo a lo que él no pueda decir que no ¿Pero ¿qué?

¿A qué cosa no puede negarse un hombre?

Era una terrible pregunta para la cual tenía una respuesta peor: el sexo.

Y definitivamente no iba a ofrecerle sexo a cambio de la terapia, no me rebajaría hasta ese nivel. Tenía que pensar más o hacer todo lo que pensé, cantar hasta desesperarlo, bailarle para que desee poder hacerlo conmigo, gritar mientras estoy fuera de su alcance para que quiera levantarse y callarme. Podría recurrir a la desesperación.

Incluso podría mostrarle que hacer lo correcto puede ser divertido. ¿Cómo?  Aún no lo sabía, pero iba a encontrar el modo de hacerlo.

—¿Porque sonríes cómo un niño cuando se sale con la suya?  —se acercó Ava a mí.

—Creo que tengo una idea para ayudar a tu hermano —ella sonrió y yo reí —No es la mejor idea ni la manera más lógica de actuar en esta situación, pero ya sabes lo que dicen de las medidas desesperadas.

—No sé qué demonios dicen de las medidas desesperadas —respondió y me miró esperando que yo le dijera algo.

—Yo tampoco sé, pero la frase sonó apropiada para lo que estaba diciendo —ella soltó una carcajada y yo puse mis manos en mi rostro mojándolo todo haciendo que la risa de Ava fuera aún más fuerte.

—Eres muy divertida —yo reí y ella abrazó mis hombros —Tengo fe en ti, sé que sea cual sea tu plan va a funcionar, ¿Y sabes porque lo ?

—¿Porque lo sabes? —suspire.

—Porque sólo haz estado aquí un día y cerca de dos horas y Evan ya está reaccionando a ti, eso es un avance.

—¿Eso es reaccionar a mí? —la miré y negué con la cabeza —Eso no es un avance, para lo único que me dirige la palabra es para decirme que me vaya y no vuelva.

—Abril, Evan ha hablado más contigo en unas horas que con nosotros por meses —ella me miró a los ojos y sonrió un poco —Eso nos hace creer que eres la persona correcta para ayudarlo.

—No sé qué decir.

—No tienes que decir nada, continúa con lo que sea que estás haciendo con él —sonrió y empezó a caminar fuera de la cocina después de tomar una manzana —Y no prestes atención a lo que dijo Marcus, él está cansado de ilusionarse y después terminar decepcionado.

Sólo esperaba no terminar formando parte de la lista de decepciones.




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