Indomable

6. No soy un cobarde.

Salí de la cocina con la intención de ir a la habitación a revisar si el gato había comido y si Evan necesitaba algo pero me detuve a medio camino porque lo vi mirando dentro de una de las habitaciones, desde allí salía el sonido de un piano, me acerqué despacio y me quedé de pie atrás de Evan que estaba mirando cómo uno de sus hermanos tocaba y el otro cantaba Love of my life de Queen, no era la mejor voz que había escuchado pero aun así lo hacía bien, era una canción que conocía desde que era pequeña porque a mi padre le encantaba.

Estaba tan entretenida escuchándolos que no me di cuenta que el hombre frente a mi estaba mirándome hasta que carraspeo y bajé la mirada.

— ¿Qué? — dije mirándolo y en vez de responder giró su silla bruscamente y se fue hacía su habitación, yo me quedé de pié ahí mirando como se iba.

El sonido que venía de la habitación se detuvo y Dean se acercó a mí, puso su brazo sobre mi hombro y recostó su cabeza en la mía.

— Es un hombre difícil y sé que va a llegar un momento en el que vas a cansarte de intentar y querrás irte, pero por favor no lo hagas, no te rindas, no lo abandones como todos lo han hecho — las palabras que este hombre estaba diciéndome partían mi corazón en pedazos e hicieron que tomara una decisión. Yo no me iba a rendir, iba a luchar por él, iba a llevarlo a terapia sin importarme el costo. esta familia necesitaba de vuelta a Evan, al real, no a este hombre que estaba frustrado, triste y decepcionado.

— No te preocupes — sonreí un poco, me separé de él y caminé a la habitación de Evan mientras limpiaba una lágrima que quería escapar de mi ojo.

Me daba tristeza ver que una familia sufriera de ese modo, pero me ponía mucho más triste el pensar que Evan se había rendido tan fácil, ¡Sólo fue a dos sesiones de terapia! él mismo se abandonó desde el inicio, no luchó por mejorar y estaba dispuesta a sacarle el porqué. Ningún hombre pierde las ganas de luchar tan fácil.

Entré en la habitación y vi a Evan subiendo con dificultad a la cama, sin decir una palabra, caminé hasta él, puse mis manos alrededor de su cintura y lo ayudé a subir a la cama, cuando ya estuvo sentado y con ambas piernas sobre la cama me senté en su silla y lo miré.

— ¿Porque insistes en no ir a terapia? — sabía que esa pregunta podría alterarlo, pero no me importaba, necesitaba que sacara todas sus emociones incluso la rabia.

— Eso no te interesa — respondió sin mirarme y tomó el control del televisor y lo encendió.

— Estas equivocado, si me interesa — dejó el primer canal que encontró y fingió estar interesado en lo que fuera que estaban pasando, miré por encima del hombro y reí al ver lo que había puesto — ¿Eso es más interesante que yo?

— Si, esa cerdita es mucho mas interesante que tú — eso me hizo reír aún más, el gruño y cambió el canal — Ella al menos no se entromete en lo que no le importa.

— Esa cerdita es mas valiente que tú — lo miré y empecé a mover la silla de atrás a adelante — ¿Te gusta estar sentado aquí todo el día? llevo cerca de un minuto aquí y ya me siento incómoda.

— Entonces levántate de ahí y lárgate — miró de nuevo el televisor como si viera lo más interesante del mundo.

— Puedes decirme las veces que quieras que me vaya, pero no voy a hacerlo, me voy a quedar aquí ¿Sabes por qué? — dejó de mirar el televisor y me miró — Porque no soy tú, no soy cobarde. Yo no me rindo al segundo día... o para ser más precisa en la segunda sesión.

Frunció el ceño y miró nuevamente al televisor frente a él.

— No soy un cobarde — habló con voz baja.

— No te creo — estaba arriesgando demasiado al intentar que perdiera la paciencia, pero necesitaba que reaccionara, quería que gritara, que se desesperara e intentara levantarse o aunque fuera moviera un dedo de sus pies — Es más, eres tan cobarde que no eres capaz de hablar mirándome a la cara.

— Deja de hablar Abril — su voz sonaba profunda, contenida.

— No, no dejaré de hablar, seguiré diciendote que eres un cobarde y un mimado — puse las manos en las ruedas de la silla y la moví — Mirenme, soy Evan y vivo con el culo pegado a esta silla porque soy un maldito cobarde que no va a terapia, soy un bebé miedoso dentro del cuerpo de un hombre adulto...

— ¡Cállate! —gritó y me miró, pero no me detuve, continúe.

— No quiero ir a terapia porque me da miedo que me duela y...

— ¡Cállate! — gritó de nuevo con más fuerza, sus ojos estaban inyectados en sangre y una vena en su cuello se veía cómo si estuviera a punto de reventar.

— ...Y no me quiero recuperar, me gusta que me tengan lástima, me gusta que mi família sufra, me encanta ver como mis hermanos y mis padres enloquecen tratando de buscar la mejor solución para mi.

— ¡Que cierres la maldita boca!

salté en la silla y me quedé mirándolo en silencio de arriba a abajo, él estaba tan enojado y tan agitado que no se habia dado cuenta de que su cuerpo reaccionó a la adrenalina que la rabia le inyectaba.

— Evan...

— ¡¿Que?! — gritó de nuevo — ¿Te quédaste sin palabras? ¿No sabes que más decir para humillarme? ¡Habla!

No dije nada y señale sus piernas, él miró donde estaba señalando y un segundo después me miró asombrado al darse cuenta que sus piernas no estaban en la misma posición de antes, en vez de tenerlas estiradas sobre la cama las tenia colgadas del borde con las puntas de los dedos tocando el suelo. Se veía como si estuviera a punto de ponerse de pie. su respiración estaba agitada, sus ojos y boca abiertos por la impresión y sus manos apoyadas en la cama.

— Creo que mi punto esta más que claro ahora — me levanté de la silla, me arrodille frente a él y puse mis manos en su regazo — Acepta ir a terapia conmigo, por favor.

él me miraba en silencio y no movia su cuerpo para nada más que respirar, cerré los ojos y respire profundo, tenía que poner una carta más en la mesa.




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