Indomable

10. No me toques.

Cuando llegamos a la habitación ayude a Evan a subirse a la cama, después fui al baño y busqué aceites o cremas, cualquier cosa que me ayudara para hacer el masaje sin llegar a lastimar su piel, en cuanto encontré una crema la tomé y caminé nuevamente hasta la cama.

— Bueno, creo que tenemos que quitarte el pantalón — señalé y el negó con la cabeza — Deja de ser infantil Evan, te quitaré el pantalón y quedaras en tu ropa interior.

— ¿Y quién te dijo a ti que yo uso ropa interior? — me quedé mirándolo y el rió bajo y sin abrir los labios.

— Ja... Ja, estas muy bromista Evan— entrecerré los ojos, dejé la crema junto a él y puse las manos en el borde del pantalón de chándal gris que tenía puesto — Levanta la cadera un poco.

él levantó su cadera y yo hale, bajé del todo el pantalón y después lo doble dejándolo a un lado, tomé de nuevo la crema, puse un poco en sus piernas y luego un poco en mis manos, la esparcí bien y puse mis manos sobre las piernas de Evan para empezar con el masaje que Marcus me había enseñado, masajee con suavidad sus muslos empezando con la pierna izquierda y luego la derecha, él no hablaba y yo tampoco lo hacía, estaba concentrada únicamente en el movimiento de mis manos en sus piernas o al menos eso era lo que intentaba hacer porque moría de tentación, quería levantar la mirada, quería ser una maldita pervertida y mirar su ropa interior, pero me resistí, continúe haciendo los movimientos que había aprendido y me regañe mentalmente todo el tiempo por las ganas que tenia de mirar su entrepierna en bóxer, eso no estaba bien, especialmente porque estaba trabajando para ayudarlo a levantarse de la silla no para estar mirándolo con morbo cómo tenía deseo de hacer.

Cuando terminé de masajear sus piernas levanté la mirada y no pude evitar reírme cuando me di cuenta del motivo por el cual Evan había estado tan callado todo el tiempo: estaba embobado mirando mi escote y sus mejillas estaban sonrojadas, al parecer yo no era la única que tenía pensamientos indebidos, la diferencia era que yo no había mirado nada, en cambio él seguía mirando mis senos sin disimular.

— ¿Ves algo que te guste? — pregunté mirándolo, él levantó la cabeza, miró mis ojos, frunció el ceño y sus mejillas se enrojecieron más.

— No, nada — su voz sonó ronca y se aclaró la garganta — Intentaba distraerme para no sentir dolor.

— Y el mejor lugar para mirar eran mis senos ¿No? — él rodó los ojos y yo reí — No te preocupes, no me molesta que hicieras eso, yo quería mirar tu entrepierna.

Levanté los hombros y él se quedó mirándome con los ojos abiertos haciéndome reír aún más.

— Y eres tan descarada que lo dices, así como si nada — asentí y reí más.

— Al menos yo acepto querer mirar, no cómo tú que miraste y lo negaste a pesar de que te descubrí haciéndolo — cerró sus ojos y respiró hondo.

— Mejor vete, quiero dormir.

— Nop, no me iré — me acerqué y toqué con los dedos su barba — ¿Porque no la cortas?

— Porque no me da la gana, si no te gusta verme así ahí está la puerta, puedes irte — toqué suavemente la mata de pelo rubio y él apartó mi mano con la suya — No me toques.

— En realidad si me gusta tu barba — ignore su demanda y volví a tocar en la zona de su barbilla — Te hace ver bien, junto con el cabello largo, lo único que haría seria darle una mejor forma a la barba, peinar tu cabello y cortar un poco las puntas, serías un vikingo aún, pero uno mejor arreglado.

— No quiero que hagas nada, quiero seguir así — abrió los ojos y miró directo a los míos — Deja de comportarte cómo si me conocieras y de ser todo el tiempo tan atrevida, no te he dado confianza cómo para que estés de esa manera.

— ¿Que sucede Evan? — sonreí y me acerqué hasta tener mi rostro casi pegado al de él — ¿Te pone nervioso que te toque o que me acerque?

— Tu no me pones nervioso — puso sus manos en mis brazos y me hizo alejarme — Me molestas, fastidias mi día.

— No parecía fastidiarte o molestarte cuando te estabas comiendo mis senos con los ojos — él gruño y yo sonreí — Deja de pensar que soy tu enemiga Evan, quiero ayudarte.

— No quiero tu ayuda y tu no lo entiendes, quiero seguir con mi vida tal y como la llevaba antes de que llegaras aquí a hacerme los días más insoportables.

— Si tienes tantas ganas de que me vaya y no vuelva, Evan, haz lo que te he dicho, ve a terapia, empieza a caminar y cuando ya te vea de pie me iré, entre más rápido lo hagas, más rápido dejaras de ver mi cara... y mis senos.

— ¡Deja de hablar de tus malditos senos! — dijo enojado y miró a otro lado — Deja de hablar de la terapia, no quiero hacerla, no quiero ir y punto.

— ¿Porque te empeñas en dañarte? ¿Qué te hace comportarte de un modo tan autodestructivo?

— Porque no merezco volver a levantarme, la silla y todo lo que siento estando en ella es un castigo que merezco.

Me quedé mirándolo sorprendida por lo que acababa de decir, respiré hondo y esperé un par de minutos a tener mi mente un poco más clara antes de hablar.

— ¿A qué te refieres?

— Muchas personas murieron cuando estaba en servicio, muchas personas inocentes y...

— Tú no tienes la culpa de eso — lo interrumpí — Tú estabas cumpliendo con tu deber…

— Podrías callarte y simplemente escuchar — dijo molesto y yo me quede en silencio — Muchas personas murieron y entre todas esas personas habían algunos inocentes que no eran parte de esa guerra, en ciertas ocasiones no pude distinguir entre delincuentes y personas inocentes que tenían disfrazadas, también soy responsable de la pérdida de vidas inocentes.

me quedé mirándolo en silencio, lo que acababa de escuchar era algo que realmente tocaba tu corazón, las personas que no hemos estado en la guerra no sabemos lo que sienten cada uno de los soldados que están en casa, si sienten culpa, miedo, rabia. Escuchar lo que Evan dijo me hizo pensar en todos esos veteranos de guerra que han decidido acabar con su vida, en sus mentes hay demasiadas cosas pasando, su corazón esta tan roto que no pueden ordenar y pegar los pedazos ellos solos, necesitan ayuda para eso, necesitan a alguien que de corazón quiera estar ahí para ellos, escucharlos y darles una mano para que puedan salir adelante.




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