Indomable

11. Aqui estoy para escucharte.

Después de la profunda conversación que habia tenido con Evan caminé un rato por el jardín mirando las flores repartidas en todo el lugar, tenían muchos colores, olores y texturas, las plantas eran como una debilidad para mí, pero en ese momento no me sentía capaz de disfrutarlas, mi cabeza daba vueltas y las lágrimas rogaban por salir de mis ojos, quería llorar por las personas que sufrían cada dia a causa de la guerra, quiénes la vivieron y ahora tienen heridas tan profundas en su alma que a veces no pueden soportarlo, pero sobre todo queria llorar por Evan, estaba sufriendo y se castigaba a si mismo, su vida era un desastre emocional y yo no era experta en ese tipo de heridas, podía limpiar y poner pequeñas vendas en cortadas superficiales pero no sabía como arreglar un corazón tan dañado y lleno de culpa como el suyo.

— ¿Abril? — me gire y vi a Corey, sonreí un poco y volví a mirar las flores — ¿Te sientes bien?

— Si, estoy bien — toqué suavemente una de las flores.

— No creo que estés completamente bien — puso una mano sobre mi hombro — Te vi salir de la habitación de Evan y luego vi cuando caminaste hasta aquí, no me acerqué antes porque supuse que necesitabas estar sola por un momento.

— Tienes razón — suspire y lo miré — Necesitaba estar sola, aclarar un poco mis pensamientos, todo lo que esta pasandole a Evan es abrumador y presenciarlo aún más, todo el tiempo quiero golpearlo, gritarle y sacudirlo a ver si asi entra en razón, pero se que no puedo hacerlo, entonces salgo, respiro, me tranquilizo y de ese modo descubro que hacer para tratar de ayudarlo, lo curioso es que cada vez que tengo una idea, Ava aparece y se burla de mi por sonreír como tonta... y ahora estoy aqui balbuceando y aburriendote.

— No, no me aburro — rió y quitó su mano de mi hombro — Y si en algún momento necesitas hablar aquí estoy para escucharte.

— Esta bien, gracias por eso — asenti y empecé a caminar hacia la casa lo más rápido que pude, con esa frase que Corey dijo mi mente se aclaró y necesitaba hablar nuevamente con Evan, pero debía tener una excusa para entrar nuevamente en la habitación y que él no me pidiera que me fuera en cuanto cruzara la puerta.

Caminé primero a la cocina, tomé algunos dulces que encontré y caminé de nuevo a la habitación, toqué una vez y antes de recibir una respuesta entré, cerré la puerta con seguro, me acerqué a él, puse todos los dulces en sus piernas y me senté en la cama a su lado.

— ¿Porque siempre estás poniendo cosas en mis piernas Abril?

— Porque me da la gana — respondí y señalé los dulces — Come uno, lo necesitas.

— ¿Lo necesito? — me miró curioso — ¿Para que?

—  Tengo que preguntarte algo y tal vez si comes un dulce antes tu actitud hacia mi no será tan ruda como suele serlo — sonreí y él negó con la cabeza.

— Dudo mucho que funcione pero lo haré — tomó uno de los dulces, lo abrió y lo comió; mis ojos siguieron toda la trayectoria del dulce, desde la envoltura hasta los provocativos labios de Evan — ¿Quieres uno?

Mire sus ojos y negué con la cabeza, no queria un tonto dulce, mis labios hormigueaban ansiosos por probar los suyos, quería comprobar por mi misma si eran tan suaves como se veían, si morder ese labio inferior que sobresalía se sentiría tan bien cómo lo imaginaba y el pensar en sus labios me hacía fantasear como sería un beso suyo: suave y tierno o rudo y descontrolado o tal vez una mezcla de ambos y... tenía que dejar de pensar en ese tipo de cosas, porque eso haría que me gustara más y no quería eso, no podia permitir que algún sentimiento se atravesara en el camino, sabía que Evan no se sentiría del mismo modo por mi, cliché y todo, pero esa era la verdad.

— Lo que quiero es hablar de tu familia — él me miró confundido — ¿Alguna vez te dijeron que estaban dispuestos a escucharte? ¿Que estarían ahí para ti si lo necesitas?

— No, ninguno de ellos me dijo nada de eso — negó, tomó otro dulce y lo comió — Desde que salí del hospital lo único que han dicho es que debo ir a terapia, que es lo mejor para mi, que no puedo comportarme como un niño, que sea valiente y un montón de idioteces más, pero ni una vez dijeron que estarían ahí para escucharme.

— Con todo el respeto que tu familia merece, son unos idiotas, todos — levantó una de sus cejas y comió otro dulce — Lo primero que debían decirte era que ellos estaban ahí para ti, para apoyarte y si necesitabas hablar que estaban dispuestos a escucharte, tienes todos estos sentimientos guardados que no haz logrado sacar de tu sistema porque a ninguna persona de tu familia se le ocurrió que tal vez necesitabas desahogarte.

— Si pensaron que necesitaba desahogarme, trajeron varios psicólogos pero hice que se fueran, no necesitaba hablar con ningún idiota que me analizaria y diría que lo siento y pienso es una idiotez y luego me recetaria medicamentos — levantó los hombros y cuando fue a tomar otro dulce le aparte la mano y tomé los demás — Estaba comiendo eso, devuelvelos.

— No puedes comer tanta azúcar, ya fue suficiente — puse los dulces fuera de su alcance — Evan, los psicólogos son buenos y entiendo que hayan buscado ayuda profesional, la necesitas, pero necesitas más a tu família y no te dieron la oportunidad de hablarlo primero con ellos.

— ¿Que diferencia haria hablarlo con mis padres o con mis hermanos? — cruzó los brazos y vi pequeñas cicatrices aleatorias — Ellos nada más llorarian y eso mo serviría de nada.

— La diferencia es que ellos han sufrido como tú — tomé uno de sus brazos, lo hale un poco hasta que sacó su mano y la tomé — Tu família también pasó por momentos horribles, traumáticos y sintieron tanto dolor en sus corazones como tú... si ellos se toman el tiempo de escucharte aliviaran un poco tu dolor y si tu los escuchas a ellos aliviaras un poco su dolor o al menos eso pienso yo.

Evan apretó mi mano y cerró los ojos, yo me acerqué más a él y puse mi otra mano en su mejilla.




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