Quitarle la ropa a Evan iba a ser lo más difícil de la noche, aunque debía admitir que era divertido ver cómo se comportaba estando ebrio, era cómo otra persona, sé reía por cualquier cosa y miraba lo que le apetecía. Bueno, eso lo hacía siempre, pero el punto es que su personalidad real salía a relucir un poco, me dejaba ver que era un hombre divertido, bromista y sobre todo tan dulce que me hacía sentir aún más feliz de estar en este camino de recuperación que habíamos iniciado.
— Bien, Evan, deja de ser un pervertido, compórtate — él negó con la cabeza, puso una mano en mi cadera y empujó haciéndome caer sobre la mitad de su cuerpo — ¡Evan!
— ¿Qué? — alargó la palabra y soltó una risita.
— Ya quédate quieto — negó con la cabeza y dio un beso en mi nariz — Déjame levantarme.
— No quiero — bajó la cabeza un poco y besó mi barbilla.
Traté de levantarme y envolvió mi cintura con ambas manos.
— Eres muy molesto cuando tomas ¿Lo sabías? — sonrió y besó de nuevo mi nariz.
— ¡Abril! — gritó de un momento a otro sorprendiéndome y soltó una carcajada.
— Ya... Deja que me levanté — no pude aguantar más y empecé a reír, en serio era muy graciosa su actitud.
— Espera... es que no la encuentro — besó mi mejilla y río — ¡Deja de esconderla!
— ¿Qué cosa? — reí e intenté nuevamente levantarme sin éxito, claro.
— Tu boca, no encuentro tu boca — iba a besar mis labios, pero pude apartarme a tiempo.
— ¿Para qué quieres encontrar mi boca? — sabía para qué, pero tenía que distraerlo.
— ¿Eres idiota o te haces? — me miró y confundido soltó mi cintura o eso creí yo porque cuando iba a levantarme puso ambas manos en mis mejillas y antes de que reaccionara presionó sus labios sobre los míos.
Sus labios eran suaves y tenía unas ganas inmensas de explorarlos, conocerlos más, probar su sabor, pero él estaba ebrio y probablemente el que actuaba era el alcohol en su sistema. Así que me separé de él y me levanté.
— ¿Qué... pasó? — preguntó confundido — ¿No quieres besarme Abril?
Obviamente quería besarlo, pero no así, no con él en ese estado y cómo no quería cooperar conmigo para ponerlo cómodo decidí utilizar sus pensamientos ebrios en su contra.
— Si quiero besarte cariño — él sonrió coqueto y puso nuevamente su mano en mi cadera — Pero antes debemos estar cómodos... o bueno, tú debes estar más cómodo.
— ¿Y cómo es eso? — tomé su mano y la alejé de mi cadera.
— Voy a quitarte el pantalón y la camisa — su sonrisa sé ensancho y asintió — ¿Vas a ayudarme?
— Si — sonreí y me acerqué de nuevo, puse las manos en su pantalón y cuando levantó la cadera lo bajé y lo lancé al suelo cuando pude quitarlo.
— Ahora la camisa — sonreí y tomé el borde de la camisa, la levanté y la saqué lanzándola junto al pantalón.
Cuando quise girarme para tomar las cobijas agarro mis manos y me halo de nuevo.
— Evan — me queje y él me miró.
— Ya estoy cómodo, ya puedes besarme — suspire y él sonrió — Sólo un beso.
— ¿Uno y me dejas ir? — negó con la cabeza y besó suavemente mis labios.
— Un beso y pensaré si dejarte ir o no — reí, más por desesperación que por diversión.
— Es muy tarde, tengo sueño Evan — me queje de nuevo y él gruño.
— No quiero que te vayas — besó suave mi labio inferior, puso una mano en mi barbilla y apretó un poco — Duerme conmigo, Abril.
Suspire, pero no sabía si era por el beso o por la petición.
— Esta bien, dormiré aquí — sonrió y beso mis labios con más ganas — Pero debes dejar que me baje... no estoy cómoda.
Sonrió, mordió suavemente mi labio inferior y me soltó, bajé de su cuerpo y me recosté junto a él.
— Me gustas mucho Abril Deveraux — me hice de lado y lo miré — De verdad me gustas.
— Estas muy ebrio — reí y él me miró serio — Oh, vamos... Sólo duérmete y mañana hablamos sobre esto ¿Te parece?
— Muy bien, mañana hablaremos de esto — estiró una mano y tomó la mía — Sonreí y cerré los ojos — Duerme bien pequeña molestia.
— Duerme bien vikingo gruñón — sentí una suave risa y después la habitación sé quedó en silencio.
(...)
Me hubiera gustado decir que en la mañana los rayos de sol que sé filtraban por la ventana era lo que me había despertado, pero no, había sido un ruido extraño que hizo que me sentara en la cama y mirara para todos lados para averiguar de dónde provenía, la puerta seguía cerrada, la silla en donde la había dejado y Evan dormía tranquilamente con los labios entreabiertos viéndose adorable... al menos por unos segundos antes de que un fuerte ronquido saliera de ellos e hicieran que soltara una carcajada y a consecuencia de eso Evan saltó en la cama, abrió los ojos, sé quejó, los cerró de nuevo y gruño haciéndome soltar otra carcajada.
— Maldita sea — murmuró ronco y puso ambas manos en su cabeza — Deja de reírte, la cabeza va a explotarme.
Puse las manos en mi boca tratando de cubrir el sonido de mi risa pero sólo había logrado que sonara ahogada y Evan sé quejó de nuevo.
— Lo siento, es que... Dios — me reí más.
— Esto es absurdo — murmuró, respiro hondo, abrió los ojos y miro el reloj de mi mesa de noche que marcaba las 7:25 am — ¿Porque demonios estos partiéndote de la risa a esta hora?
— Es que... — respire profundo para no reír más, pero una que otra risa seguía saliendo — Un ruido muy extraño me despertó y trataba de buscar de dónde venía y tú... roncaste.
Y nuevamente la risa empezó a salir, Evan tenía mucha razón, era absurdo que estuviera riéndome como una loca por un ronquido.
— ¿Y por eso estas ahí riéndote así? ¿Porque ronque? — negó con la cabeza y luego puso su brazo sobre su cabeza cubriéndose los ojos.
— En mi defensa mi cerebro no está despierto completamente — él hizo un ruido similar a un Ajá con la garganta — Además estaba mirándote dormir en ese momento y fue muy gracioso, estaba pensando que te veías muy adorable ahí dormido cuando ese enorme ronquido salió.