Indomable

20. Un final feliz.

Cuando llegamos a la habitación me senté en la cama y Evan acercó su silla para quedar frente a mi, miró mis ojos por un rato y tomó mis manos.

— Nunca he hablado con nadie sobre lo que pasó cuando me secuestraron — miró nuestras manos unidas y las apretó un poco — Sólo saben las lesiones que tengo y suponen que fui torturado por todas las heridas que tenía cuando me encontraron.

— ¿Y... lo hicieron?

— Lo hicieron — asintió y suspiró — Fui un soldado ejemplar en el entrenamiento, era sobresaliente con las armas, mi puntería era increíble, tanto que al final terminé siendo un francotirador. Todas las misiones en las que participé transcurrieron sin problemas pero cometí un error en la última; había un grupo de rebeldes en la calle apuntandole a unas personas que estaban arrodilladas, el terror que tenían se podía ver perfectamente en sus rostros, no podia escuchar lo que decian pero sabía que eran súplicas, sabía que estaban aterrorizados, me dejé llevar por la ira y dispare pero no tomé todas las precauciones, dejé que se dieran cuenta del sitio en el que estaba, me encontraron, me dispararon en una pierna y caí al suelo, me lastime un brazo al caer, después me golpearon con un arma en la espalda y en la cabeza; logré defenderme, era solo un hombre. El dolor que sentía era horrible, no sabes cuantas veces rece en esos momentos, quería que fueran por mi y me llevaran a un hospital, me dolía el cuerpo por los golpes y la pierna por el disparo pero no podía dejar de pensar en los hombres, las mujeres y los niños que estaban siendo amenazados en la calle, tenía que levantarme y acabar con los rebeldes, cuando me sentí con las fuerzas suficientes me levanté, tome mi arma y cuando tuve en la mira a mi objetivo dispare pero no supe si habia dado en el blanco porque me halaron y volvieron a dispararme.

No podía adivinar cuales eran los sentimientos de Evan en ese momento, su rostro estaba serio y sus manos habían abandonado las mías en la mitad del relato; sus ojos miraban hacía otro lugar y estaba serio.

— Evan, sí sientes que no puedes hablar más...

— No, tengo que sacar todo esto ahora — cerró los ojos y respiró hondo — Cuando desperté estaba en una habitación oscura y olía horrible, me dolía el cuerpo, pasé meses encerrado en esa habitación, no comía durante días, me golpeaban cada vez que deseaban, para divertirse sacaban sus navajas y cortaban la piel de mis brazos o mi espalda, una de las golpizas fue tan fuerte que no pude levantarme más, el dolor era espantoso.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y las lágrimas empezaron a salir, había sido torturado por meses, no podia imaginar el dolor, el miedo... lo débil que estaba físicamente y lo débil que debía sentirse mentalmente, no podia entender cómo era posible que después de pasar por cosas tan espantosas aún sonriera. Evan era un hombre muy fuerte.

— Eso es horrible — mis palabras salían en medio de sollozos y él me miró, puso sus manos en mis mejillas y sonrió.

— No llores cielo, la historia tiene un final feliz — reí, él se acerco y beso suavemente mis labios — Me encontraron con vida y me llevaron a un hospital donde me tuvieron sedado hasta que me trajeron al país de nuevo, pase un tiempo en el hospital de aqui y luego empezaron a llamar a un montón de personas para que cuidarán de mi, todos renunciaban... aunque hay una chica que no se dio por vencida y me hizo sentir miserable por mi comportamiento.

— Una chica poco profesional, porque te miraba de más y últimamente permite que la beses — él rió y beso nuevamente mis labios.

— Ya deja de llorar, tus ojos verdes no se ven bonitos cuando lloras — lo miré con los ojos entrecerrados y  sonrió — ¿Que? Es verdad, tus ojos se ponen rojos y se hinchan cuando lloras, no es algo bonito.

— Tú eres un experto para hacer cumplidos — sonreí, se acercó y beso suavemente mis mejillas.

— Soy todo un don Juan nena, por eso las mujeres hacen fila para estar conmigo — puse las manos en su cuello y suspire.

— ¿Otra vez intentas que me ponga celosa? — asintió, volvió a besarme y mordió mi labio inferior — ¿Estás seduciendome?

— También — besó mi mejilla y bajo las manos hasta mi cintura — ¿Te dejarías seducir por un hombre en silla de ruedas?

— No seas idiota — rió bajito y besó cerca de mi oreja — Desde que te vi por primera vez quedé encantada.

— Me alegra mucho escuchar eso — susurró ronco y tomó el lóbulo de mi oreja entre sus labios, mis ojos se cerraron y las manos de Evan se apretaron más en mi cintura.

— ¿Que me dices tú? — soltó mi oreja y empezó a dar pequeños besos en mi cuello.

— ¿De que? — dijo sin dejar de repartir besos hasta llegar a los tirantes de mi camisa, bajó uno de ellos y besó mi hombro.

— De... nada — me acerqué más a él y acomode como pude mis piernas para quedar sentada a horcajadas en las suyas.

— Esta bien — rió un poco y volvió a besar mi cuello hasta llegar a mis labios.

Sus besos eran suaves, tiernos, húmedos y también sensuales, sus manos en contraste apretaban mi cintura pegando mi cuerpo más al suyo, el ambiente estaba cargado de erotismo, mi cuerpo exigía más atención, más cercanía y menos ropa.

— Eres preciosa — susurró, tomó el borde de la camisa y lo subió hasta sacarlo por encima de mi cabeza — Realmente hermosa.

— ¿Lo dices para que no te detenga? — él sonrió de lado, miro mi sostén y pasó la yema de los dedos por la piel descubierta de mis senos.

— ¿Esta funcionando? — mordi mi labio inferior y asenti, en ese punto ya no me sentía capaz de hablar — Tu piel es preciosa Abril y tu cabello... Dios, adoro tu cabello, ¿Sabes porque?

Negué con la cabeza, busqué el borde de su camisa y se la quite también, tenía que tener acceso a su piel, tocarlo, sentirlo.

—» Porque tu cabello oscuro hace que el color de tu piel y de tus ojos resalten más — subió una mano y la metió entre mi cabello, cerré mis ojos, la sensación era abrumadora, pero placentera.




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