Capítulo 22.
Después del día despreocupado y divertido que habíamos tenido decidimos antes de irnos a dormir —cada uno en una habitación — que a partir del dia siguiente empezariamos una rutina, en la mañana haría unos masajes y ejercicios a sus piernas y después de almorzar saldríamos al parque o a cualquier otro lugar, me sentía felíz de que él estuviera dispuesto a salir, había estado encerrado por meses cuando fue secuestrado y después de que lo encontraron y pasó un tiempo en el hospital, se encerró en su casa, lo más lejos que estaba de ahí era el jardín. Así que a la mañana siguiente después de comer las delicias que habia preparado mi madre antes de ir a trabajar, fuimos al cuarto y empezamos con los masajes.
— Si te duele en algún lugar, dime — lo miré y él asintió — ¿A donde quieres ir hoy?
— No lo sé, escoge tú, conoces mejor el lugar — empecé masajeando suavemente sus muslos y él cerró sus ojos.
— Vamos al parque entonces, esta cerca y es bonito — asintió y apretó sus ojos cuando tome una de sus piernas y con suavidad lo hice doblarla — ¿Esto duele?
Negó con la cabeza y gruño, no le gustaba decirme que dolía, tampoco aceptaba que me detuviera, aguantaba todas las molestias que le generaban los ejercicios que le hacía. Cada dia antes de hacer los masajes le enviaba un mensaje a Marcus para que me diera las indicaciones de los ejercicios que debia hacer ese día y seguía al pie de la letra todo lo que el me decía, pero se me rompía el corazón cada vez que veía a Evan apretando los ojos, cuando lo escuchaba gruñir por el dolor o cuando no podía contener las lágrimas que salían de sus ojos a medida que la intensidad de los ejercicios subia.
— Demonios — murmuró y apretó los puños a los lados, de sus ojos cerrados ya escapan algunas lágrimas y mis ojos empezaron a sentir envidia ya que también algunas lágrimas se acumulaban allí.
No podía evitar pensar que el motivo de su dolor tan fuerte era el esfuerzo que habia hecho el dia anterior cuando hicimos el amor; me sentía un poco culpable ya que yo no habia cuidado bien de él, me dejé llevar por mis emociones y seguramente estaba lastimado o podría sentir mucho dolor porque no estaba haciendo los movimientos como era, tal vez estaba lastimandolo al hacer los masajes y los ejercicios en lugar de una persona profesional.
— Evan — aparte mis manos de sus piernas y él abrió los ojos, que aún estaban llenos de lágrimas — ¿Y si estoy haciendo algo mal y por eso duele tanto?
— No seas idiota, Abril — se limpió las mejillas con una mano y respiró hondo — Eres muy delicada todo el tiempo, si duele es porque debe doler, no porque estes haciendo algo mal.
— Tengo miedo Evan, no quiero equivocarme y... — puso una mano en mi mejilla y limpió suavemente las lágrimas — Me preocupo mucho por ti, más que antes, no eres solamente una persona a la que quiero ayudar, ahora eres mucho más que eso; quiero estar segura de que lo que estoy haciendo esta bien.
— ¿Y cómo vas a asegurarte de eso? — cerré los ojos y tome aire.
— Deja que Marcus venga y me enseñé, que me muestre cómo debe hacerse todo — no escuché su respuesta, así que abrí los ojos, estaba mirando a otro lugar y su mandíbula estaba apretada — Por favor.
— Marcus queria internarme en un hospital, Abril, no estoy muy contento con él ahora mismo.
— Lo entiendo, también estuve enojada con él porque decía que de nada serviría mi ayuda, pero hablé con él, le expliqué que de verdad quería ayudarte y accedió a enseñarme pero no es lo mismo que te expliquen cómo hacerlo a que te muestren cómo hacerlo — me miró y tomé su mano que aún permanecía en mi mejilla — Lo mejor sería que fuera él quién hiciera todo esto, pero sé que no te gustaría, por eso te pido que al menos accedas a que venga y me enseñe.
Apreté su mano y miré su rostro, él cerró los ojos, se quedó en silencio un momento y después habló.
— Te dije que desde que llegué a esta casa prometí cambiar, quiero que mi vida sea diferente — abrió los ojos y me miró — Tú me has abierto los ojos, no puedo pasarme el resto de mis dias sintiendo lastima por mi mismo e hiriendome, debo recuperar mi vida y hacer de ella lo mejor que pueda, tengo una segunda oportunidad, quiero aprovecharla e intentar ayudar a las personas que estan pasando por una situación similar, así que debo empezar rápido con esos cambios.
— ¿Entonces aceptas que Marcus venga a enseñarme? — él negó con la cabeza y la sonrisa que había aparecido en mi rostro se esfumó.
— Aceptaré que Marcus sea quién haga el trabajo — sonrió, se acercó y dio un beso suave en mis labios — Y hablaré con él para que empecemos con la terapia.
Las lágrimas que salían de mis ojos esta vez eran de pura felicidad, tenía la intención de aprender y continuar cómo hasta ahora, pero esto... esto era muchisimo mejor, estaba accediendo a empezar la terapia, queria cambiar su vida, queria ayudar a quiénes necesitaban un empujón para salir adelante. Evan Hunter estaba volviendo a la vida después de pasar meses como un zombie.
— No se que debo hacer ahora — él rió y presionó tan fuerte sus labios en los míos que cuando nos separamos hubo un pequeño sonido encantador.
— Toma el teléfono y llama a ese idiota de una buena vez — hice lo que dijo, tomé el celular y marqué su numero — Y dile que más tarde iremos a su casa.
— ¿Y si tiene trabajo Evan? — negó con la cabeza y sonrió.
— Estoy seguro de que termina su turno a las dos, podemos ir después de esa hora — asenti y esperé a que Marcus contestara.
— Ay, mejor dame eso — arrebató el celular de mis manos y empezó a hablar — No, soy Evan, ¿Tu turno termina a las dos verdad? Porque tenemos pensado ir a tu casa, tengo que hablar contigo.
Estaba tan feliz en ese momento que fácilmente podrían estar explotando fuegos artificiales sobre mi cabeza.