Indomable

26. duele, como el infierno.

Después de irnos a mi cuarto y tener una hora de besos apasionados y una que otra caricia casual en lugares no tan casuales, nos quedamos dormidos, los dos estabamos agotados, el día habia sido más pesado de lo que pensamos y con más emociones de las que imaginamos, pasamos de la alegría a la furia, al llanto y finalmente a la pasión; no nos importó la ropa que aún teníamos puesta, tampoco que teníamos el estómago vacio y que probablemente en la sala los helados estarían completamente derretidos.

Cerca de las seis y treinta de la mañana desperté al escuchar a Evan quejarse, me senté, lo miré y vi que estaba despierto, pero sus ojos estaban apretados al igual que sus labios, estaba empapado en sudor y con sus manos sostenía una de sus piernas. Me asusté y empecé a temblar, no sabía que hacer, pero sabía que tenía que pensar en algo.

— Abril — gruño y apretó su pierna con las manos — Duele.

Puse mis manos sobre las de él, que entendió de inmediato y las apartó dejándome el camino libre, acomode bien las manos y empecé a mover las haciendo uno de los masajes que Marcus me había enseñado, mientras lo hacía él gruñia y paseaba por el dolor.

Mientras trataba de calmar el dolor de Evan la puerta de la habitación se abrió y un muy furioso Liam acompañado de mi enojada madre entraron, pero se quedaron estáticos cuando vieron lo que hacía, sus rostros cambiaron de la ira a la confusión rápidamente.

— Liam ve por mi celular — mi voz sonaba ronca y algo quebradiza por las ganas de llorar que tenía — Llama a Marcus y dile que te indique que debemos hacer o que puedes inyectarle para el dolor.

Asintió y salió de la habitación de inmediato; mi madre fue hasta el baño de la habitación, tomó un par de toallas y se acercó a nosotros, empezó a limpiar el sudor de la frente y mejillas de Evan mientras yo seguía masajeando la pierna y él se quejaba. Liam entró a la habitación mientras hablaba, se sentó junto a mi, puso el altavos y escuché la voz adormilada de Marcus hablando.

— Abril, lo que tiene Evan en este momento es un calambre, los músculos se encuentran contraidos, tu hermano me dijo que estabas masajeando el lugar y eso esta muy bien, pero debes hacer algo más — hizo una pausa para pensar en una manera de explicarme que debia y hacer y luego continuó hablando — ¿Has visto en los partidos de fútbol cuando un jugador cae y sus compañeros toman sus piernas y las estiran un poco y despues llevan sus rodillas hasta su pecho?

— Yo lo he visto — respondió Liam por mi — ¿Eso debemos hacer?

— Si, haz eso hasta que el dolor sea soportable, después vuelven a masajear suavemente la zona y estará bien, no se preocupen mucho por estas cosas, al inicio va a suceder bastante seguido, pero luego no pasará otra vez.

— ¿Es... es malo que esto pase? — pregunté tomando el celular que Liam estiraba hacia mi y me aleje un poco para que él pudiera hacer lo que Marcus le había indicado.

— Apenas es el inicio, el tendrá calambres y en ocasiones espasmos, va a sufrir una serie de cosas en sus piernas que serán dolorosas pero que son necesarias, sus piernas estuvieron meses quietas, es normal que todo esto pase — bostezo y yo suspire — Cuando Evan este mejor dile que lo espero en la clínica a las cuatro, ese será el horario para sus terapias, si se niega a venir, amarralo y haz que venga.

— Lo haré — sonreí un poco sintiéndome aliviada y colgué.

Me senté nuevamente junto a Evan que ya tenía los ojos abiertos, en su rostro todavía se veía la tensión pero parecía como si el dolor disminuyera, estiro una de sus manos, tomó la mía y la apretó un poco.

— Gracias — sonreí y negué con la cabeza, el cerró nuevamente los ojos y suspiró — Duele como el infierno.

Liam río y empezó a masajear donde estaba haciéndolo yo antes.

— ¿Que tipo de lesión tienes? — preguntó mi madre.

— No se muy bien, nunca me interesaron los nombres ni nada de eso, sólo sabía que no era capaz de caminar por mi mismo, que mis piernas no respondían de la manera que debían — abrió de nuevo los ojos y miró a mi madre — Sé que cuando me encontraron mis piernas estaban muy lastimadas y tuvieron que operar, me dijeron que debía hacer terapias para recuperar la movilidad y no lo hice.

— ¿Cuanto tiempo llevas así? — preguntó esta vez Liam.

— La última cirugía fue hace ocho meses — mi hermano me miró y negó con la cabeza.

— No se mucho de este tipo de lesiones pero sé que debiste empezar al menos dos meses después — Evan asintió y me miró.

— Si no recupero la movilidad completa de mis piernas va a ser mi culpa — apreté su mano, la levanté y di un beso en sus nudillos — Dejé que mi mente inestable me dominara y terminé haciendome más daño.

— La buena noticia es que recapacitaste y decidiste hacer esto — sonrió y se sentó.

— Gracias por venir a ayudar — le dijo a Liam y a mi madre.

— Hablando de eso... ¿Porqué tenían cara de diablo cuando entraron? — Liam rasco la parte de atrás de su cuello riendo incómodo y mi madre se levanto y camino a la puerta.

— Es que escuche gruñidos y jadeos... desperté a mamá y le dije que viniera.

— No puede ser — los miré mal — ¡¿Ustedes estaban pensando que nosotros dos...?!

Mi madre salió rápidamente de la habitación y mi hermano soltó una carcajada que Evan imitó de inmediato. 

— Es un alivio que estuviera equivocado.

Tomé una almohada y se la lancé a mi hermano que salió de la habitación aún riendo.

— Supongo que esto es algo bueno,  La próxima vez que escuchen...— lo miré confundida, él sonrió amplió e hizo comillad con sus dedos — Gruñidos y jadeos pensarán que tengo otro calambre.

— ¡Evan! — le di una palmada suave en el brazo y el río.

— Tranquila, sólo es una broma — se acercó y besó mi mejilla.

— No te arrepientes de empezar la terapia ¿Verdad? — él negó con la cabeza y me abrazó.




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