Indomable

37. Alguien creia en mi.

El abrazo de Evan era algo que necesitaba, era cálido, reconfortante y lleno de amor y seguridad, quería quedarme allí por siempre pero debía separarme y mirar su rostro, porque más allá de mi seguridad estaba la de él, necesitaba saber que estaba bien, que el golpe de su cabeza no había sido más grave de lo que parecía ser.

− ¿estás bien? – pregunte poniendo mis manos en sus mejillas y mirando directamente a sus ojos, él sonrió y asintió.

− Estoy muy bien, me pusieron un par de puntos, no era una herida profunda – asentí y lo abrace nuevamente − ¿Tu estas bien?

− No lo sé – respondí y puse mi mejilla en su pecho – tengo muchas cosas en la cabeza que no alcanzo a comprender.

Era una situación complicada, difícil de creer, nunca en mi vida había pensado que llegaría a estar en la cárcel o que podría ser juzgada por asesinato o al menos un intento. Todavía no sabía nada sobre Chase y me preocupaba su futuro, pero al mismo tiempo me preocupaba el nuestro, si moría mi consciencia estaría sucia por el resto de mi vida, tendría una muerte en mis manos y si sobrevivía mi mente estaría constantemente llena de pensamientos donde él quiere tomar venganza y sale victorioso. Cualquiera de las dos posibilidades era aterradora para mí, ambas igual de malas.

− Yo más que cualquiera te entiendo, se por lo que estás pasando ahora mismo – puso sus manos en mis brazos, hizo que me alejara un poco de él y tomo una de mis manos entre las suyas – Cuando fui un soldado tuve que quitar la vida de muchas personas y es cierto cuando te dicen que una vez cometes el pecado se vuelve cada vez más fácil repetirlo, es como cuando no sabes decir alguna oración en otro idioma, entre más veces la repitas más fácil se volverá para ti pronunciarla, eso es exactamente lo que pasa con esto; la primera vez que tuve un arma en mis manos estaba emocionado pero al mismo tiempo temeroso, en ese momento tenía una decisión en mis manos podía quitar la vida de una persona o dejar que viviera, cualquiera de ellas era igual de difícil, en mi mente tengo varias muertes Abril, pero prefiero eso a pensar que esas personas en este momento podrían estar torturando o asesinando a un montón de personas inocentes, sé que no soy un dios o algo así para decidir sobre el futuro de los demás, pero prefiero este peso sobre mis hombros mil veces que culparme por no salvar unas cuantas personas cuando tuve la oportunidad y tu cariño mío, salvaste mi vida y estoy muy agradecido por eso y créeme cuando te digo que la lucha que tendrás de hoy en adelante no va a ser nada fácil, tanto con la justicia como con tu mente.

Y lo sabía, no iba a ser fácil salir de esta situación y el proceso probablemente fuera lento, tenía que ser fuerte e intentar continuar, además estaba Evan a mi lado y por el tiempo que estuviera conmigo iba a ser mi soporte. Esta vez era yo quien necesitaba de él.

− Sé que vamos a salir de esta – lo mire y sonreí un poco – Tu estas bien, tu familia está bien y eso es lo que me importa ahora, si el precio por salvar sus vidas es este, lo pagare aunque duela.

− Eso no va a ser necesario – hablo el oficial Keller desde afuera de la celda – Gracias a que ustedes pusieron una denuncia sobre las amenazas de Chase Conrad y por traernos las pruebas donde estaba incluida esa pequeña frase que decía que él había sido quien entrego a Evan a los rebeldes cuando eran militares, pudimos hablar con el fiscal para que la dejen ir a su casa mientras el proceso de investigación continua pero no puede salir dejar el país, tampoco salir de la ciudad y debe presentarse a juicio en cuanto tengamos una fecha, allí es donde se va a determinar si es culpable o no de intento de homicidio.

− Se lo agradezco mucho – lo mire y Evan se levantó, me ayudo a levantarme, tomo su caminador y salimos de la fría celda.

− Desde mi punto de vista y de algunos de mis compañeros eres inocente Abril – murmuro mientras pasaba por su lado – Intentare ayudarte en lo que más pueda.

− Gracias – susurre y camine con Evan hacia la salida de la estación.

Al menos alguien creía en mí dentro de ese lugar.

Después de salir nos fuimos directos hacia mi casa donde me di una ducha, comí un poco y luego me acosté a dormir nuevamente, estaba tan agotada, mis emociones estaban descontroladas, seguía sin saber cómo debía sentirme, lo único que quería era dormir porque al dormir podía esconderme de todo lo que estaba sucediendo. Era una locura y aunque sabía que no iba a resolver nada de esa manera lo seguía haciendo y así estuve por tres días, me levantaba, tomaba un baño, comía y volvía a la cama, mi madre a veces entraba, se recostaba conmigo un rato, acariciaba mi cabello y me decía que todo estaría bien para luego salir y dejarme sola otra vez, esos momentos eran los peores porque no podía evitar llorar cuando la escuchaba, yo no era la única afectada con esa situación y a pesar de saberlo no hice nada, solo me quede allí, en el cuarto siendo una bola de autocompasión y destrucción, pero tenía la suerte de tener un par de salvadores en mi vida, de tener a dos personas que sabían mejor que nadie lo que era estar dentro de la depresión y que lo que yo hacía no era sano, que cuando tuvieron que ser crueles conmigo lo fueron.

Evan y Liam entraron el tercer día en la habitación con baldes en sus manos y el mejor discurso que me han dado, los admiraba porque eras los hombres más fuertes que conocía y que seguramente iba a conocer en toda mi vida.

− Esto no puede continuar así Abril Deveraux, vas a levantarte de la cama, vas a ponerte maquillaje como cada día desde que conoces a Evan, te pondrás uno de esos vestidos de flores que detesto que uses porque son demasiado cortos pero que sé que adoras y vas a bajar a la sala con nosotros y si no lo haces te juro que no sentiré remordimiento después de lanzarte este balde con agua y hielos encima, incluso puedo prometerte que lo voy a disfrutar.




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