Indomable

CAPÍTULO 2

 

Renata.

 

Una semana...

Solo falta una semana para que deje este lugar lleno de recuerdos; de momentos inolvidables, pero también de dolor.

Quizá mi mamá tenga razón y ya es hora de soltar y seguir adelante con mi vida. Con nuestra vida, solo ella y yo, sin recuerdos que nos atormente, sin más tristeza, sin más pasado, y dejándolo todo atrás para comenzar una nueva vida lejos de este lugar.

Pero la verdad, la nostalgia me puede más, y los recuerdos se apoderan más de mí, estos últimos días; aun las pesadillas persisten, aun me quedo dormida llorando en las noches por horas, en la soledad de mi cuarto, en el silencio que habito, y donde nadie me ve. ¿Podré alguna vez superar todo esto? ¿Podré alguna vez olvidarme de todo esto?, del dolor, de la angustia, de tantas preguntas que quedaron en el limbo.

Preguntas sin responder, secretos aun sin revelar.

Y yo me voy, y todo eso se queda sin resolver.

Aun la herida no se cierra, y no creo que nunca lo haga, hasta que la verdad se revele por completo, y esta angustia en mi interior sea sanada. Solo sé que Aún quedan muchos secretos.

Mi mamá estaba dando sus primeros pasos en el medio como modelo de portadas. Sin ninguna duda siempre ha sido una mujer espectacular, brilla por su esencia y por su belleza también., sin dejar a un lado lo sexy y extrovertida que es, una mujer de fuego, alegre pero melancólica, y yo era muy pequeña como para comprenderlo, y estaba lejos de entender muchas cosas.

Y aun creo que lo estoy.

Todas las mañanas tipo seis de la mañana, salía a trotar, a ejercitar su cuerpo. El amor y su gusto por el deporte es algo que la ha caracterizado siempre. Y aunque mucho tiempo antes no podía permitirse un gym, siempre buscaba la manera de ejercitarse, y ahogar sus penas, supongo.

Ella nunca lo supo, pero no sabe la cantidad de veces que la vi llorar, mientras usaba la maquina vieja que teníamos en casa para hacer cardio. O cuando hacia yoga, o sus meditaciones. El sudor que recorría su rostro se mezclaban con las de sus lagrimas, y cada una de esas gotas saladas las dejaba caer, dejaba que resbalaran por su pecho hasta unirsen en una sola.

Aunque siempre ha sido una mujer fuerte y temperamental, capaz de lograr lo que se ha propuesto; con el transcurso de los años y el tiempo, se ha fortalecido más. También sé que guarda un gran sufrimiento; Una tristeza profunda, una herida que no se cierra. Y aunque trate de ocultarlo con sus chistes malos y su humor negro, o siendo tan cotilla a veces, tan intensa. Siempre están ahí.

—"¿Mami porque lloras? ¿Estás tristes?"

— "No princesa, nada de eso — yo veía como buscaba su toalla para secarse las lágrimas con desesperación".

— Entonces, ¿te golpeaste?

— "Mamá no está triste, ni se ha golpeado, al contrario está feliz de tenerte, de tener a una hija tan hermosa a su lado, ¿porque sabes una cosa?, tú eres mi bendición, mi mayor logro, mi regalo, mi pedacito de cielo. Y todo lo hago por ti y para ti".

— "Entonces, ¿Por qué estas triste y lloras? — insisto, y ella sonríe —. No mi amor, mamá está bien, solo un poco congestionada eso es todo."

"mentira"

— "Renata, escúchame lo que te voy a decir, quiero que siempre sepas esto, y nunca, nunca lo olvides, ¡Vale! — me lo dijo mientras me peinaba —. "Lo que no te mata, te fortalece"... nunca pero nunca dejes que se aprovechen de ti, nunca permitas que te engañen o te maltraten, o te manipulen, debes de ser fuerte, porque la vida es dura y cruel, a pesar de tanta belleza que nos muestra. Nunca confíes en la falsa felicidad, porque esa no es duradera, es precoz e inestable... y muy engañosa. Guárdalo siempre en tu mente y en tu corazón. ¡Ok!".

Me lo decía siempre, y crecí recordándolo obsesivamente en mi memoria. Sé que me ama y solo vive por mí y para mí.

Aunque nunca entendí porque me decía esas cosas.

Nunca entendí de su sufrimiento y su apego hacia a mí, a su dependencia, y con ese miedo obsesivo de que pueda perderme.

Siento unos golpes en la puerta, pero no estoy muy segura si los estoy soñando, hasta que alguien me mueve el hombro con delicadeza.


— ¡Ayyyy nooo! —. Me quejo y gimoteo dormía, dando manotazos por todos lados.

Insisten y esta vez no son tan delicados...

—¡Nooo!, —grito y me despierto sobresaltada. Frunzo el ceño, y la veo ahí de pie, frente a mi, algo asustada por mi grito, supongo; en el lateral de mi cama.

—¡Lucia!, pero... ¿qué haces aquí? —le pregunto algo adormilada y de mal humor.

—Te estoy llamando hace rato, niña, para que bajes a desayunar. Tu mamá ya se está alistando, está por salir, y hoy tienes mucho que hacer. — mira el lado izquierdo de mi cuarto —. Como empacar, por ejemplo, —y señala la parte de mi closet que anda toda revuelta —. No entiendo que estas esperando. ¿Que te llegue el día, y te tengas que ir sin nada?, Tu mamá no tendría problema alguno.

—Para lo que me importa. — digo.

—Bueno niña malcriada, ya estuvo bueno de berrinches, organízate, te espero abajo en diez minutos, ni un minuto más ni un minuto menos, ¡ok!

—Ya voy, ya voy —digo en gesto de paz.

— ¡YA!, —me replica con tono autoritario y cerrando la puerta a sus espaldas.

¡Uy!, qué genio.

Doce minutos después, estoy abajo ya bañada y organizada, bueno solo me falta ponerme los zapatos, y aun no decido ¿cuáles?, Si los botines negros de charol con cordones que lucen con mi outfit. Falda a cuadros roja, una polera cuello tortuga negra y unas mallas estilo rockstar. O definitivamente decidir por mis Nike, o los converse Chuck Taylor color negro.

Amo el negro, y el azul también.

— Recuerdo haberte dicho diez minutos exactos, no trece. —dice Lucia impetuosamente, pero se le ve más tranquila, al menos... Por suerte.

— Fueron doce minutos. —digo.




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