Indomable

CAPÍTULO 4

 

"Tu destino esta por cambiar pronto, hay un hilo rojo que te unirá a él"

Cita-(cap 1)

 

Renata.

El paseo marítimo de Coney Island o (Riegelmann). Como bien lo dice, es un paseo marítimo a lo largo de la costa sur de Coney Island, en el distrito de Brooklyn cerca de la ciudad de New York.

Tiene cantidad de tiendas a lo largo del malecón, con el salto de paracaídas de fondo.

Las atracciones modernas en el paseo marítimo, incluyen el luna park, el parque de atracciones Wonder wheel de Deno y el acuario de Nueva York. Los tablones del paseo marítimo están colocados en un diseño de chevron modificado; además tiene departamentos de parques y recreación de la ciudad.

Me siento en los tablones del muelle de carreras de obstáculos (así le llaman, por las competencias que se llevan a cabo allí).

Solo quiero sentir la brisa cálida rociar mi rostro, los vientos que se alzan desde el mar yudan tanto a despejar mi mente, me da tanta paz, me hace sentir libre, me siento tranquila, inspirada.

Justo aquí, en este momento
En este lugar.

Solo pienso en cómo será mi vida en ese nuevo instituto, ahora en adelante. La gente con la que voy a convivir, los profesores.

No me puedo negar aquí mismo, que si estoy asustada, tengo un poco de miedo, pero es más por la incertidumbre de saber qué pasará después. ¿Qué será de mí los próximos días, semanas y lo que me reste del año? ¿La podré librar?

¡Ay Renata! ¿Cuándo vas a dejar de hacerte tantas preguntas, y cuestionarlo todo? Y lo peor, es que la mayoría no han tenido respuesta. Así que solo seguirás perdiendo tu tiempo.

Solo deja que fluya todo, hazle caso a tu mamá, por primera vez.

"Solo déjate llevar" diría ella.

Miro hacia otro lado de la orilla del muelle, las olas chocando a trompicones contra las rocas, juntándose una con la otra. La noche está húmeda.

Cuando fijo la vista un poco más allá, veo algo...

O... a, ¿alguien?

Un momento, ¿esa es una persona nadando, bañándose? O ¿qué rayos hace a estas horas de la noche?, Pero si son las ocho pasadas. Miro el teléfono. A estas horas es muy peligroso meterse a nadar, además debe de estar helada el agua.

Es que a caso está loco o loca, quién sea que este allá. Y de paso, está demasiado oscuro como para distinguirlo con seguridad. ¿Quién se mete al agua a estas horas? Claro está, que siempre existe alguien aventado, mejor dicho, chiflado para hacer eso.

Bueno, "cada loco tiene su tema." Dicen por ahí.

Vuelvo a mirar de nuevo.

Pero... ¡Ay no!

No, No, No. No está nadando. Se está...

¡Ahogando!.

¡Santo cristo!

No me importa nada, ni me doy cuenta de lo que hago, hasta que ya estoy soltando mi diario, dejo mis zapatos tirados y salgo corriendo a toda prisa; o por lo menos, lo que mis pies me lo permitan, porque realmente ya estoy muy cansada, caminé mucho hoy, hasta callos creo que debo de tener. Pero eso que importa ahorita, Renata, Concéntrate.

Sacudo mi cabeza con fuerza, trato de despejar mi mente y pensar con claridad.

Hago lo posible por correr más rápido, tratando de llegar a tiempo al otro extremo de la orilla, por el muelle.

¡Joder!

Estos tablones tallan como un demonio. Lástima que no sea súper Man o la mujer maravilla, para volar. Solo soy una pobre humana, que si mucho aprendió a nadar, y no soy de las mejores, advierto.

Corro y corro sin parar, ya estoy sudando, mi respiración caótica.

Cuando llego a la orilla, no veo nada. ¡Por favor!, ¡por favor!, que este bien, que no se halla ahogado. — Murmuro colocando una mano en mi frente sudorosa y la otra en la cintura, desesperada y confundida — Veo una cabeza que sale a la superficie y vuelve a hundirse, me meto al mar, y nado a toda prisa, no esta tan lejos. ¡Buena noticia!, al menos. Me hundo un poco hacía el fondo y trato de agarrarlo de la camisa, ¡pero como pesa este hombre!, ¡exclamo!, Pongo su brazo alrededor de mi cuello, y trato de jalarlo por las pesadas olas, mientras remo con mi otra mano y me ayudo con los pies.

—Chico, ayúdate por favor, — me tirita la boca, mi respiración está agitada y tengo mucho frío. —. Si te ayudas, te ayudaré, y así nos ayudamos los dos. Por favor, nada.

Pesa por kilos este chico.

¡Hum!, más bien por toneladas.

Parece que está saliendo de su trance, me mira y parpadea como si estuviese alucinando, y empieza a nadar también.

Bueno, al menos hace un intento, pero eso ayuda. "Algo es algo, peor es nada" diría mi sabia madre cuando no está conforme con algo. O después de un largo día de muchas fotos, y sin gustarle ninguna y sin mucho tiempo para elegir, pone a elegir a su estilista, a Roberto, que ha estado con ella desde el inicio de su carrera, fue su primer fotógrafo, y lo ha sido por años, su creador de imagen.




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