Indómito

capitulo 13

CAPITULO 13

 

Pilar no necesitó que venga el médico a revisarla, ella supo enseguida que estaba embarazada.  Sólo Miss Kelly compartió con ella esa alegría y no porque quisiera contárselo, sino porque la mujer la conocía demasiado bien,  era observadora y de repente empezó a encontrarla demasiado rozagante y feliz a pesar de su encierro y de su incierto futuro.

Lezama padre insistió que el doctor de su familia hiciera la revisión.  Y aparecieron una tarde por El Paraíso con tal finalidad.

-Ya ha pasado un tiempo prudencial, queremos terminar con este vergonzoso asunto.  Mi hijo un puede seguir esperando.

Así que el  médico, un hombre mayor de impecables modales, se encerró con Pilar y Miss Kelly que fungiría de chaperona durante la revisación. No hizo falta más que una palpación rápida.  Estaba encinta.

Había soportado en silencio y estoicamente la revisión. 

-Está encinta, señorita- confirmó el viejo.

Miss Kelly se llevó la mano a la boca sofocante un gritito.  Pilar fue más feliz que nunca.

Cuando salió de la habitación, se dirigió al escritorio de Adolfo Hutton y ante la mirada interrogadora de los tres que lo esperaban sólo hizo falta un movimiento afirmativo de su cabeza.  Adolfo golpeó el escritorio con el puño.  Los Lezama se pusieron de pie.

-Bueno, creo que nuestra presencia aquí ya no tiene sentido.  Lamento todo lo ocurrido, Adolfo.  No quisiera estar en tus zapatos.

Cruzaron apretones de manos y se retiraron.

Adolfo estaba furioso, su única esperanza de rescatar la honra de su hija, y por ende de toda la familia era que no estuviera preñada.  Ahora, su única salvación acababa de salir por esa puerta.

Tomó de un trago una medida de whisky, para calmar sus nervios y se dirigió a la habitación de Pilar.  Ella lo esperaba, sabía que eso iba a suceder.

-Estarás contenta, ya destrozaste todo el honor de esta familia, una reputación que mi abuelo, mi padre y yo trabajamos por construir durante décadas la señorita la destruye en un minuto, por no saber mantener las piernas cerradas.

Pilar sabía que cualquier cosa que dijera sólo empeoraba el momento, así que calló y mantuvo la vista baja.

-Quiero que armes tu equipaje, te vas a ir a Europa en el próximo barco y te vas a quedar allá hasta el nacimiento.  Luego veremos qué hacer con el bastardo.

A Pilar eso último le pegó un puñetazo en el estómago, levantó la cara hacia su padre.

-¿A qué se refiere?

-No pensarás volver con ese niño a esta casa…No lo admitiré jamás.  En Londres podremos contactar con algún convento u orfanato para dejarlo.  Cuando vuelvas será para iniciar una nueva vida de recato y obediencia.  Lo superaremos.

-No, padre, por favor…- suplicó llorando desconsolada.  No volveré, si usted quiere evitar la vergüenza, pero no me quite a mi hijo.

-No se habla más, todo se hará como yo decida.  Sos mi única hija, no te voy a permitir andar por ahí criando sola a un niño.  Basta de avergonzarnos, por favor, es lo último que te pido como tu padre.

Salió dando un portazo y las lágrimas de Pilar se desbordaron.  La fría señorita Kelly se vio conmovida por la situación, se sentó junto a ella en la cama y la abrazó.

-Tranquila, mi niña, vamos a encontrar una solución, tranquila. 

La mecía entre sus brazos pero la joven no hallaba consuelo.

-Es todo lo que me queda de él, Miss Kelly, no pueden quitármelo.  Si me lo quitan, con él se irá mi vida, las pocas ganas que me quedan de vivir son a causa de este niño que llevo en las entrañas.

-Ya pensaremos en algo.  No se preocupe, niña. 

Por lo pronto, la ayudaré a preparar el equipaje y yo misma viajaré con usted.  De todas maneras si usted se va, mi trabajo acá está terminado.  Hablaré con su padre para que me permita que la acompañe y entonces, juntas, vamos a resolver todo esto. ¿Sí? Míreme.  No importa  lo que ha sucedido, todos cometemos errores, pero eso no debe definir quienes somos. 

-¿Usted cree que amar es un error, Miss Kelly?

La mujer no tenía demasiados parámetros para opinar sobre el tema.  Muy joven había sufrido un desengaño y a partir de ahí jamás había vuelto a abrir su corazón.

-Yo no puedo decirlo.  Quizá nos lo diga el tiempo.  Si usted, niña, no lo siente como un error y está dispuesta a asumir las consecuencias que de él surjan entonces yo voy a acompañarla como pueda.

Pilar la miró con infinito agradecimiento, se secó las lágrimas y le agradeció con un abrazo.

-Muy bien  entonces, hay que armar equipaje para un viaje muy largo, Así que manos a la obra y basta de lágrimas.  No voy a mirar más hacia atrás.  Sólo hacia adelante.




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