Inédito

P R O L O G O

No sé en qué momento dejé de reconocerme.
Tal vez fue entre los días que se parecían demasiado entre sí o en las noches en que me prometí que mañana sería distinto y no lo fue.

La gente dice que uno debería tener las cosas claras a los veinte.
Una carrera, un propósito, una versión estable de sí mismo.
Yo solo tenía preguntas.
Y una ansiedad constante por no estar llegando a ninguna parte.

Me gusta pensar que no era tristeza, sino cansancio.
Cansancio de fingir, de intentar ser brillante en un mundo que mide tu valor por lo que produces.
De mirar a otros brillar y pensar que hay algo roto en ti porque no puedes hacerlo igual.

Nunca pensé que conocer a alguien pudiera mover mis cimientos.
Ni que alguien como él —tan distante, tan fuera de mi alcance— pudiera ver más allá del caos que soy.

Pero lo hizo.
Y, sin saberlo, encendió algo que yo ya había dado por perdido.

Supongo que todos tenemos un punto en el que la historia deja de ser repetición y se vuelve inédita.
Este fue el mío.




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