Inédito

Capítulo 24

Últimamente Zade está diferente.
No sabría decir cómo exactamente, pero lo está.

Sigue siendo él: puntual, impasible, con esa forma de hablar que suena como si cada palabra pesara lo justo.
Pero ahora hay algo más.
Una distancia que no existía antes.
O, tal vez, una que yo recién empiezo a notar.

Cuando empecé a salir con Nick, pensé que sería simple.
Él es divertido, encantador y, lo más importante, me hace sentir ligera.
Nada de complicaciones.
Nada de silencios incómodos.
Solo risas, mensajes a medianoche y citas en cafeterías que huelen a canela.

Con él puedo hablar sin miedo a decir algo torpe.
Con él puedo respirar.

Y, sin embargo, a veces, cuando estamos juntos, mi mente se va a otro lugar.
A otra voz.
A otra mirada.

Los últimos días en la oficina se sienten raros.
Zade ya no me llama “Morrison” con ese tono casi burlón, sino con una seriedad que no sé cómo interpretar.
Tampoco hace esos comentarios sarcásticos que solía dejar caer cuando le mostraba un borrador, ni las pequeñas correcciones que, aunque a veces me irritaban, terminaban enseñándome más que cualquier manual de estilo.

Ahora solo asiente.
Revisa.
Y se va.

Sin mirarme.
O peor aún: mirándome demasiado.

Porque lo hace.
A veces lo sorprendo observándome desde su oficina, con esa expresión que no sé si es curiosidad o enojo.
Y me descoloca.
Me confunde.
Me enoja, incluso.

Hoy, por ejemplo, estábamos en una reunión con el equipo de diseño.
Nick hizo una broma sobre lo intensos que se ponen los redactores con los titulares, y yo me reí.
Solo eso: una risa leve, tonta.
Pero cuando giré, Zade me estaba mirando.
Serio.
Demasiado serio.

No dijo nada.
Solo siguió revisando los informes, aunque sus dedos apretaban la pluma con tanta fuerza que pensé que iba a romperla.

Después de la reunión, todos salieron, menos yo.
Él se quedó en la cabecera de la mesa, mirando por la ventana.

—Buen trabajo con la campaña de este mes —dijo sin mirarme.
—Gracias.

Silencio.
Solo el ruido de la lluvia golpeando los vidrios.

—¿Vas a salir con Harris esta noche? —preguntó de pronto.

Tardé un segundo en procesarlo.
—¿Perdón?
—Te escuché hablar con él en la cafetería. —Su tono era plano, pero había algo debajo—. Decías que tenían planes.
—Sí… supongo que sí. —Intenté sonar casual, pero mi voz tembló.

Él asintió una vez, sin expresión.
—Bien. Me alegra que te lleves bien con el equipo.

“Bien.”
“Me alegra.”
Palabras vacías.
Demasiado cuidadas.
Y, aun así, dolieron más que cualquier reproche.

Nick me esperó abajo, con una sonrisa y una flor escondida en la mano.
Zade bajó unos minutos después, saludó a alguien de seguridad y pasó cerca.
Ni una mirada.
Ni un gesto.
Nada.

Pero cuando entré al carro con Nick, sentí que algo dentro de mí se partía un poco.
Y no tenía sentido.
No debería importarme.

Debería estar feliz.
Y lo estoy.
Solo que no… completamente.

—★‹🌺›★—

Han pasado dos semanas desde que empezamos a salir.
Y aunque todo va bien, a veces, cuando cierro los ojos, me vienen imágenes que no tienen que estar ahí:
Zade apoyado en el escritorio, leyendo mis textos con el ceño fruncido.
Zade hablando bajo, con esa voz que parece susurrar sin hacerlo.
Zade mirándome como si supiera algo que yo todavía no.

Y entonces me odio un poco.
Por sentir.
Por pensar.
Por no poder apagarlo.

Esta noche vuelvo a casa tarde.
El cielo está gris, como si nunca hubiese amanecido del todo.
En el bus, apoyo la frente contra el vidrio empañado y dejo que mis pensamientos me arrastren.
Pienso en lo que Nick me dijo hace un rato:

> “Tú mereces a alguien que te mire como si fueras lo más importante del cuarto.”

Y por alguna razón, la primera mirada que me viene a la cabeza no es la suya.
Es la de Zade.
Fría, intensa, imposible de sostener por mucho tiempo.

Cierro los ojos.
No sé qué estoy haciendo.
Ni qué espero.
Solo sé que, por primera vez, estar bien empieza a doler.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.