Inédito

Capítulo 74

No recordaba lo bien que se sentía tener una noche sin cámaras, sin juntas, sin nadie opinando sobre nuestras vidas.
Solo ella y yo.
Y un sofá lleno de bolsas de comida que, sinceramente, podrían alimentar a un pequeño ejército.

Audrey se mueve entre las mesas del penthouse con una energía sospechosamente entusiasta.
—Tenemos papas, dulces, helado, galletas, y… —levanta una caja con brillo en los ojos— palomitas con mantequilla extra.

—Eso suena a colesterol —respondo, acomodándome en el sofá.

—Eso suena a felicidad —me contradice con una sonrisa.
Y con Audrey, felicidad suele ser sinónimo de caos.

No digo nada más. La observo mientras acomoda todo en la mesita baja. Lleva un pantalón de pijama gris y una camiseta negra que le queda grande; el cabello recogido en un moño desordenado, el rostro libre de maquillaje.
Se ve tan sencilla. Tan auténtica.
Tan mía.

—¿Lista para la maratón? —pregunta de pronto, con un brillo travieso en los ojos.

—Depende. ¿Qué vamos a ver? —pregunto con una falsa esperanza.

Ella sonríe de una forma que ya debería reconocer como señal de peligro.
—Crepúsculo.

—No. —mi respuesta sale automática— No, no, no, cielo, por favor no.

Audrey suelta una carcajada tan sincera que incluso Alexa —que probablemente la está escuchando— debería sonreír.
—Vamos, Zade. No seas dramático.

—Dramático es ver a un vampiro brillar como una bola de discoteca bajo el sol —protesto, llevándome una mano al rostro—. Además, no entiendo cómo alguien puede ver cinco películas sobre una adolescente que no sabe si quiere al vampiro o al lobo.

—Porque es romántico —dice, rodando los ojos—. Y porque Edward Cullen es un caballero, no como tú, que insultas mis clásicos.

—No me compares con el tipo pálido que no parpadea, por favor.

Audrey ríe tan fuerte que termina con lágrimas en los ojos.
—Ay, Zade… si fueras menos gruñón, te darías cuenta de que tiene frases hermosas.

Me dejo caer hacia atrás, resignado.
—Solo la veré porque te amo.

—Y porque secretamente te encanta —me provoca.

—Mentira. —La miro con seriedad—. Pero supongo que sufrir contigo es mi pasatiempo favorito.

Ella da un pequeño salto al sofá, se acurruca entre mis brazos y presiona “play”.
La pantalla se ilumina, y el rostro inexpresivo de Robert Pattinson aparece con música de fondo.
Audrey suspira con adoración.
Yo, con resignación.

—¿Sabes que podría ponerte Harry Potter? —intento—

—Shh —me silencia—. Edward está hablando.

—Sí, y probablemente diciendo algo existencial sobre lo peligrosa que es su existencia.

Ella me da un codazo suave, pero su risa vibra contra mi pecho.
Y aunque me queje, no puedo negar lo evidente:
La amo así.
Con su manera de poner películas que detesto, con su insistencia en que vea lo que ella ama, con su forma de reír hasta que se le escapa un pequeño suspiro.

A mitad de la película, Audrey se queda recostada sobre mí, comiendo palomitas con una concentración admirable.
Yo, en cambio, apenas miro la pantalla.
No puedo. No cuando tengo a la mujer más hermosa del mundo dormitando sobre mi pecho, y un pensamiento repitiéndose en mi cabeza:

Odio Crepúsculo.
Pero amo verla amarlo.

---

Horas más tarde, cuando la pantalla anuncia los créditos, Audrey murmura medio dormida:
—¿Ves? Te dije que Edward era romántico.

—Sí, claro —respondo bajito, acariciando su cabello—. Pero ninguno de ellos te mira como yo lo hago.

Ella sonríe con los ojos cerrados, medio dormida.
—Eso es porque tú no eres un vampiro.

—No —susurro, besando su frente—. Pero si lo fuera, ya te habría convertido hace rato.

Audrey ríe somnolienta, y se acurruca un poco más cerca.
La tele sigue encendida, el tazón de palomitas está vacío, y yo, que odio las películas cursis, termino sonriendo como un idiota.

Porque, al final del día, si estar con ella significa ver vampiros brillando en cámara lenta… entonces que vengan las cinco películas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.