Inefable

Mañanas terribles

La noche anterior me quedé dormida y no me levanté a comer.

Eran las 6 A.M, mi alarma sonó y me tenía que levantar para ir al colegio. Apagué la alarma, me di media vuelta y volví a cerrar los ojos, siempre era lo mismo, 15 minutos después de que sonara mi alarma pasaba mi mamá a decirme que me levante porque se me iba a hacer tarde. Así fue como paso, eran 6:15 y mi madre entro en mi cuarto y prendió el velador.

Me levanté, con el esfuerzo más grande del mundo y me cambié. Hoy era uno de esos días en los que no tienes ganas de ir al colegio en lo más mínimo, o sea, nunca quieres ir, pero simplemente dices “ya que, es un día más”, te levantas y por lo menos te alegras de ver a tus amigos, pero hoy ni siquiera quiero ver a mis compañeros, solo quiero dormir.

 

Mi madre no me dejo faltar al colegio.

-Kal, ¿qué pasa?- Matt atendió su celular un poco dormido.

-Hoy no estoy de humor, ¿puedes pasar por mi casa así vamos juntos al colegio? Ah sí, además trae lo que ya sabes.

-Sí, claro, en 15 minutos estoy ahí.

-Perfecto, adiós.

Corté el teléfono y me dirigí al baño, lavé mis dientes, me até el cabello y baje a desayunar.

-Hoy no vas a tener que llevarme, papá, Matt viene para acá e iremos caminando.

-Bueno, pero avísame cuando estén en el colegio.

-Claro- contesté mientras me metía un trozo de tostada en la boca.

No había terminado de desayunar cuando Matt tocó la puerta, di un último sorbo a mi café, salude a mi padre y salí corriendo por la puerta.

-Buenos días, Kal- saludo educadamente.

-Buenas, ¿trajiste lo que te pedí?

-Claro- dijo mientas sacaba de su mochila una bolsita con sureproductor de música con todos los CDs de Coldplay y chocolates Kinder. Siempre sabía que traer para hacerme sentir mejor.

Caminamos hasta el colegio casi en silencio, no hacía falta decir nada, eso era lo que me gustaba, sabía respetar mis días malos.

 

El día fue una mierda, empecé con clase de matemática, luego física y por último historia, dos horas de cada puta materia. Estuve distraída todo el tiempo, muchas cosas en mi cabeza y sin ganas de hacer nada, fue un día terrible. A la hora del almuerzo Matt me dijo para ir a nuestro lugar en el parque después del colegio, era uno de esos lugares que nadie conoce, que uno siente que es propio, era un árbol que sus ramas llegaban hasta el piso y formaba como un iglú, a Matt y a mí nos encantaba ir ahí desde que éramos niños.

El último timbre sonó y todos los estudiantes iban apurados por salir ya del infierno que era el colegio, yo, en cambio, iba despacio, con las letras de City and Colour sonando en mis oídos mientras esperaba encontrarme con Matt.

Salí por la puerta y él estaba esperándome apoyado en una pared, se veía sexy con su chaqueta encuerada y su campera debajo color bordo. Era realmente hermoso.

-Basta ya Kalypso, cálmate, es tu mejor amigo- dije para mí misma mientras Matt se acercaba.

-¿Vamos ya pequeña diablilla?

-Por su puesto- ambos agarramos nuestras cosas y comenzamos a caminar –Hm oye… ¿has hablado con Candance?

-Claro que si, vamos a salir el viernes, ¿lo olvidas?

-Ah, sí claro- dije mientras miraba a mi alrededor, quería hacerme la distraída para disimular mis celos, ¿Por qué estaba sintiendo esto por Matt?

-¿El colegio como va?- dijo Matt cambiando de tema rotundamente.

-Sinceramente, del asco. Mis notas empeoraron y ya no quiero ir, no soporto a los estúpidos que tengo como compañeros y los profesores son unos imbéciles que solo van a cumplir su horario para ganar algo de dinero. Todo sería diferente si tu estuvieras ahí para compartir el sufrimiento conmigo- dije esto último haciendo un gesto de sufrimiento irónico

Matt rió suavemente.

-Honey, sabes por qué no puedo ir a tu curso.

-Sí, sí, lo sé, maldito fútbol.

Matt iba al mismo curso que yo pero por la mañana. Cuando éramos chicos íbamos juntos, pero luego él decidió convertirse en una promesa para el deporte y me abandonó, no en sentido figurado, pero así me sentí, era mi único amigo en el mundo. Justo después de que Matt se cambiara apareció Vicky. Ella era la chica nueva, yo era la que no encajaba y juntas éramos inseparables.

-Te traje algo, se que hoy no es tu mejor día- dijo Matt interrumpiendo mis pensamientos mientras sacaba una pequeña caja de su mochila.

-Matty, sabes que no tienes que darme nada, ni siquiera es mi cumpleaños.

-Lo sé, pero eres mi mejor amiga y te quiero mucho.

M E J O R A M I G A, así condenaba toda esperanza de nuestro amor a su muerte.

Abrí la caja y dentro estaba el nuevo CD de nuestra banda favorita, City and Colour.

-Pe… pero Matty, ¿cómo lo conseguiste?- casi se me saltan las lágrimas de la emoción.

-Hice mi trabajo, espero que te guste.

-Oh Matty, me encanta, en serio gracias.




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