"Nunca he comprendido qué hace que las personas seamos tan masoquistas; por qué nos empeñamos en sufrir por nuestros sentimientos cuando la razón nos dicta el camino correcto."
Pero a tu lado - Amy Lab
🌙🌙🌙
Era una noche de esas de invierno en la que es mejor quedarse en casa viendo una película. Había tormenta, una muy fuerte, tan fuerte que había provocado que el árbol de la calle principal se cayera en medio de la carretera generando un atasco. Benjamín esperaba tranquilo a que los bomberos abrieran paso. Algunos conductores impacientes tocaban la bocina, pero él se encontraba relajado, tarareando una canción mientras enviaba un mensaje avisando de que llegaría un poco más tarde.
Benja era una persona relajada y disfrutaba de las cosas simples de la vida, como una cerveza fría y una charla con un amigo. Trabajaba como mecánico en la empresa familiar, que se dedicaba a poner a punto coches para carreras profesionales. Nunca había considerado la posibilidad de tener una vida diferente. Su barrio, donde había nacido y crecido, sus amigos de toda la vida y el trabajo que siempre supo que tendría, eran más que suficientes para él. Nunca había sentido la necesidad de salir de su zona de confort y probar algo nuevo. ¿Para qué arriesgarse a lo desconocido cuando tenía todo lo que necesitaba justo allí?
Unas calles más adelante, en una de las primeras casas de la entrada del barrio, Alai estaba sentada en su escritorio, concentrada en la tarea de corregir el manuscrito de Amor Eterno, una historia juvenil que pronto sería publicada. A Alai le encantaba su trabajo como correctora de novelas, ya que le permitía combinar su amor por la lectura y la escritura con su meticulosidad y perfeccionismo. Como correctora, era importante para ella pasar desapercibida y hacer un trabajo efectivo sin cambiar la esencia de la historia del autor o autora.
Desde que era una niña, Alai había tenido una pasión por la escritura. Empezó escribiendo cuentos y, a medida que crecía, intentó escribir novelas. Sin embargo, al ver lo difícil que era publicar, decidió centrarse en algo más accesible: convertirse en correctora de novelas. Aunque dejó de lado su sueño de ser escritora, las ideas de historias seguían flotando en su mente y ocupando miles de hojas, que estaban archivadas en carpetas y metidas en cajas en el altillo. Alai todavía soñaba con publicar algún día sus propias historias, pero mientras tanto se conformaba con ayudar a otros autores a mejorar sus obras.
Lucas acababa de llegar a casa después de un largo día de trabajo como entrenador personal. Siempre había sido muy cuidadoso con su salud y bienestar y le encantaba ayudar a otros a hacer lo mismo. Después de estudiar y especializarse en entrenamiento personal, había encontrado su pasión y su carrera estaba prosperando.
Sin hacer ruido, se acercó a Alai por detrás y la rodeó con sus brazos, haciéndola sobresaltarse un poco. Ella se dio cuenta de que había estado tan concentrada en su tarea que no había notado su presencia y se relajó al sentir el apoyo de su cabeza en su hombro y el suave beso de Lucas en su cuello.
—¿Me vas a esperar despierta? —Le preguntó él al oído.
—No creo —. Contestó y se giró para mirarle. —Estoy cansada y tengo que terminar este libro para mandarlo mañana.
—No voy a tardar mucho —. Le dio un beso en la frente —. Sólo voy a juntarme un rato con el grupo para ponernos al día.
—Está bien que salgas y te distraigas, últimamente no salimos mucho de la cama —. Sonrió pícara.
—Y eso me encanta, odio nuestras peleas pero me encanta cuando nos reconciliamos —. Se besaron. —Ojalá pudiéramos pasar el resto de nuestros días en la cama —. Le mordió la oreja despacio.
—El resto de nuestros días no creo pero al menos sí para nuestras vacaciones —. Pegó un saltito y él la sujetó mientras ella lo rodeaba con sus piernas.
—Pronto vamos a tener esas vacaciones soñadas.
—Yo sólo necesito tu sonrisa.
—Ya verás que lindas vacaciones vamos a pasar —. Miró el celular y leyó un mensaje de WhatsApp —. Tengo media hora para hacerte el amor sobre este escritorio —. La sentó encima y apartó el portátil con cuidado— ¿Te parece bien? —Besó su cuello.
—No tendrías ni que preguntarlo—. Se mordió el labio y lo besó con
pasión.
Llevaban juntos cinco años y siempre habían tenido muy buena piel. Desde el primer momento en que se miraron a los ojos, supieron que habían encontrado algo especial y esa conexión la podían sentir todos los que los rodeaban, a pesar de ese amor este último año había sido difícil para su relación y a veces se preguntaban si sería posible seguir adelante. Habían pasado por muchas pruebas juntos y siempre habían logrado superarlas gracias a su amor y a su determinación de hacer que su relación funcionara, pero a veces las cosas se salían de control y las palabras salían de sus bocas como proyectiles, cargados de dolor y amargura. Cada uno intentaba hacerle ver al otro todo lo que no le gustaba y todo lo que le había hecho sufrir, sin importarles el daño que podían causar. A veces era difícil, otras veces era tan fácil que se olvidaban de que tenían problemas, al menos hasta la siguiente pelea. Pero siempre recordaban que el amor que sentían el uno por el otro era más fuerte que cualquier discusión.
Lucas intentaba mostrarle a Alai que había cambiado y que no volvería a hacerle daño, pero a veces ella no podía evitar sentirse dudosa. Él, por su parte, se sentía tan mal por lo que había hecho en el pasado que aceptaba todo lo que Alai pudiera decir o hacer, aunque a veces también se sentía harto y soltaba todo lo que había callado en otras ocasiones lo que provocaba que volvieran a discutir.
Después, de ese momento de amor, Lucas se subió al auto para ir al bar donde se juntaba siempre con sus amigos. Aunque no le había dicho la verdad a Alai, ya que sólo se iba a juntar con Benjamín, su gran amigo, su hermano de la vida, a quién había conocido en la guardería y era parte de su familia desde entonces, para contarle la gran decisión que había tomado para su futuro.