Inefable

Capítulo 9

Narra Benjamín.

Eran las tres de la tarde y Alai aún estaba durmiendo. Yo, por otro lado, había despertado a las nueve para poder trabajar. A pesar de esto, había subido a casa unas cinco veces a lo largo del día para asegurarme de que Alai respiraba, ya que se había tomado unas pastillas para dormir. Abriendo la puerta con cuidado, entré en la habitación y acerqué mi mejilla a su nariz para comprobar su respiración. Aunque estaba dormida profundamente, afortunadamente seguía respirando.

—Estás muy cerca —. Dijo bajito cuando abrió los ojos y me alejé rápido. 
—Estabas tan dormida que necesitaba comprobar que estabas respirando —. Confesé algo avergonzado.

El timbre sonó y fui a abrir. Alba, Julia, Emilia y Euge me sonrieron y me enseñaron unas bolsas con comida.

—Traemos refuerzos —Dijo Alba.
—Chocolates, palomitas, cosas saladas…—Añadió Julia.
—¡Y mucho vino! —Exclamó Eugenia —Aunque también esta tarta de verduras que nos dio tu mamá ahora, dice que Alai come poquito. 
—No sé si es buena idea… —Susurré y miré a Alai.
—Tranquilo, yo les dije que vengan —me contestó ella.

Las chicas dejaron las bolsas en el suelo y fueron a darle un fuerte abrazo. Se hizo el silencio. Me quedé contemplando aquella escena. Alai empezó a llorar y las chicas igual pero no dejaron de abrazarse.

—Vamos a comer esa tarta de Claudia —. Dijo Emilia cuando se separó un poco. 
—Yo las dejo solas, me voy al taller. 
—Te podés quedar —. Me dijo Alai.
—Creo que necesitás de tus amigas —Sonreí y me fui.

Bajé al taller y ahí estaba Agustín, el hermano mayor de Lucas, se acercó y nos dimos un abrazo.

—Llegué ahora y fui para casa, pero mis viejos ya están en el hospital así que voy a ir ahora pero quería venir a verte antes y ver como estabas vos. 
—Jodido… Me siento raro, que se yo… No lo creo todavía. 
—Parece una pesadilla… ¿Y Alai? 
—Arriba, está con las chicas… Intentan que coma un poco. 
—Después ya la veré en el hospital. 
—Si, hoy se queda a la noche para que tus papás vayan a descansar, porque no quiere que se quede solo por si se llega a despertar.

Agustín se fue y yo me puse a probar un coche. Después llamé a Delfina.

—Acabo de probar un motor nuevo y creo que deberías usarlo en tu coche. Lo podés venir a probar esta noche, si te parece bien. 
—Me encantaría, ahora voy a una reunión de trabajo así que mándame después a que hora te va bien y que postre te gusta, asi cenamos juntos. 
—Perfecto, hasta después.

Narra Alai.

Tener a mis amigas cerca me hacía sentir un poco mejor. Aunque estaba triste, era agradable distraerme con anécdotas del pasado y poder reír un poco. Sin embargo, también me sentía culpable por reír mientras Lucas estaba luchando por su vida en el hospital.

—Terrible fue cuando quiste besar a Alai —. Recordó Alba —Ese momento fue el comienzo de una gran amistad. 
—¡Ese día estaba muy borracha! —Se excusó Eugenia. 
—Te pensabas que yo te estaba tirando onda y me quisiste comer la boca mientras te perreaba —Me reí. 
—¡Perdón, me calenté! 
—Hasta yo me calenté viéndolo —Julia soltó una carcajada. 
—¡Quién nos iba a decir, que en ese momento ibas a ser una más del grupo! —exclamó Emi.

Euge había entrado a trabajar en la editorial un año después que yo. Se encargaba de manejar las redes sociales y la página web de la empresa. La invité a salir con algunos compañeros de trabajo y mis amigas un fin de semana muy cercano a su incorporación. Era divertida, despreocupada y alocada, aunque me recordaba demasiado a Benjamín cuando se trataba de mujeres. No dejaba títere con cabeza.

—Igual, estoy pensando en conocer a alguien para tener algo serio. Tuve un novio hombre nada más en mi vida, quiero saber como sería estar con una mujer… A lo mejor funciona de maravilla, sexualmente ya sé que lo prefiero pero me queda explorar la fase sentimental. 
—¿Vos tenés fiebre? —Le toqué la frente. 
—¡Ay, que mala! —Se quejó mientras nos reíamos. 
—Nadie se cree que quieras algo serio con nadie, siempre buscas solo sexo y no volver a verla —Dijo Emi mientras servía otra copa a todas. 
—Bueno a mi me parece que es parte de madurar, está claro que necesitás cubrir un hueco —Añadió Alba.

El timbre sonó y fui a abrir.

—Hola Oriana, Benja está en el taller. 
—Hola, hola chicas —. Asomó la cabeza. 
—Ey, hola —La saludó Eugenia y se acercó a la puerta —¿Te gusta el vino?

Eugenia hizo pasar a Ori y nosotras ya estábamos muertas de risa. Era demasiado obvia.

—Es una chicas de Benja—. Le susurré al oído. 
—Me gusta más entonces, ya sabés lo que disfruto quitándole chicas de su lista —. Sonrió.

Me fui al baño porque estaba un poco mareada de tanto vino. Abrí un poco la ventana y vi a Benja subirse a un coche y probarlo en la pista. Cuando se bajó, miró hacia arriba y me sonrió. De repente, mi estómago empezó a hacer un ruido terrible y me acerqué al inodoro para vomitar. Me sentía muy mal. Me quedé sentada contra la pared y miré mi celular, vi que mi hermana me estaba llamando.

—Hola Cris.
—¿Estás bien, Alai? Mamá me dijo que le dejaste un mensaje y que parecía que estabas mal. 
—¿No podía llamar ella? 
—Ya sabés como es… 
—Lucas está internado, tuvo un accidente y está en coma. 
—Cielo… Lo siento muchísimo ¿Querés que vaya? 
—No podrías hacer nada. 
—Pero puedo quedarme con vos… 
—No estoy en casa, están María y Roberto, yo no soy capaz de ir… Me estoy quedando en lo de Benjamín. 
—Tengo que ir a llevar a Santi al médico, pero estamos en contacto y en cuanto pueda voy para ahí. Te quiero hermanita, cuidate. 
—Y yo a vos —. Colgué.

Mi hermana Cris, vivía en el interior del país desde hacía diez años, por lo general nos veíamos una vez al año pero la relación tampoco era demasiado fluida. Algunos mensajes para saber como estábamos y mandarme fotos de mi sobrino Santi, que ya tenía ocho años. 
Tocaron la puerta del baño y me acerqué a quitar el pestillo, pero después volví a sentarme.




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